12 de noviembre de 2009
La Autoridad Palestina se tambalea
ELPAIS
La Autoridad Palestina se tambalea
"Si Abbas dimite, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) dejará de existir", afirma Saeb Erekat, estrecho colaborador del presidente palestino
JUAN MIGUEL MUÑOZ - Jerusalén - 11/11/2009
Es el órdago de un líder político débil que nunca había osado oponerse a todo el mundo, aunque hoy las especulaciones afloran sobre su capacidad para sostener el envite. El presidente palestino, Mahmud Abbas -Mister Paciencia, como le apoda su estrecho colaborador Saeb Erekat-, resiste la presión política de Estados Unidos y de líderes occidentales y árabes, y se mantiene en sus trece. Tras convocar elecciones para el 24 de enero, y anunciar que no concurrirá a los comicios, ha advertido este miércoles que adoptará "otras decisiones a la luz de los próximos acontecimientos". Se baraja la alternativa de que abandone también la presidencia de la OLP, de Al Fatah y la vida política. Erekat, jefe del equipo negociador palestino, fue más allá: "Si Abbas dimite, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) dejará de existir".
Puede que la amenaza de Erekat no sea más que un gesto desesperado de quienes se sienten engañados una y otra vez. De quienes han sido decepcionados por el tono conciliador del presidente Barack Obama, quien, de momento, ha claudicado y ya no exige que la construcción en las colonias judías de Cisjordania se frene en seco, mientras reclama a Abbas que vuelva a la negociación con Israel. Abbas rechazó en la Mukata de Ramala, durante la conmemoración del quinto aniversario de la muerte de Yasir Arafat, pronunciarse sobre su anunciada dimisión. "No quiero hablar sobre mi decisión de no presentarme", afirmó ante una multitud.
Abbas reiteró su diáfana postura y acusó a Israel de desbaratar el proceso de paz. "No podemos negociar si no es en el marco de las resoluciones de Naciones Unidas, que significan el retorno a las fronteras de 1967... También queremos un freno total (a la construcción) en los asentamientos. Si no es así, no aceptaré. No aceptaré", clamó ante sus fieles.
El teléfono del moderado mandatario, firme partidario de la negociación con Israel, echa humo. Presidentes -Obama, el egipcio Hosni Mubarak y Nicolás Sarkozy- y reyes -Abdalá de Jordania y Abdulá de Arabia Saudí- le han telefoneado para que se retracte. Porque la eventual dimisión de Abbas plantea interrogantes inquietantes. ¿Quién le sucedería? Sólo Maruan Barghuti goza del carisma necesario para hacerse cargo del fardo, pero cumple cinco cadenas perpetuas en una prisión israelí. Otro dirigente, Mohamed Dahlan, alberga aspiraciones, pero su expediente de represor de sus propios conciudadanos palestinos en Gaza le resta opciones.
La dimisión de Abbas es una incógnita, pero dado su tono y aparente firmeza no puede descartarse. La disolución de la ANP es harina de otro costal. Esta institución, fundada en 1994, debería haber desaparecido cinco años después tras el establecimiento del Estado palestino. Han transcurrido ya 15 años y la colonización judía de Cisjordania y el expolio de tierras sigue imparable. Sin Autoridad Palestina, el vacío político sería sumamente peligroso. ¿Qué ocurriría con las donaciones de 700 millones de euros anuales, un soporte vital para 140.000 funcionarios palestinos? ¿Qué pasaría con los 3.000 soldados adiestrados por el general estadounidense Keith Dayton? ¿Seguirían manteniendo el orden y persiguiendo a los islamistas como sucede ahora? ¿Cómo se gestionaría un eventual renacimiento del proceso de paz sin interlocutor?
Complicado será, si Abbas cumple su palabra, hallar a otro dirigente más tenaz en su empeño por negociar y en su condena de la violencia. Ya se opuso tajantemente a los atentados suicidas a comienzos de esta década y rechaza también el lanzamiento de cohetes desde Gaza.
Los líderes israelíes -el presidente Simón Peres es el paradigma- son proclives a pronunciar frases rimbombantes sobre la paz. Acuñaron en el año 2000 una sentencia -"No tenemos socio para la paz"-que ha calado en Israel. Sin embargo, cada vez más líderes políticos rebaten la tesis. Bernard Kouchner, ministro de Exteriores francés, proclamó el martes: "Creo, y espero estar totalmente equivocado, que el deseo de paz de Israel se ha desvanecido completamente".
Muchos opinan como Kouchner. "La conducta de Abbas es resultado de nuestras oportunidades perdidas. Es resultado de la arrogancia y de la falta de interés sobre lo que sucede en la Autoridad Palestina...", escribía el domingo el viceministro de Defensa israelí, Efraim Sneh, en un artículo titulado El socio que no tuvo socio. Abbas se la juega a una carta, mientras la ANP se tambalea.
