4 de junio de 2012
España y Brasil negocian un fin a la ‘guerra de repatriaciones’
RELACIONES BILATERALES
FRANCHO BARÓN / ÁLVARO DE CÓZAR Río de Janeiro / Madrid 3 JUN 2012 - 23:29 CET143
España y Brasil tratarán hoy de poner fin hoy a la guerra de repatriaciones que desde hace cuatro años pone en peligro las relaciones entre ambos países. Un grupo de trabajo formado por autoridades consulares y policiales de las dos partes se reunirá en Madrid para estudiar la manera de suavizar los criterios de entrada a los brasileños que vienen de visita a España y a los españoles que hacen lo mismo en el país sudamericano.
El conflicto empezó en marzo de 2008. Fue entonces cuando se conoció que en el primer trimestre de ese año, España había devuelto a su país a un millar de brasileños. La prensa local se hizo eco del asunto y publicó casos de compatriotas que habían sido expulsados al llegar al aeropuerto de Barajas. Hubo artículos sobre turistas, estudiantes o conferenciantes que habían sido retenidos en el aeropuerto por la policía fronteriza por no cumplir alguno de los requisitos de entrada y se criticó el excesivo celo de los agentes en el cumplimiento de la normativa.
El Gobierno brasileño decidió entonces pagar con la misma moneda y anunció medidas de reciprocidad. Esas medidas no se han puesto por escrito hasta este año. Desde principios de abril, Brasil exige a los turistas españoles mostrar un billete de vuelta, acreditar medios económicos para la estancia en el país y una reserva de hotel o una carta de invitación de la persona donde el turista se vaya a alojar.
Desde principios de abril, Brasil exige a los viajeros españoles los mismos requisitos que España demanda a los turistas brasileños
Esos requisitos son prácticamente los mismos que se exigen en España desde la publicación en el BOE de una orden del 10 de mayo de el año 2007.El Ministerio de Exteriores señala en su página web que los visitantes de países que no necesiten visado —sin contar a los miembros de la UE que puedan circular libremente— deberán acreditar la cantidad de 64,14 euros por persona y día, con un mínimo de 577,26 euros. También deberán mostrar el billete de vuelta y un documento que acredite donde se van a alojar o una carta de invitación de la persona que les va a hospedar si se trata de un particular.
Esa normativa es una trasposición más concreta de la normativa europea Schengen que solo habla de “estar en posesión de un documento de viaje”, “un visado cuando sea necesario” y “disponer de medios subsistencia suficientes y no estar considerado una amenaza”.
En el Gobierno de Brasilia nunca sentó bien que España rechazase a sus nacionales por no llegar a Madrid con todos los documentos necesarios. Uno de los casos más recientes publicados por la prensa brasileña fue la retención y expulsión de una anciana que a duras penas podía levantarse de una silla de ruedas.
En Brasil tampoco se entienden estas expulsiones en un momento en que el gigante sudamericano navega viento en popa mientras España no consigue salir de la crisis económica. En síntesis, los controles fronterizos españoles se interpretaban últimamente como un acto de arrogancia sin sentido.
Actualmente pocos brasileños viajan a España con el objetivo de buscarse la vida. Sin embargo, muchos jóvenes españoles han visto en Brasil una vía de escape a la crisis. En el país sudamericano la economía está en plena efervescencia y existe una demanda permanente de mano de obra cualificada en sectores como la construcción o cualquier ingeniería. Muchos arquitectos españoles trabajan hoy en Brasil en situación irregular.
El exceso de celo en los controles fronterizos españoles se ve en Brasil como un acto de arrogancia sin sentido
Desde el pasado 2 de abril, en los aeropuertos internacionales de Sao Paulo y Río de Janeiro se puede observar cómo los españoles que llegan son controlados en una fila aparte. Todos tienen que presentar la misma documentación exigida a los brasileños que llegan a España. Durante el primer mes de reciprocidad 31 españoles fueron rechazados en las fronteras brasileñas.
