16 de noviembre de 2009

Parroquias al borde de la crisis

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Lunes, 16 de Noviembre de 2009

Madrid

Noticias de Sociedad

Parroquias al borde de la crisis


La parroquia del padre Carlos es una de las más pobres de la Archidiócesis de Madrid | DE SAN BERNARDO

LAURA DANIELE | MADRID
Las parroquias se han convertido con la llegada de la crisis en espacios cada vez más demandados por muchas familias que han pasado de la vulnerabilidad a la pobreza de un día para el otro. Las más solicitadas están casi siempre en los barrios periféricos, como la del padre Carlos Mario Toro, que funciona en un minúsculo barracón en pleno parque del barrio madrileño de San Fermín. A la espera de que el Ayuntamiento apruebe la obra del nuevo templo a pocos metros de allí, la crisis le ha pillado en las peores circunstancias.
«No tenemos espacio físico.Necesitamos poner en marcha programas de acción social, el banco de alimentos, programas para frenar el grave absentismo escolar que tenemos en la zona debido a la situación de muchas familias. Si tuviésemos el templo podríamos tener más posibiliades de trabajo», apunta este sacerdote atado de pies y manos por las condiciones precarias en las que funciona su templo, que por no tener no tiene ni baño ni agua potable.
El padre Carlos se sonríe cuando le preguntan si se siente un «okupa». Desde hace dos años y medio, cuando llegó a esta parroquia, viene celebrando misa en un espacio muy reducido cuyo terreno ni siquiera pertenece a la Diócesis. «En tiempos fuertes de Liturgia la gente sale por la puerta porque no cabemos», asegura el cura, quien se lamenta de no contar con la infraestructura necesaria para hacer frente a la gran repercusión social que tiene la parroquia en un barrio tan necesitado como el de San Fermín.
La Madre del Buen Pastor es junto a las de la Vicaría IV las que más ayudas reciben del Fondo Común Diocesano, un sistema puesto en marcha por la Iglesia para que las parroquias de las diócesis puedan ayudarse económicamente unas a otras. A través de este mecanismo cada templo pone en común con los demás sus bienes, algunos, los que están en zonas con más recursos, aportan más y, otros, como el del Buen Pastor, «aporta lo mínimo». «El otro día teníamos a una anciana muy pobre a la que se le había roto la puerta de su casa. El arreglo nos costaba 300 euros y no teníamos. Lo solicitamos al Arzobispado y pudimos darle una solución», señala el sacerdote, quien afirma que sin este fondo «no podríamos trabajar porque no nos da para nuestra propia subsistencia».
Tomar conciencia
Para responder a la cascada de necesidades que se agolpan diariamente a las puertas de estas comunidades, la Iglesia celebra hoy el Día de la Iglesia Diocesana con una colecta que tiene como «objetivo que los fieles tomen conciencia de su realidad de miembros de una Iglesia local que vive su fe y comparte sus bienes. El importe íntegro de la colecta lo recibe cada administración diocesana para cubrir los gastos generales de la misma, ayudar a las parroquias y las demás necesidades», explicó el vicesecretario para Asuntos Económicos del Episcopado, Fernando Giménez Barriocanal. Los donativos, las colectas y las suscripciones periódicas representan nada menos que el 70% de los recursos de la Iglesia.