La Autoridad Palestina se tambalea
"Si Abbas dimite, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) dejará de existir", afirma Saeb Erekat, estrecho colaborador del presidente palestino
JUAN MIGUEL MUÑOZ - Jerusalén - 11/11/2009
Es el órdago de un líder político débil que nunca había osado oponerse a todo el mundo, aunque hoy las especulaciones afloran sobre su capacidad para sostener el envite. El presidente palestino, Mahmud Abbas -Mister Paciencia, como le apoda su estrecho colaborador Saeb Erekat-, resiste la presión política de Estados Unidos y de líderes occidentales y árabes, y se mantiene en sus trece. Tras convocar elecciones para el 24 de enero, y anunciar que no concurrirá a los comicios, ha advertido este miércoles que adoptará "otras decisiones a la luz de los próximos acontecimientos". Se baraja la alternativa de que abandone también la presidencia de la OLP, de Al Fatah y la vida política. Erekat, jefe del equipo negociador palestino, fue más allá: "Si Abbas dimite, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) dejará de existir".
Puede que la amenaza de Erekat no sea más que un gesto desesperado de quienes se sienten engañados una y otra vez. De quienes han sido decepcionados por el tono conciliador del presidente Barack Obama, quien, de momento, ha claudicado y ya no exige que la construcción en las colonias judías de Cisjordania se frene en seco, mientras reclama a Abbas que vuelva a la negociación con Israel. Abbas rechazó en la Mukata de Ramala, durante la conmemoración del quinto aniversario de la muerte de Yasir Arafat, pronunciarse sobre su anunciada dimisión. "No quiero hablar sobre mi decisión de no presentarme", afirmó ante una multitud.
Abbas reiteró su diáfana postura y acusó a Israel de desbaratar el proceso de paz. "No podemos negociar si no es en el marco de las resoluciones de Naciones Unidas, que significan el retorno a las fronteras de 1967... También queremos un freno total (a la construcción) en los asentamientos. Si no es así, no aceptaré. No aceptaré", clamó ante sus fieles.
El teléfono del moderado mandatario, firme partidario de la negociación con Israel, echa humo. Presidentes -Obama, el egipcio Hosni Mubarak y Nicolás Sarkozy- y reyes -Abdalá de Jordania y Abdulá de Arabia Saudí- le han telefoneado para que se retracte. Porque la eventual dimisión de Abbas plantea interrogantes inquietantes. ¿Quién le sucedería? Sólo Maruan Barghuti goza del carisma necesario para hacerse cargo del fardo, pero cumple cinco cadenas perpetuas en una prisión israelí. Otro dirigente, Mohamed Dahlan, alberga aspiraciones, pero su expediente de represor de sus propios conciudadanos palestinos en Gaza le resta opciones.
La dimisión de Abbas es una incógnita, pero dado su tono y aparente firmeza no puede descartarse. La disolución de la ANP es harina de otro costal. Esta institución, fundada en 1994, debería haber desaparecido cinco años después tras el establecimiento del Estado palestino. Han transcurrido ya 15 años y la colonización judía de Cisjordania y el expolio de tierras sigue imparable. Sin Autoridad Palestina, el vacío político sería sumamente peligroso. ¿Qué ocurriría con las donaciones de 700 millones de euros anuales, un soporte vital para 140.000 funcionarios palestinos? ¿Qué pasaría con los 3.000 soldados adiestrados por el general estadounidense Keith Dayton? ¿Seguirían manteniendo el orden y persiguiendo a los islamistas como sucede ahora? ¿Cómo se gestionaría un eventual renacimiento del proceso de paz sin interlocutor?
Complicado será, si Abbas cumple su palabra, hallar a otro dirigente más tenaz en su empeño por negociar y en su condena de la violencia. Ya se opuso tajantemente a los atentados suicidas a comienzos de esta década y rechaza también el lanzamiento de cohetes desde Gaza.
Los líderes israelíes -el presidente Simón Peres es el paradigma- son proclives a pronunciar frases rimbombantes sobre la paz. Acuñaron en el año 2000 una sentencia -"No tenemos socio para la paz"-que ha calado en Israel. Sin embargo, cada vez más líderes políticos rebaten la tesis. Bernard Kouchner, ministro de Exteriores francés, proclamó el martes: "Creo, y espero estar totalmente equivocado, que el deseo de paz de Israel se ha desvanecido completamente".
Muchos opinan como Kouchner. "La conducta de Abbas es resultado de nuestras oportunidades perdidas. Es resultado de la arrogancia y de la falta de interés sobre lo que sucede en la Autoridad Palestina...", escribía el domingo el viceministro de Defensa israelí, Efraim Sneh, en un artículo titulado El socio que no tuvo socio. Abbas se la juega a una carta, mientras la ANP se tambalea.