10 de septiembre de 2008
Miembros del antiguo Partido Comunista búlgaro cuelan a sus criminales en España
ABC - Martes 9, septiembre 2008 - Últ. actualización 15:54h
Miembros del antiguo Partido Comunista búlgaro cuelan a sus criminales en España
CARLOS HIDALGO MADRID
Martes, 09-09-08
La caída del llamado Telón de Acero, entre finales de los años 80 y principios de los 90, supuso el inicio del trasvase de delincuentes de la Europa del Este, hasta entonces sometida bajo la bota comunista, a nuestro país. Era la globalización de la delincuencia. Un claro ejemplo es lo que ocurre con determinados delincuentes y criminales búlgaros, que llegan a España bajo el paraguas de miembros del antiguo aparato del Partido Comunista de aquel país, indican fuentes policiales.
El estallido de los conflictos balcánicos y las contrarrevoluciones tras la caída del comunismo en Europa supusieron que muchos jerifaltes del régimen se llevaran dinero a manos llenas, dejaran los bancos vacíos y se formaran como grupos de criminales. «La delincuencia que había antes estaba fundamentalmente relacionada con el tráfico de drogas, con el consentimiento del Gobierno de entonces. Comienzan a delinquir: son los mismos comunistas que había antes».
Empezaron con extorsionarse los unos a los otros, hasta nuestros días. El delincuente búlgaro, según los expertos policiales, es «muy bueno», en el peor sentido de la palabra. «Son muy diligentes y especializados, grandes expertos en tráfico de drogas, billetes falsos y clonación de tarjetas», añaden.
La caída del Telón de ACero supuso el inicio del trasvase de delincuentes del Este a nuestro país
El Grupo XVI de la Brigada de Policía Judicial, que lucha contra el crimen de los países del Este, fue el encargado de hacerse con el mayor arsenal de armas: 50 makarov, ocho kalashnikov y 250 cajas de munición. Un saldo que no hace más que poner negro sobre blanco cómo se las gastan estas mafias.
En septiembre de 2007, se incautaron del mayor alijo de billetes falsos y de «mejor calidad» de Europa. El grupo estaba conformado por búlgaros y rumanos, a quienes se aprehendieron 403.000 euros falsos en billetes de 200.
Pero hay más. Cuando llegan a España, los búlgaros también vienen huyendo de los ajustes de cuentas de su país. Se dedican a «levantar» droga a traficantes, al tráfico de armas y a una de sus especialidades: el tráfico ilícito de vehículos. A principios de julio del año pasado, un hombre de esa nacionalidad caía tiroteado en plena calle de Chamberí. Se dedicaba a la venta de coches.
La posición geográfica de Bulgaria es ideal para importar droga desde su país a través de los Balcanes, indican las fuentes consultadas.
Los delincuentes polacos han ido regresando a su país. Los que quedan se dedican a los robos con fuerza en polígonos industriales y a atracos en joyerías. El botín se lo llevan en furgonetas a su país.
El «Grupo de Remigius»
Cuando se creó en 1999 un grupo especializado en estos delincuentes, sólo se abarcaba a países de la antigua Unión Soviética. Pero pronto, miembros del bloque comunista como los polacos y los ucranianos -había tres bandas de este último país, entre las que la de Luvou era la más fuerte, dedicada a la extorsión y la inmigración ilegal-, llegaron a España: extorsionaban a compatriotas que residiesen en Madrid por ese mero hecho. Así de fácil.
Les hacían pagar un canon por «techo», que es como lo llamaban, sinónimo de «protección». El canon era mensual y dependía del nivel adquisitivo de la víctima. Entonces, un obrero pagaba unas 9.000 pesetas al mes. De ahí, para arriba. Derivados de esos grupos hubo quienes extorsionaban a conductores de furgonetas del barrio de Aluche.
Una de las bandas más peligrosas surgidas era el «Grupo de Remigius», una red conformada por cuatro polacos con cuatro asesinatos a sus espaldas en España. Los polacos son una derivación de un grupo cercano a Varsovia, pero este tipo de delincuencia se ha ido desmantelando. A los georgianos también «se les metió caña». Muy violentos, extorsionaban a empresarios en la estación de Atocha. Se juntaban con mucha gente del Este para buscar «trabajo» en un lugar como la estación, punto de encuentro, y exigían dinero.
