5 de noviembre de 2009

Matriculado en la euforia y licenciado en el desastre

ELPAIS

REPORTAJE: vida&artes

Matriculado en la euforia y licenciado en el desastre

España vive el drama de una generación que termina la carrera sin apenas perspectivas de trabajar - Buscan desesperadamente empleo sin importar ya las condiciones, el sueldo o la precariedad

"El joven se lleva lo peor porque es más fácil despedirle", afirma un experto

Se han perdido 440.000 personas activas menores de 30 en dos años

Los jóvenes alargan sus estudios en espera de tiempos mejores

Los veinteañeros están optando por hacer 'masters' o posgrados

"Estudiar te da la opción de lograr hacer prácticas", dice una alumna

Con todo, los más formados son los menos vulnerables a la crisis

Tres años, ocho meses y 13 días después, el 16 de junio de 2009, Cristina presentó su proyecto de fin de carrera en la escuela y, al salir de ella con su título de graduada superior bajo el brazo, el escenario había cambiado: el desempleo castigaba

AMANDA MARS 05/11/2009

El día que Cristina Carbó asistió a su primera clase en la escuela superior de diseño Elisava, el 3 de octubre de 2005, el Ibex-35 de la Bolsa española alcanzó los 10.880 puntos. La tasa de paro estaba en uno de los niveles más bajos de las últimas décadas, en el 9,33%.

El día que Cristina Carbó asistió a su primera clase en la escuela superior de diseño Elisava, el 3 de octubre de 2005, el Ibex-35 de la Bolsa española alcanzó los 10.880 puntos. La tasa de paro estaba en uno de los niveles más bajos de las últimas décadas, en el 9,33%. La fábrica inmobiliaria española puso en marcha aquel año hasta 716.035 viviendas, un dato esperanzador para una estudiante como ella, recién llegada a los estudios de diseño, con especialidad en interiorismo, en Barcelona. España, en definitiva, sacaba pecho en Europa, con un crecimiento económico del 3,4% aquel año, casi el triple que la zona euro.

Tres años, ocho meses y 13 días después, el 16 de junio de 2009, Cristina presentó su proyecto de fin de carrera en la escuela y, al salir de ella con su título de graduada superior bajo el brazo, el escenario había cambiado: el desempleo castigaba al 17,93% de la población activa y España cumplía su primer año en recesión, con una caída del 4,2% respecto al junio anterior. El número de viviendas que se iniciarían en todo 2009, decían esos días los constructores, no pasarían de las 200.000. Y la Bolsa, que probablemente a ella le importaba poco, estaba en 9.498 puntos. El llamado "milagro económico español", en resumen, fue dado por muerto por todos aquellos expertos que en su día lo jalearon.

Desde entonces, Cristina ha enviado al menos una treintena de currículos. A constructoras: agua. Estudios de diseño: agua. Bolsas de trabajo: agua. Ni una sola llamada de respuesta, ni una entrevista de trabajo, ni un proceso de selección en marcha.

Hay casi 1,3 millones de jóvenes de entre 20 y 29 años en España que buscan un trabajo, un 52% más que hace un año. Son más de millón y medio si contamos desde los 16 años. Casi 127.000 de ellos buscan su primer empleo, según los datos del tercer trimestre de la Encuesta de Población Activa (EPA), el mejor termómetro del mercado laboral. Y si se acerca la lupa a esos jóvenes en paro, más de 290.000 tiene formación superior, de los que 26.000 no ha trabajado nunca (ver cuadro).

Los licenciados sufren menos paro que los que tienen formación inferior. Aunque la gente de menos de 30 años tiene mayor tasa de desempleo (de casi el 30%) que la media (17,9%).

Perdida en la ensalada de estadísticas, la de Cristina es esa generación de universitarios que se matriculó en los años de la euforia económica, la más duradera época de bonanza que vivió España en décadas, y ha ido a aprobar su último examen ahora, en el desastre. "Al principio oías noticias de la crisis y pensabas que eso no iba contigo, pero el miedo nos empezó a entrar en febrero, cuando empezamos a preparar el proyecto. Lo peor es que también tus padres creen que cuando acabes la carrera ya empezarás a ganar tu dinero, a tener una nueva vida", reflexiona esta barcelonesa a punto de cumplir los 22 años.

