20 de junio de 2012
“Heydrich fue el Hannibal Lecter de los nazis”
'PRAGA MORTAL', EL NUEVO PHILIP KERR
EL PAIS - JACINTO ANTÓN Barcelona 22 MAY 2012 - 20:31 CET52
En feliz coincidencia con el 70º aniversario de la muerte de uno de los peores nazis, Reinhard Heydrich, asesinado en Praga por paracaidistas checoslovacos adiestrados por los servicios secretos británicos, llega a Barcelona Philip Kerr con su última novela bajo el brazo, una novela en la que precisamente juega un papel central ese frío criminal adjetivado como "la bestia rubia" o, de manera más ajustada a su trabajo, "el verdugo de Hitler". Heydrich, general de las SS, jefe de los servicios de seguridad del III Reich y planificador técnico del Holocausto, entre otras siniestras actividades, resultó herido en el atentado perpetrado de manera bastante chapucera por los paracaidistas Kubis y Gabcik el 27 de mayo de 1942 y murió el 4 de junio de septicemia en el hospital en el que permanecía ingresado.
En Praga mortal (RBA, en catalán en La Magrana), la octava novela protagonizada por su detective Bernie Gunther, Kerr pone al investigador a trabajar por cuenta de Heydrich, a la sazón gobernador de la Checoslovaquia ocupada por los nazis, en un caso de asesinato. Gunther tiene que descubrir al culpable de la muerte de un oficial de las SS entre sus compañeros de la hermandad de la calavera reunidos por Heydrich en la capital.
Le pregunto a Kerr las causas del renovado interés por ese déspota, criminal y villano (y violinista, esgrimista y aviador de combate), al que se le dedican novelas como HHhH, de Laurent Binet, o una nueva biografía —la interesantísima Hitler’s hangman, de Robert Gertwarth (Yale, 2012)—. "Es la esencia del nazismo", responde el escritor, que ha adelgazado de manera extraordinaria y se muestra satisfecho de ello, aunque su expresión pícara se ha endurecido considerablemente. "Era además un tipo muy inteligente, valiente y eficiente, muy alemán; hay que añadir a eso que fue asesinado, lo que siempre agrega atractivo. Hay una calidad operística en su vida". Heydrich actuó empujado por una necesidad de ser más nazi que nadie. "Sí, en parte por las sospechas sobre sus raíces judías, que yo no creo que fueran ciertas, pero que a él le causaron muchos quebraderos de cabeza”.
Kerr asegura no leer novelas sobre el nazismo sino solo libros de historia acerca del periodo, aunque hizo excepciones con las de Hans Fallada —al que publica ahora en España Maeva— y la canónica La noche de los generales de Hans Helmunt Kirst, con la que de alguna manera arranca la novela policiaca ambientada en la II Guerra Mundial.
A Kerr le ha interesado enormemente, por supuesto, que Heydrich fuera un grandísimo lector de novelas policiacas (Gertwarth habla de un "insaciable apetito por el género"). "De hecho fue ese conocimiento literario de lo que echó mano para impresionar a Himmler y conseguir que este lo fichara a fin de crear el departamento de inteligencia de las SS, el SD". El novelista opina que Heydrich, gran oportunista, hubiera llegado lejos de no haber sido asesinado. Es difícil evitar un escalofrío. ¿Habrían sido 12 millones los judíos exterminados en lugar de seis? "Es concebible. Hubiera inyectado más eficacia aún a la maquinaria criminal". Entonces, estuvo bien matarlo, pese a las consecuencias… "En mi opinión, fue una decisión correcta, Heydrich era el más letal de los nazis, asesinarlo provocó terribles represalias, fue desde luego una desgracia para el pueblo de Lidice, arrasado por las SS, pero sin duda evitó muchísimas más muertes. Y sirvió de advertencia para los nazis, y de motivo de estímulo para la Resistencia en Checoslovaquia y en toda la Europa ocupada".
Se ha dicho que en la muerte de Heydrich, que pareció recuperarse en el hospital, pudo haber una mano negra, movida por las envidias y rivalidades en el seno del III Reich. A Kerr le encanta el tema. "Es un buen asunto narrativo, aunque en realidad creo que no hubo ese juego sucio. Heydrich era de una lealtad absoluta a Himmler y ambos estaban más cercanos de lo que se ha sugerido. Donde hay un misterio aún es en la posibilidad de que se usara en el atentado toxina botulínica, en las granadas suministradas a los paracaidistas por el servicio secreto británico. Es lo que habría provocado el envenenamiento de las heridas de metralla de Heydrich. Habría sido el primer acto de guerra biológica de la historia, pero, claro, eso se habría mantenido en estricto secreto".
¿De dónde cree que viene la fascinación que provoca el personaje? "Es la fascinación del mal absoluto, con mayúscula, igual que Drácula. Heydrich es el Drácula de los nazis, el Hannibal Lecter de los nazis". Con su cinismo y su brillante inteligencia que lo elevan por encima de sus burdos camaradas nazis, Heydrich, como Hannibal el caníbal, puede provocar no simpatía pero sí cierta empatía, empathy with the devil.¿Veía ese peligro en la novela, en la que Gunther tiene tantos diálogos ingeniosos con Heydrich? "Creo que los capítulos finales impiden cualquier tipo de inclinación favorable hacia Heydrich por parte del lector, ahí aparece definitivamente con toda su maldad. Desde el principio sabía que habría algo insoportable al final que mostraría sin ambages y sin la mínima duda la verdadera naturaleza del fascismo".
Praga mortal, salvando el contexto, recuerda las novelas canónicas tipoDiez negritos de Agatha Christie. "Sí, es de esa clase, tiene mucho de las novelas de misterio rurales. El argumento apareció durante una visita a Praga, estuve en la antigua casa de Heydrich y me sugirió una casa de campo inglesa. Fue al ver el lugar que tuve la asociación de ideas. Aquí Bernie Gunther es un personaje tipo Poirot". Y, claro, la gracia es que los sospechosos son todos asesinos, tipejos de las SS culpables de crímenes mucho mayores que el que investiga Gunther… "Ese es el tema vertebral de toda la serie de novelas y lo que hace tan interesante escribirla: que los crímenes que resuelve Bernie, su investigación, se realizan sobre el telón de fondo de las atrocidades del nazismo y de la II Guerra Mundial. El asesinato en primer plano de una persona mientras se está matando a millones".
Gunther no permanece inactivo: se prepara una serie de televisión sobre sus aventuras y Kerr está escribiendo ya la siguiente novela, A man without breath, en la que el detective deja la Kripo y es reclutado por la Oficina de Crímenes de Guerra alemana. "Poca gente lo sabe y parece increíble, pero durante la II Guerra Mundial funcionó esa agencia para investigar y penalizar casos de comportamiento criminal de los soldados, como forma de mostrar que la Wehrmacht era ajena a las brutalidades de las SS y luchaba limpiamente. Se llegó a fusilar a militares que habían cometido violaciones o asesinatos, aunque a veces se les ejecutaba a poca distancia de donde los Einsatzgruppen, las escuadras móviles de la muerte, perpetraban sus matanzas masivas".
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