14 de noviembre de 2009

La Infanta Elena y Jaime de Marichalar se casaron en Sevilla el 18 de marzo de 1995. | G8

La Infanta Elena y Jaime de Marichalar se casaron en Sevilla el 18 de marzo de 1995. | G8
España | elmundo.es Líder mundial en español Sábado 14/11/2009. Actualizado 15:10h
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LA OTRA CRÓNICA | Separación de los Duques de Lugo


La Infanta Elena y Jaime de Marichalar se divorcian de mutuo acuerdo

* La única salida para que rehaga su vida es la nulidad matrimonial
* El precedente es el de Carolina de Mónaco y Philippe Junot, resuelto en 12 años
* El proceso se solucionará en el Tribunal de la Rota del Vaticano

Consuelo Font | Cote Villar |
Actualizado sábado 14/11/2009 02:04 horas

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El 13 de noviembre de 2007 (era martes), hace justo dos años y un día, el portavoz del Palacio de la Zarzuela anunciaba "el cese temporal de la convivencia de los duques de Lugo". Se ponía fin así a meses de rumores sobre el naufragio de un matrimonio que había durado 12 años. Hoy, los abogados de la Infanta Elena y Jaime de Marichalar tejen los últimos flecos del divorcio. Mínimos detalles que las dos partes deben supervisar para dar su visto bueno y, finalmente, enviar un comunicado a través de la agencia Efe que cierre de una vez la larga negociación para llegar al acuerdo. Según ha sabido LOC, es inminente. Hoy, mañana, a principios de semana como muy tarde.

Pero el divorcio no es la solución final, según advierten los expertos. La Infanta es miembro de una monarquía católica, apostólica y romana, y contrajo matrimonio por la Iglesia; su condición de divorciada no le permitiría ni mucho menos rehacer su vida dentro de la doctrina católica. Según corrobora un experto en derecho canónico, "un divorcio y posterior matrimonio civil la pondría de cara a la Iglesia en situación de concubinato, lo cual le impediría, por ejemplo, recibir la comunión. Para la doctrina católica, el matrimonio sigue siendo un sacramento indisoluble y, por tanto, no se puede romper".

Los expertos en derecho canónico consultados creen que, antes o después, pedirán la nulidad

Así las cosas, y en su opinión, la única salida que le queda a la duquesa de Lugo para rehacer su vida es la nulidad matrimonial. Todos los especialistas en derecho canónico consultados por La Otra Crónica están convencidos de que, tarde o temprano, lo harán.

Algo también sumamente complicado. "Lo primero que tendría que demostrar es que su matrimonio ha sido nulo, y aportar pruebas para ello. Si lograra reunirlas, la causa no quedaría en los tribunales eclesiásticos españoles, sino que pasaría a la Santa Sede, en Roma, como así se establece para quienes ejercen la máxima autoridad en un país católico [en este caso, el Rey es jefe del Estado y esto por extensión se aplica a toda la Familia Real]".

El único precedente hasta la fecha de nulidad matrimonial de un miembro de una monarquía católica es el de Carolina de Mónaco y Philippe Junot. El Papa tardó nada menos que 12 años en aprobarla. El Pontífice estaba obligado a dar ejemplo y no podía en un caso tan mediático como el de Carolina dar imagen de que las nulidades son algo baldío. Algo que aún se contemplaría con mayor cautela en la Infanta Elena, ya que España es uno de los países con mayor raigambre católica.
Posible inmadurez

El proceso se llevaría a cabo en el Tribunal de la Rota del Vaticano. Allí, en su impresionante sede del Palacio de la Cancillería, el poderoso Monseñor Antoni Stankiewicz, decano, supervisaría personalmente el caso. No habría, dicen, más favoritismos, porque para cada causa que llega al Tribunal se constituye un turno de modo rotatorio. En cuanto al precio, sólo las tasas de Rota rondan los 1.200 euros. A eso hay que sumarle los honorarios de los abogados, los de los psicólogos y otras pruebas periciales. La cuenta resultante podría superar los 50.000 euros.

¿Y qué podría aducir la Infanta para que la Iglesia considere nulo su matrimonio? Las causas contempladas son muchas y de lo más variopintas. Están agrupadas en dos grandes alas: los impedimentos y los vicios de consentimiento. El primer apartado alberga causas de todo tipo, desde la impotencia del marido al descubrimiento de que, en realidad, es un asesino. No es, imaginamos, lo que barajarían los abogados de la Infanta a la hora de pedir la nulidad.

Es probable que se inclinaran más por los vicios de consentimiento. La nulidad "por incapacidad para asumir las obligaciones esenciales del matrimonio por causas de naturaleza psíquica", del canon 1095, es la más usada, y la que los expertos consultados le recomiendan a la Infanta. Se refiere a la inmadurez de alguno de los cónyuges a la hora de contraer matrimonio.