El acceso al primer empleo ha sido un trance difícil para todas las promociones de universitarios, por el círculo vicioso de que sin experiencia, no hay trabajo, y, sin un trabajo, nunca se logra esa experiencia. Pero ahora, con la crisis, aquel primer empleo precario -contrato de prácticas y ayuda al empresario mediante-, ha caído en picado en las bolsas de trabajo. Con lo que muchos jóvenes optan por alargar su etapa educativa.

Ayer, una encuesta de la Fundación Bertelsmann señalaba que la mayor inquietud de los españoles de 18 a 30 años es el paro y ni siquiera les preocupa que el trabajo que encuentren esté mal pagado y sea precario. Y a más de la mitad le gustaría constituir su propio negocio frente a los que quieren ser funcionario.

El catedrático de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid Fernando Vallespín, que ha dirigido el estudio, recordó que España ocupa los primeros puestos europeos de desempleo juvenil. Por ello, consideró lógico que sólo a un 4% y 7% de los jóvenes, respectivamente, les parezca un problema los salarios bajos o los contratos precarios: "Hay tal ausencia de empleo que lo único que importa es tener trabajo, aunque esté mal pagado".

Pero es que ese primer jornal en prácticas ya no es tan accesible. Para muestra, un botón: la Fundación Universidad y Empresa suele facilitar un primer empleo de prácticas a entre 1.500 y 2.000 titulados, pero este año calculan que la oferta está bajando un 30%. Y en el Servicio de Orientación Laboral de la Universidad de Las Palmas, por ejemplo, el número de empresas que se ha acercado por allí solicitando titulados universitarios ha caído un 40%, mientras que los jóvenes pidiendo ayuda han subido un 15%. Además, "hemos notado un importante aumento en la demanda de formación por parte de los estudiantes, tanto en especialización de posgrado como en las solicitudes de acceso a la universidad", explica el vicerrector Nicolás Díaz. En este último caso, "en lo que respecta a los alumnos mayores de 25 años, se ha duplicado la demanda con respecto al año anterior, y rondan las 2.000 solicitudes sólo en este colectivo", añade Díaz.

Y es que, con este panorama, muchos jóvenes han optado por estudiar un posgrado o master de turno para progresar ante la tan esperada recuperación económica. "La población activa se ha reducido desde el tercer trimestre de 2007 y, en concreto, entre los menores de 30 años hay 440.000 personas que ha dejado de trabajar o buscar trabajo, debido en buena parte a que la gente alarga sus estudios", apunta Antoni Espasa, el director del Boletín de Inflación y Análisis Macroeconómicos de la Universidad Carlos III.

Si hubiese que poner nombres y apellidos a todos esos números, los de Cristina serían unos de ellos: "Me llevo moviendo desde junio y no he encontrado nada, así que ahora me he metido en un posgrado de Perímetros privados [traducción para profanos: interiorismo, pero específico para el sector residencial]. Seguir estudiando te da la oportunidad de conseguir prácticas en empresas, aunque con menos sueldo".

La crisis no ha pasado de largo por ningún sector y ningún grupo de población, pero el paro sí se ha cebado especialmente con los jóvenes. De los 1,4 millones de puestos de trabajo que se han destruido desde hace dos años, el 90% lo ocupaban personas de menos de 30 años. "Los jóvenes se están llevando la peor parte de la crisis porque es más fácil despedirles a ellos que a los mayores. Es necesaria una reflexión sobre el mercado de trabajo a la que, si se hace de forma pausada, rigurosa y con la intención de llegar a conclusiones consensuadas, nadie se debiera oponer. Si tenemos una tasa de paro que dobla a la europea, algo estaremos haciendo mal", reflexiona Espasa.

