28 de noviembre de 2009
Bibiana Aído, vapuleada en el Congreso
ABC.es - Noticias de España y del mundo
Sábado, 28 de Noviembre de 2009
Madrid
Noticias de Sociedad
Bibiana Aído, vapuleada en el Congreso
Sandra Moneo (PP), Carlos Salvador (UPN) y Concepció Tarruella (Unió) apabullaron a la ministra en el debate parlamentario
La ampliación del aborto divide al Congreso y obliga al Gobierno a buscar aliados
El católico Bono votó sí
D. P. | MADRID
En cuanto se supo que las enmiendas a la totalidad habían sido rechazadas, Trinidad Jiménez, Beatriz Corredor y Elena Espinosa se abalanzaron sobre Bibiana Aído. Solidaridad ministerial en forma de achuchones, besos y abrazos. Un poco de cariño para ayudar a la bisoña del Gobierno a pasar el mal trago que le correspondió ingerir ayer. Recibió leña y de la buena. La vapulearon, apabullaron y acorralaron. Por el estrado pasaron auténticos «bulldozers» parlamentarios que desmontaron sus débiles tesis en defensa del aborto libre. Argumentos adversos que intentaba digerir con sonrisa torcida de compromiso y un punto de rencor en la mirada.
Entre los fajadores que mejor atinaron en sus golpes destacaron la representante de Unió, Concepció Tarruella, el diputado de UPN, Carlos Salvador, y la popular Sandra Moneo. Salvador recordó a Aído que uno de sus razonamientos favoritos para defender la reforma del aborto era una falacia que por mucho que se repita no se hará realidad: «El Gobierno, señora ministra, pretende confundir cuando argumenta que el objetivo principal de la reforma -el principal, lo dijo aquí el señor presidente- es que las mujeres que decidan abortar no vayan a la cárcel. ¿Ha ido alguna mujer a prisión en el último cuarto de siglo, señora ministra? Ninguna».
Salvador, que calificó la reforma de «ilegítima, incongruente, injusta, inconstitucional, incompleta, inútil e inoportuna», no tuvo reparos en recordar uno de los más famosos dislates de Aído : «Pretenden engañar de forma grave y dolosa, cuando para justificar la necesidad de esta ley utilizan argumentos como el que le escuchamos a usted cuando dijo que un feto de 13 semanas era un ser vivo, pero no podía considerarse un ser humano. ¿Qué somos entonces todos nosotros cuando pasamos por esa etapa?».
El aborto y la crisis
Tarruella fue al grano desde el principio: «Quiero empezar denunciando la falta de consenso político y social previo a la presentación de este proyecto de ley y también su inoportunidad. En un momento en que todos, Gobierno y grupos parlamentarios, deberíamos centrarnos en sacar a España de la grave y singular crisis económica que padecemos, se nos remite un proyecto de ley que ha merecido el juicio desfavorable del Consejo Fiscal, no ha logrado pronunciamiento alguno del Consejo General del Poder Judicial y ha sido «indultado» por el Consejo de Estado al precio de proponer o aconsejar reformas en 21 de sus 23 artículos y en tres de sus seis disposiciones».
Pero fue Moneo la que se mostró más dura y brillante. «La existencia en el debate de hoy de cinco enmiendas a la totalidad -destacó- es un claro ejemplo de que su llamado consenso y las supuestas bondades de su nueva ley no gozan del apoyo parlamentario que una ley de estas características exigiría, porque el debate que hoy afrontamos, señorías, plantea una de las cuestiones más importantes que cabe defender en un parlamento. Estamos hablando de la vida, del derecho de todo ser humano a vivir, a nacer, a crecer y a desarrollarse como persona, un debate que supera y que va más allá de creencias religiosas o de posiciones ideológicas».
Y lanzó demasiadas preguntas sin respuesta: «¿Con qué clase de arbitrariedad se puede decidir que hasta las 14 semanas el no nacido no es merecedor de protección jurídica? ¿No es un bien jurídico protegido por el artículo 15 de la Constitución española? Ni Constitución española ni tratados internacionales ni convergencia europea; nada, absolutamente nada justifica la ley del aborto».