La comunidad rumana se ha convertido en la segunda más numerosa de Madrid, tras los españoles. Los cálculos oficiales hablan de unos 530.000 rumanos residentes en España; sin embargo, la cifra real podría ser casi del doble. El delincuente rumano suele provenir de zonas como Tandarei o Brailla. Tocan todos los palos, de lo más simple a lo más elaborado: clonación de tarjetas, hurtos en el Metro, falsificación de billetes, prostitución, tráfico de personas, falsedad documental...
«¡Vente aquí, que sale gratis!»
Viven por todos los sitios, pero especialmente en la zona del Corredor del Henares. El efecto llamada de las leyes españolas es fundamental para los delincuentes del Este: «¡Vente aquí, a España, que aquí sale gratis!», se ha llegado a interceptar en pinchazos telefónicos a estas bandas. «La principal característica de la reincidencia de estas bandas es la falta de penas», se quejan en la Policía. Es más, no por ser grupos del Este tienen rasgos comunes, porque, por ejemplo, los rumanos son de cultura latina, mientras que los búlgaros son eslavos.
Los serbios, bosnios y croatas no son muy numerosos. Fundamentalmente, son antiguos militares, que conocen a la perfección la mecánica de las armas. Los bosnios gitanos, por ejemplo, son especialistas en asaltos a viviendas por el método del «resbalón»: abren las puertas que no tienen la llave echada con tarjetas o trozos de plástico. Los rusos, por su parte, se dedican al tráfico de drogas y al blanqueo de capitales.
Son grupos con una disciplina interna muy importante. No en vano, los delincuentes kosovares, por ejemplo, son gente curtida en el fragor de la guerra. Llegaron a España como refugiados. Su disciplina les hace perfectos para los delitos que suponen tener conocimientos tecnológicos, por lo que se mueven como pez en el agua en la desactivación de alarmas. Como los albaneses, son expertos extorsionadores. En la operación «Luna», de febrero de 2007, que se saldó con 14 detenidos, se descabezó una banda con 600.000 euros en efectivo y 2 millones en joyas. Habían asaltado viviendas de lujo, entre ellas, las de los ex futbolistas del Real Madrid Emerson y Roberto Carlos.
Miembros del antiguo Partido Comunista búlgaro cuelan a sus criminales en España
CARLOS HIDALGO MADRID
Martes, 09-09-08
La caída del llamado Telón de Acero, entre finales de los años 80 y principios de los 90, supuso el inicio del trasvase de delincuentes de la Europa del Este, hasta entonces sometida bajo la bota comunista, a nuestro país. Era la globalización de la delincuencia. Un claro ejemplo es lo que ocurre con determinados delincuentes y criminales búlgaros, que llegan a España bajo el paraguas de miembros del antiguo aparato del Partido Comunista de aquel país, indican fuentes policiales.
El estallido de los conflictos balcánicos y las contrarrevoluciones tras la caída del comunismo en Europa supusieron que muchos jerifaltes del régimen se llevaran dinero a manos llenas, dejaran los bancos vacíos y se formaran como grupos de criminales. «La delincuencia que había antes estaba fundamentalmente relacionada con el tráfico de drogas, con el consentimiento del Gobierno de entonces. Comienzan a delinquir: son los mismos comunistas que había antes».
Empezaron con extorsionarse los unos a los otros, hasta nuestros días. El delincuente búlgaro, según los expertos policiales, es «muy bueno», en el peor sentido de la palabra. «Son muy diligentes y especializados, grandes expertos en tráfico de drogas, billetes falsos y clonación de tarjetas», añaden.
La caída del Telón de ACero supuso el inicio del trasvase de delincuentes del Este a nuestro país
El Grupo XVI de la Brigada de Policía Judicial, que lucha contra el crimen de los países del Este, fue el encargado de hacerse con el mayor arsenal de armas: 50 makarov, ocho kalashnikov y 250 cajas de munición. Un saldo que no hace más que poner negro sobre blanco cómo se las gastan estas mafias.
En septiembre de 2007, se incautaron del mayor alijo de billetes falsos y de «mejor calidad» de Europa. El grupo estaba conformado por búlgaros y rumanos, a quienes se aprehendieron 403.000 euros falsos en billetes de 200.