La psicosis se instala ya en las conversaciones de las pandillas de amigos. El paso del tiempo sólo le hace a uno desesperarse. Marta Giménez, de 22 años, estudió Psicología en la Universidad de Barcelona y acabó sus prácticas en febrero. "Primero buscaba trabajo de lo mío, pero apenas había y, si había, requerían experiencia. Cuando llegó abril, volví a coger trabajos puntuales como azafata de ferias y congresos, como hacía cuando estaba estudiando. Al principio no quería, pero ahora voy cogiéndolos", explica.

José (nombre ficticio) es ingeniero técnico de Obras Públicas en Valencia y su currículo estuvo en la lista de espera de McDonald's durante casi un año. "Pero ni de allí me llamaban, tenía gente por delante. Desde que acabé los exámenes en septiembre de 2008, busqué empleo en todas partes", relata el joven de 26 años.

Hace menos de un mes, le llamaron de una constructora y le ofrecieron un trabajo de becario, por 600 euros al mes. La suya y la de sus compañeros de estudios es una situación peculiar: "Preferimos no presentar nuestro proyecto de final de carrera porque entonces tendremos la licenciatura y ya no nos podrán contratar en prácticas, que les sale más barato. Tendrían que pagarnos más de 600 euros y nos podrían echar". José prefiere no decir su nombre para no tener problemas en esa empresa.

Ampliar los estudios, opina Antoni Espasa, es una buena estrategia, ya que la crisis pasa una factura muy desigual en función del nivel formativo. Mientras los jóvenes de entre 20 y 24 años con formación superior tienen una tasa de paro del 29,9%, los que se quedaron con la educación secundaria la tienen del 36,7%. Lo mismo ocurre de los 25 a los 29 años, la tasa de paro se sitúa en el 16,3% para los licenciados, pero alcanza el 28% para los de secundaria.

Las cifras son tozudas: a mayor formación, menos paro. Y, en general, más dinero. Otra cosa es que esta última diferencia, la brecha salarial entre licenciados y no licenciados, es decir, el incentivo económico para seguir estudiando, se haya estrechado en los últimos años, tal y como puso de manifiesto la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que agrupa a los países más desarrollados.

Pero los más formados siguen siendo menos vulnerables a la crisis. Otro de los elementos que critica la OCDE es que el 22,7% de los trabajadores indefinidos y el 40,27% de los eventuales de entre 16 y 30 años desarrolla un trabajo que requiere menos preparación de la que tiene.

Jordi Planas, licenciado en Economía y doctor en Sociología por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), acaba de realizar un estudio sobre las universidades catalanas y asegura que "la mayor parte de los estudiantes afirma que su formación sí le sirve en el trabajo". Otra cosa es que cada licenciado se dedique exactamente a aquellos para lo que teóricamente estudió. "Pero yo no creo que haya un empleo predeterminado para un tipo de titulación. ¿Qué debemos pensar? ¿Pobre Javier Solana, que por formación es físico, y no ha conseguido ser físico, sólo ha llegado a secretario general de la OTAN o a representante de la Unión Europea en Asuntos Exteriores?", espeta. "O Jordi Pujol, que no pudo ejercer de médico y sólo fue presidente de una comunidad autónoma durante 20 años...".

El director gerente de la Fundación Universidad y Empresa, Fernando Martínez Gómez, explica que los licenciados en carreras de humanidades suelen tener más incertidumbre al principio, pero defiende que el mundo de la empresa debería abrirse más a este perfil de futuro profesional: "Les explicamos a los empresarios que los licenciados en Filología inglesa, por ejemplo, pueden trabajar en el departamento de internacional, o los psicólogos en el de recursos humanos".

Más de 1,3 millones de jóvenes se matricularon en las universidades españolas el año pasado, para el curso 2008-2009. Ellos, al revés que Cristina, Marta o José, empiezan sus estudios superiores en la recesión, y la cuestión es cuál será el clima económico cuando acaben. Dice la Comisión Europea que España soportará una tasa de desempleo superior al 20% hasta 2011, aunque sitúa la salida de la recesión para la segunda mitad de 2010. El presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, la adelanta a finales de este año o principios de 2010.