Ante esta evidencia, las autoridades españolas pretenden "solucionar este problema como sea", en palabras de una fuente oficial. “Nos hemos dado cuenta de que exigir todos estos requisitos en la frontera nos está causando más problemas que si no los exigiéramos, porque sabemos que los brasileños han dejado de ser un problema para España desde el punto de vista de la inmigración ilegal”, sentencia.
El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, escenificó el pasado 16 de mayo en Brasilia el fin del contencioso fronterizo junto a su homólogo brasileño, Antonio Patriota. El jefe de la diplomacia española calificó de “compromiso y no de promesa” la revisión de los controles fronterizos a los nacionales brasileños. Semanas antes, Patriota aseguraba que Brasil está dispuesto a suspender las medidas de reciprocidad si España hace lo propio. De momento, en Madrid ya existe la directriz de “aflojar el control de brasileños en Barajas”, en palabras de una fuente de la administración española. “Lo que sucede es que de momento la orden parece no haber llegado al 100 % de los agentes de frontera”, añade.
Prueba de ello es que dos días después de la fotografía de García-Margallo y Patriota estrechándose la mano, el artista plástico bahianoMenelaw Sete fue retenido en el aeropuerto de Madrid y no pudo continuar su viaje a Milán, donde lo esperaban para la inauguración de una exposición. Muy popular en Salvador de Bahía, Menelaw fue deportado y a su llegada a Brasil detonó otro escándalo en la prensa.
El conflicto con Brasil parece resolverse pero amenaza con extenderse a otros países latinoamericanos. El viernes pasado, el Gobierno de México expresó su preocupación ante el aumento de casos de ciudadanos mexicanos rechazados a su llegada a España. Es un hecho que “claramente no refleja los excelentes niveles” de cooperación bilateral, señaló en un comunicado la la Secretaría de Relaciones Exteriores de México. El Gobierno mexicano ha reiterado a España “que el objetivo de la mayor parte de los visitantes mexicanos es realizar actividades turísticas, académicas, de negocios o reencontrarse con familiares”.
"Solo deseo que esto no le pase a nadie más. Cuando me soltaron nadie me dio una disculpa", dice una mexicana retenida 22 horas en Barajas
Es el caso de Ana Patricia Goenaga, de 51 años. Hace unas semanas, esta mexicana viajó a España para atender una emergencia. Su hija, de 31 años había sido operada de apendicitis y la intervención se había complicado. A su llegada al aeropuerto de Barajas, la policía le preguntó que por qué no traía dinero en efectivo y le pidió que mostrara la carta de invitación de la persona con la que se iba a alojar. "Les conté lo que le pasaba a mi hija, les dije que tuve que salir precipitadamente de México y les enseñé mi pasaporte. Había venido en navidades a España y había estado en Europa durante dos meses y medio pero aún no se habían cumplido los 90 días de estancia en el país. Les dio igual".
Los policías la retuvieron en una habitación del aeropuerto junto con otros viajeros. Antes de que le quitaran el móvil, Ana Patricia pudo llamar a su hija para contarle que estaba retenida. Pasaron unas cinco o seis horas, según el relato de la mujer, hasta que una abogada de oficio se presentó para atender su caso. "Le conté lo que había pasado, pero cuando estaba a solas con ella me dijo que le podía contar la verdad. Hasta tres veces me lo dijo. Sentí impotencia. Mucha rabia. Me di cuenta de que nadie me podía ayudar".
Del hospital llegó un documento en el que se comunicaba la situación de su hija. "Eso tampoco les importó", dice Ana Patricia por teléfono desde el hospital donde su hija sigue convaleciente. Finalmente fueron las amigas de su hija y otros familiares de Ana Patricia los que se pudieron en contacto con el Consulado de México en España para solucionar el problema. En total, la mujer pasó 22 horas en el aeropuerto. "Vine para cuidar de mi hija y calmarla y conseguí todo lo contrario. Solo espero que estas cosas no vuelvas a suceder. Estuve todo ese tiempo sin ayuda y en presencia de policías armados. Cuando me soltaron nadie me dio una disculpa".
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