7 de noviembre de 2009

Cae una red que explotó y vendió a unas cien mujeres rumanas

EL PAIS

Cae una red que explotó y vendió a unas cien mujeres rumanas

La trama las llevó a Cataluña con promesas falsas y luego las coaccionó

JESÚS GARCÍA - Barcelona - 07/11/2009

La policía ha dado un zarpazo a la explotación sexual de mujeres en la costa catalana. Una redada se ha saldado con la detención de 19 personas que integraban dos grupos entrelazados: uno, asentado en la turística Lloret de Mar (Girona), captaba a las chicas en Rumania y las obligaba a prostituirse en clubes de alterne y carreteras. La otra rama, afincada en Castelldefels (Barcelona), compraba chicas al primer grupo para nutrir sus locales con nuevas remesas. Los agentes creen que hay 100 mujeres afectadas.

La red mafiosa se dedicaba, desde hacía siete años, a captar chicas de la región de Prahovi (en el centro del país) con la promesa de un "trabajo digno" en Cataluña. Según la declaración de una de las víctimas, la banda les retenía el pasaporte y les obligaba a atender a los clientes "mediante amenazas y agresiones físicas".

Los agentes registraron cuatro pisos y tres locales: la sauna Perla Negra (en Barcelona) y los clubes Diana y Erotika, en la Costa Brava. Algunas mujeres explicaron ayer que no se sienten víctimas, aunque este diario no pudo localizar a las que sí expresaron esa condición ante la policía. "Alquilamos una habitación por 40 euros al día. Lo que ganamos es para nosotras. No sé qué les pasa a otras, pero a mí nadie me obliga a trabajar. Tengo libertad de ir y venir", dijo una meretriz del Diana.

Otra joven asegura que, en la Perla Negra, no observó señales de explotación. "Las chicas se quejaban de que, con la crisis, ser [prostituta] ya no sale a cuenta. Por eso, cuando hubo la redada, hicimos broma: ¡Era el día en que había más gente!", relató. A ese local y a otras saunas de Barcelona se han desplazado, precisamente, decenas de chicas rumanas que trabajaban en el club Riviera, el macroprostíbulo de Castelldefels cerrado por orden judicial.

La rama de Lloret, dedicada a la captación, actuaba también en las provincias de Lleida, Tarragona y Castellón y tomaba "medidas de seguridad extremas" para eludir el cerco policial. Así, su máximo líder cambió 12 veces de domicilio en el último año, y otras tantas de número de teléfono. Cuando se desplazaban, los miembros de la banda efectuaban "maniobras extrañas" con los coches.

La rama de Castelldefels, en cambio, llevaba una vida sedentaria y se surtía de mujeres "comprando directamente las víctimas destacadas" a otros grupos; muy especialmente, al de Lloret. "Las mujeres eran tratadas como simple mercancía que se compra y se vende", según la policía. La razón de estas transacciones -cuyo importe y condiciones se desconocen- es que el primer grupo tenía posibilidad de atraer a nuevas mujeres desde Rumania y podía "traspasarlas" después de haber sacado provecho de su trabajo durante meses.

Uno de los aspectos singulares de la operación es la presencia de un varón, que también fue captado en Rumania y se prostituía para la organización. El chico frecuentaba zonas de contacto de homosexuales y ligaba con ancianos para suministrarles somníferos y robarles a placer. También hurtaba a otros jóvenes con los que se relacionaba en aseos de estaciones y en la playa. Los robos estaban dirigidos por el máximo responsable de la trama, que junto a otras cinco personas ya ha ingresado en prisión por asociación ilícita, favorecer la inmigración ilegal y un delito relativo a la prostitución.

Entre los detenidos también están los propietarios de los prostíbulos. Según la policía, éstos llegaron a "pactos con las mafias" para que les suministraran la "materia primera". Los amos de los locales "se han lucrado durante años con la prostitución ajena" y eran "conscientes del abuso".