Pero hay más. Cuando llegan a España, los búlgaros también vienen huyendo de los ajustes de cuentas de su país. Se dedican a «levantar» droga a traficantes, al tráfico de armas y a una de sus especialidades: el tráfico ilícito de vehículos. A principios de julio del año pasado, un hombre de esa nacionalidad caía tiroteado en plena calle de Chamberí. Se dedicaba a la venta de coches.
La posición geográfica de Bulgaria es ideal para importar droga desde su país a través de los Balcanes, indican las fuentes consultadas.
Los delincuentes polacos han ido regresando a su país. Los que quedan se dedican a los robos con fuerza en polígonos industriales y a atracos en joyerías. El botín se lo llevan en furgonetas a su país.
El «Grupo de Remigius»
Cuando se creó en 1999 un grupo especializado en estos delincuentes, sólo se abarcaba a países de la antigua Unión Soviética. Pero pronto, miembros del bloque comunista como los polacos y los ucranianos -había tres bandas de este último país, entre las que la de Luvou era la más fuerte, dedicada a la extorsión y la inmigración ilegal-, llegaron a España: extorsionaban a compatriotas que residiesen en Madrid por ese mero hecho. Así de fácil.
Les hacían pagar un canon por «techo», que es como lo llamaban, sinónimo de «protección». El canon era mensual y dependía del nivel adquisitivo de la víctima. Entonces, un obrero pagaba unas 9.000 pesetas al mes. De ahí, para arriba. Derivados de esos grupos hubo quienes extorsionaban a conductores de furgonetas del barrio de Aluche.
Una de las bandas más peligrosas surgidas era el «Grupo de Remigius», una red conformada por cuatro polacos con cuatro asesinatos a sus espaldas en España. Los polacos son una derivación de un grupo cercano a Varsovia, pero este tipo de delincuencia se ha ido desmantelando. A los georgianos también «se les metió caña». Muy violentos, extorsionaban a empresarios en la estación de Atocha. Se juntaban con mucha gente del Este para buscar «trabajo» en un lugar como la estación, punto de encuentro, y exigían dinero.
La comunidad rumana se ha convertido en la segunda más numerosa de Madrid, tras los españoles. Los cálculos oficiales hablan de unos 530.000 rumanos residentes en España; sin embargo, la cifra real podría ser casi del doble. El delincuente rumano suele provenir de zonas como Tandarei o Brailla. Tocan todos los palos, de lo más simple a lo más elaborado: clonación de tarjetas, hurtos en el Metro, falsificación de billetes, prostitución, tráfico de personas, falsedad documental...
«¡Vente aquí, que sale gratis!»
Viven por todos los sitios, pero especialmente en la zona del Corredor del Henares. El efecto llamada de las leyes españolas es fundamental para los delincuentes del Este: «¡Vente aquí, a España, que aquí sale gratis!», se ha llegado a interceptar en pinchazos telefónicos a estas bandas. «La principal característica de la reincidencia de estas bandas es la falta de penas», se quejan en la Policía. Es más, no por ser grupos del Este tienen rasgos comunes, porque, por ejemplo, los rumanos son de cultura latina, mientras que los búlgaros son eslavos.
Los serbios, bosnios y croatas no son muy numerosos. Fundamentalmente, son antiguos militares, que conocen a la perfección la mecánica de las armas. Los bosnios gitanos, por ejemplo, son especialistas en asaltos a viviendas por el método del «resbalón»: abren las puertas que no tienen la llave echada con tarjetas o trozos de plástico. Los rusos, por su parte, se dedican al tráfico de drogas y al blanqueo de capitales.
Son grupos con una disciplina interna muy importante. No en vano, los delincuentes kosovares, por ejemplo, son gente curtida en el fragor de la guerra. Llegaron a España como refugiados. Su disciplina les hace perfectos para los delitos que suponen tener conocimientos tecnológicos, por lo que se mueven como pez en el agua en la desactivación de alarmas. Como los albaneses, son expertos extorsionadores. En la operación «Luna», de febrero de 2007, que se saldó con 14 detenidos, se descabezó una banda con 600.000 euros en efectivo y 2 millones en joyas. Habían asaltado viviendas de lujo, entre ellas, las de los ex futbolistas del Real Madrid Emerson y Roberto Carlos.