26 de septiembre de 2008

ETA asesina a un militar en Santoña con el tercer coche bomba en 24 horas

ABC - Lunes 22, septiembre 2008 - Últ. actualización 15:39h


ETA asesina a un militar en Santoña con el tercer coche bomba en 24 horas

Últimos atentados de ETA
Un pueblo bajo la ley de ETA
Se atribuye a dos grupos de «legales» del Vizcaya

Los tres coches fueron robados y cargados en Francia
El Ministerio del Interior cree que los tres coches utilizados por ETA en las últimas horas para atentar en Ondarroa, Vitoria y Santoña pudieron ser robados y cargados en Francia. Según aseguró hoy el ministro, Alfredo Pérez Rubalcaba, el coche bomba que explotó de madrugada en Santoña pudo ser robado en Francia el pasado 12 de septiembre y la Policía Vasca cree que el coche empleado en el atentado contra una sede de Caja Vital en Vitoria fue robado también en el país vecino. Por ello, se maneja la hipótesis de que los tres vehículos utilizados en los atentados de las últimas horas fueron robados y "presumiblemente" cargados en Francia.
D. M/P. M I MADRID.
Actualizado Lunes, 22-09-08 a las 15:39
A la tercera fue la vencida. El tercer coche bomba que los terroristas de ETA han hecho estallar apenas veinticuatro horas ha acabado con la vida de una persona. Un nuevo vehículo trampa explotó sobre la una de la madrugada en la localidad cántabra de Santoña, junto al Patronato Militar Virgen del Puerto, matando a una persona y dejando heridas a otras cinco. El brigada fallecido estaba destinado en Segovia y se encontraba pasando unos días de descanso en el Patronato Militar 'Virgen del Puerto', según informaron a fuentes del Gobierno de Cantabria. Su hijo Iván Conde, aseguró que la banda terrorista "nunca jamás" se saldrá con la suya, al tiempo que pidió al Gobierno "que haga algo" para evitar la muerte de personas inocentes.
El fallecido, Luis Conde de la Cruz, de 46 años, se disponía a abandonar el recinto del patronato por la puerta delantera del edificio cuando explosionó el coche bomba. El herido en el atentado, un subteniente, fue trasladado al Hospital de Laredo para ser intervenido quirúrgicamente, aunque no se teme por su vida.
El resto de heridos, cinco personas, eran viandantes que paseaban por la zona cuando el coche bomba explotó, sobre la 1.00 horas de esta madrugada, frente al edificio de la academia militar.
Este atentado de ETA con coche bomba es el tercero que se produce en poco más de 24 horas, después de los registrados ayer en Ondarroa (Vizcaya) y Vitoria y el segundo que ha provocado un fallecido tras las últimas elecciones generales.
Sobre la 1.00 horas de la madrugada y después de que los Cuerpos de Seguridad del Estado y la Policía Local comenzaran acordonar la zona, explotó el coche bomba, que estaba aparcado frente al Patronato Militar Virgen del Puerto de Santoña, ubicado en la calle Almirante Carrero Blanco, donde se podía ver gran cantidad de impactos de metralla tras la explosión.
Hasta el lugar se han desplazado Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, Bomberos, la Policía Local de Santoña y varias dotaciones de emergencias, que han atendido a los heridos en el lugar del suceso.
La explosión ha provocado un "gran socavón" en la zona donde se encontraba aparcado el coche bomba, mientras que el edificio de la academia militar de Santoña, que se encuentra junto al Paseo Marítimo de la localidad, ha resultado afectado en su fachada y aunque la verja de entrada presenta daños importantes, según ha explicado el delegado del Gobierno.
La explosión de este coche bomba eleva a 33 el número de atentados cometidos por ETA en Cantabria y se produce dos meses después de los últimos atentado ocurridos en Cantabria, cuando explotaron cuatro artefactos en Laredo y Noja.
Desde que en 1969 la banda terrorista atentara en Liébana, donde varios de sus miembros protagonizaron un tiroteo con agentes de la Guardia Civil, ETA ha cometido 32 atentados, el más grave y hasta hoy el único con muertos, el 19 de febrero de 1992, cuando la explosión de un coche bomba en el barrio La Albericia de Santander mató a tres personas e hirió a 21.
Santoña ya fue objeto de otro atentado el 8 marzo de 2006, cuando explotó un artefacto compuesto por cinco kilos de amonal en la sede de Falange, en esta localidad.
Nada más conocer la noticia, el delegado del Gobierno en Cantabria, Agustín Ibáñez, se acercó al lugar del atentado, al que también acudió la alcaldesa de Santoña, Puerto Gallego, y diversos miembros de la Corporación municipal
La onda expansiva también produjo cuantiosos daños materiales, no sólo en el Patronato, sino en los alrededores.
De nuevo, un comunicante anónimo que dijo hablar en nombre de ETA avisó pasada la medianoche a la DYA de San Sebastián de que un coche bomba explotaría a la una de la madrugada en la calle Almirante Carrero Blanco, cerca del Paseo Marítimo.
Los anteriores intentos de la banda asesina ya habían querido provocar una matanza y para ello «acumuló todas sus fuerzas» en dos coches bomba que, cargados con casi 200 kilos de explosivos, tuvieron en la madrugada de ayer por objetivos la Comisaría de la Ertzaintza de Ondárroa (Vizcaya) y la sede central de Caja Vital de Vitoria. No hubo muertos, pero sí heridos y grandes daños materiales.