La inmadurez de alguno de los cónyuges, posible argumento para conseguir la nulidad eclesiástica

La ausencia de Jaime de Marichalar esta semana en dos actos sociales desató los rumores de que el duque había decidido desaparecer de la escena pública ante el inminente comunicado sobre el acuerdo de divorcio. Se excusó tanto de una cena privada el martes -"lo siento, me marcho de viaje"- como de los Premios Loewe, al día siguiente. Nada más lejos, el duque tenía compromisos profesionales fuera de España y regresó a Madrid el jueves por la noche.

En Zarzuela, el cerrojo respecto a esta cuestión es total. La consigna es "absoluto secreto". Según una fuente de la oficina de prensa de la Casa, "hay una avalancha de periodistas llamando en las últimas semanas, pero no nos han dicho absolutamente nada ni podemos dar ninguna información al respecto. Ni tan siquiera si, de producirse, se hará un comunicado oficial de la casa de Su Majestad, o se mandará de forma conjunta desde los despachos de sus respectivos abogados, Cristina Peña [por Marichalar] y Jesús Sánchez Lambás [por doña Elena], a la agencia oficial Efe". Ésta última será con seguridad la opción elegida.

Jaime de Marichalar y la Infanta Elena están viviendo con intensidad estos últimos días del proceso. De hecho, la tensión parece estar repercutiendo en la maltrecha salud del duque. Los comensales de un conocido restaurante madrileño lo comprobaron en primera persona cuando hace unos días los casi dos metros del duque terminaron tumbados en el suelo del local. Se encontró repentinamente mal. Al parecer, no fue más que una de las secuelas del ictus que padeció.

Dos años se cumplieron ayer (viernes 13) del cese temporal de su convivencia con la Infanta. Lo prolongado de esta "separación de hecho" tiene que ver con varios motivos, según fuentes cercanas a la Familia Real. Uno de ellos es que no se quería dar imagen de precipitación. La Reina, de hecho, no era partidaria de que las cosas fueran más allá. Piensa que la Monarquía exige estos sacrificios, los mismos que ella ha asumido. Para doña Sofía era prioritario mantener la esencia de la Institución.
Intoxicaciones

Otra razón de peso es que, como en todos los divorcios, los abogados de cada una de las partes han defendido firmemente sus respectivas posiciones. Las reivindicaciones de Jaime de Marichalar no han tenido que ver con el dinero, ni con la pretensión de conservar un estatus de privilegio. Su obsesión han sido sus hijos, tener acceso a ellos sin reparos. Felipe y Victoria vivirán con la Infanta Elena, que será quien tenga la custodia, pero el duque podrá disfrutar de ellos cuando quiera.

La custodia de los niños la tendrá la Infanta, pero él podrá visitarlos cuando desee

El trato al que han llegado -siempre marcado por la armonía, recalcan- es similar al de cualquier otro matrimonio que se hubiera divorciado de mutuo acuerdo, con el mismo convenio regulador en las visitas a los niños y lo concerniente a la pensión que Jaime de Marichalar deberá pasarle a la Infanta en concepto de manutención.

Todo a pesar de las informaciones vertidas estos días, encaminadas a intoxicar un proceso legal ya delicado de por sí. Han querido pintar a un duque ambicioso, ansioso por preservar un título que hasta ahora ostentaba sólo como consorte. Dijeron que Marichalar se ha resistido a volver a ser un ciudadano corriente, que pretendía quedar bajo el paraguas de la Casa Real. Bajo el grueso trazo de sus enemigos, Jaime hasta pretendía conservar la Tarjeta Oro de Iberia.

Según ha podido saber LOC, la mejor prueba de que esto no responde a la realidad es que los Reyes conservan el mismo afecto de siempre por el que es el padre de dos de sus nietos.

El futuro ex marido de la Infanta Elena tampoco necesita reivindicar ningún dinero. Aunque don Jaime ha dejado en estos dos últimos años la presidencia de la Fundación Axa Winterthur y el consejo de Cementos Portland, mantiene otras sillas (de hecho, aunque salió de Cementos Portland le recolocaron en el consejo de una filial menor, la Waste Recycling Group, manteniéndole un sueldo que ronda los 190.000 euros). Conserva su puesto como consejero de Sociedad General Inmobiliaria -que pertenece a Robert de Balkany, gran amigo del Rey y también de Marichalar-, que le reportaría unos 250.000 euros al año; también su puesto en el consejo del grupo de lujo LVHM (120.000 euros) y en el banco Credit Suisse (172.000 euros). Por no hablar de la herencia que le dejó su tía abuela Teresa, una fortuna patrimonial que en su día superaba los mil millones de pesetas.

Como directora de Proyectos Sociales y Culturales de Fundación Mapfre, la Infanta Elena puede percibir unos 200.000 euros al año.

Independientemente de si piden o no la nulidad a ojos de la Iglesia, una cosa está clara. La de Jaime de Marichalar será, sin duda, una situación excepcional: será el primer ex miembro de la Familia Real española.