Sábado, 28 de Noviembre de 2009
Madrid
Noticias de Sociedad
Bibiana Aído, vapuleada en el Congreso
Sandra Moneo (PP), Carlos Salvador (UPN) y Concepció Tarruella (Unió) apabullaron a la ministra en el debate parlamentario
La ampliación del aborto divide al Congreso y obliga al Gobierno a buscar aliados
El católico Bono votó sí
D. P. | MADRID
En cuanto se supo que las enmiendas a la totalidad habían sido rechazadas, Trinidad Jiménez, Beatriz Corredor y Elena Espinosa se abalanzaron sobre Bibiana Aído. Solidaridad ministerial en forma de achuchones, besos y abrazos. Un poco de cariño para ayudar a la bisoña del Gobierno a pasar el mal trago que le correspondió ingerir ayer. Recibió leña y de la buena. La vapulearon, apabullaron y acorralaron. Por el estrado pasaron auténticos «bulldozers» parlamentarios que desmontaron sus débiles tesis en defensa del aborto libre. Argumentos adversos que intentaba digerir con sonrisa torcida de compromiso y un punto de rencor en la mirada.
Entre los fajadores que mejor atinaron en sus golpes destacaron la representante de Unió, Concepció Tarruella, el diputado de UPN, Carlos Salvador, y la popular Sandra Moneo. Salvador recordó a Aído que uno de sus razonamientos favoritos para defender la reforma del aborto era una falacia que por mucho que se repita no se hará realidad: «El Gobierno, señora ministra, pretende confundir cuando argumenta que el objetivo principal de la reforma -el principal, lo dijo aquí el señor presidente- es que las mujeres que decidan abortar no vayan a la cárcel. ¿Ha ido alguna mujer a prisión en el último cuarto de siglo, señora ministra? Ninguna».
Salvador, que calificó la reforma de «ilegítima, incongruente, injusta, inconstitucional, incompleta, inútil e inoportuna», no tuvo reparos en recordar uno de los más famosos dislates de Aído : «Pretenden engañar de forma grave y dolosa, cuando para justificar la necesidad de esta ley utilizan argumentos como el que le escuchamos a usted cuando dijo que un feto de 13 semanas era un ser vivo, pero no podía considerarse un ser humano. ¿Qué somos entonces todos nosotros cuando pasamos por esa etapa?».
El aborto y la crisis
Tarruella fue al grano desde el principio: «Quiero empezar denunciando la falta de consenso político y social previo a la presentación de este proyecto de ley y también su inoportunidad. En un momento en que todos, Gobierno y grupos parlamentarios, deberíamos centrarnos en sacar a España de la grave y singular crisis económica que padecemos, se nos remite un proyecto de ley que ha merecido el juicio desfavorable del Consejo Fiscal, no ha logrado pronunciamiento alguno del Consejo General del Poder Judicial y ha sido «indultado» por el Consejo de Estado al precio de proponer o aconsejar reformas en 21 de sus 23 artículos y en tres de sus seis disposiciones».
Pero fue Moneo la que se mostró más dura y brillante. «La existencia en el debate de hoy de cinco enmiendas a la totalidad -destacó- es un claro ejemplo de que su llamado consenso y las supuestas bondades de su nueva ley no gozan del apoyo parlamentario que una ley de estas características exigiría, porque el debate que hoy afrontamos, señorías, plantea una de las cuestiones más importantes que cabe defender en un parlamento. Estamos hablando de la vida, del derecho de todo ser humano a vivir, a nacer, a crecer y a desarrollarse como persona, un debate que supera y que va más allá de creencias religiosas o de posiciones ideológicas».
Y lanzó demasiadas preguntas sin respuesta: «¿Con qué clase de arbitrariedad se puede decidir que hasta las 14 semanas el no nacido no es merecedor de protección jurídica? ¿No es un bien jurídico protegido por el artículo 15 de la Constitución española? Ni Constitución española ni tratados internacionales ni convergencia europea; nada, absolutamente nada justifica la ley del aborto».