En medios de la lucha antiterrorista no se alberga duda alguna de que la dirección etarra ha ordenado a sus «aparatos» y «comandos» redoblar los «esfuerzos» para desplegar una campaña de atentados y demostrar, de esta forma, que se encuentra en una situación de fuerza, pese a los recientes golpes sufridos por su «frente militar» —desarticulación de parte del «complejo Vizcaya»— y «político» —sentencia contra Gestoras pro Amnistía y la ilegalización del PCTV y ANV—. Además, la banda necesita «sacar músculo» ante sus presos para cerrar las fisuras abiertas por viejos cabecillas que critican a la actual dirección por la ruptura de la tregua. Con estos atentados, la banda aclara a los «rebelbes» que, por ahora, el único camino es el de «lucha armada».
En efecto, la banda ha lanzado en tan sólo una semana una ofensiva contra sus «tradicionales» objetivos: Fuerzas de Seguridad —atentado contra la Comisaría de la Ertzaintza y la bomba lapa contra un policía en Bilbao—; empresarios —ataque a la sede de la Caja Vital—, y políticos —posible secuestro fallido de un concejal en Alcobendas (Madrid).
Prueba del empeño de ETA por demostrar que tiene a su maquinaria asesina perfectamente engrasada y con capacidad, por tanto, de causar gran daño, es el hecho de que desde junio de 2002 no hacía estallar dos coches bomba en el intervalo de pocas horas. El dirigido contra la Comisaría de Ondárroa estalló a las cuatro y media de la madrugada. Los criminales «querían —así lo afirmó el consejo vasco de Interior, Javier Balza— una masacre en la que perdieran la vida el mayor número de agentes posible». Y los etarras pusieron todos los medios para alcanzar este objetivo. En primer lugar, no avisaron de la existencia del coche bomba, que colocaron de forma «estratégica» para que provocara el mayor cifra de víctimas —once personas resultaron heridas—. Así, cruzaron el vehículo, un Peugeot 307 familiar, en la calzada junto a un muro cerca de la puerta principal de la Comisaría. Para amplificar el efecto de la carga, orientaron el maletero —donde estaba colocada la bomba con unos cien kilos de explosivos— hacia las dependencias policiales. Pero aquí no termina el salvaje plan diseñado por los criminales. Por si fuera poco, tendieron una trampa a los agentes de la Comisaría. Consistió en el lanzamiento de dos cócteles molotov momentos antes de que se produjera la gran explosión. Con los artefactos incendiarios, los criminales pretendían que los ertzainas salieran de la dependencia policial y «pillarlos» en la calle en el instante en en que estallaban los casi cien kilos de explosivos preparados en el maletero. Pero los agentes no cayeron en el «cebo», y como marca el protocolo de seguridad, en lugar de salir de la Comisaría por la puerta principal —enfrente estaba la máquina asesina—, lo hicieron por las laterales. Gracias a ello salvaron la vida. La misma suerte tuvieron los cuatro ocupantes de un vehículo que, al ver al Peugeot 307 hacer una maniobra extraña, intuyeron de que se trataba de un atentado etarra y dieron marcha atrás para abandonar rápidamente la zona.
Cristales como cuchillos
La explosión fue tan potente que el vehículo utilizado por los criminales se levantó del suelo varios metros y parte de sus restos —los más grandes— cayeron a la ría Artibai. Convertidos ya en un amasijo de hierros, fueron recuperados horas después por buzos de la Ertzaintza. La onda expansiva alcanzó a las casas próximas a la Comisaría, entre ellas una guardería, y algunos vecinos vieron cómo trozos de cristales de más de veinte centímetros se clavaban como cuchillos en los colchones sobre los que dormían. De los once personas heridas, únicamente dos tienen pronóstico reservado. Un ertzaina está ingresado en el hospital Galdácano con una fractura en una mano, rotura de tímpano y contusiones, y una joven de 15 años en el hospital de Cruces con fractura cráneo-encefálica y parietal.
Sobre los autores del atentados, la Ertzaintza ya tiene alguna pista. Sus movimientos han quedado recogidos por las cámaras de seguridad de la Comisaría. En ellas se ve cómo cruzan el coche bomba en la calzada, abren el maletero y lanzan los cócteles molotov mientras se dan a la fuga. Esto ha llevado al consejero vasco de Interior a decir que pronto se «abrirán líneas de investigación».
Javier Balza también destacó que el «modus operandi» utilizado por los etarras en este salvaje atentado, aunque tiene algunos «elementos novedosos» —el lanzamiento de los cócteles molotov como «cebo»—, guarda varias similitudes con el perpetrado contra la casa cuartel de Legutiano, en el que fue asesinado el guardia civil Juan Manuel Piñuel.
Horas antes del atentado en Ondárroa estalló el coche bomba —cargado con 82 kilos de explosivo— colocado contra la sede central de la Caja Vital, en el barrio vitoriano de Salburúa. El vehículo, un Renault Clio, fue estacionado por los terroristas delante de la entrada principal. En esta ocasión sí hubo llamada previa avisando de su colocación, lo que permitió desalojar a los vigilantes del edificio, que se encuentra en una zona en la que no hay viviendas. La llamada se realizó desde una cabina pública de Galdácano.
La existencia de un pequeño muro que rodeaba el inmueble hizo que el efecto de la bomba fuera un poco menor, aunque sufrió numerosos daños en las ventanas y en la fachada, pero no está afectada la estructura ni la central del sistema informático. Las grabaciones de las cámaras también están siendo examinadas.