11 de junio de 2012
Stalin pernocta en el Poder Judicial
“A veces parece que fue una lástima que Noé y todos los de su grupo no perdiesen el barco”, decía el escritor Mark Twain, a principios del siglo XX, con una ironía rayana con el sarcasmo, porque en demasiadas ocasiones la conducta de los humanos rebasa el nivel máximo tolerable de estupidez.
Iósif Stalin, que gobernó con mano de hierro la Unión Soviética durante los años treinta y cuarenta del siglo pasado, hasta su muerte en 1953, pasó a la historia por sus famosas purgas, en las que físicamente exterminaba a sus adversarios políticos —unos 700.000 fusilados— y uno de cuyos ejemplos más conocidos fue Trotski, asesinado en 1940 en México por el estalinista Ramón Mercader. Sin embargo, la eliminación física de los rivales no era suficiente, porque quedaba la memoria. Por eso, durante todos esos años, el régimen comunista se encargó de borrar toda huella del pasado que pudiera ser comprometida y de reescribir la historia.
Así, el nombre del disidente que caía en desgracia era suprimido de libros y enciclopedias, y las fotografías en las que aparecía con Stalin o con otros líderes del partido o del Gobierno eran trucadas oficialmente y de forma inmisericorde. Del tipo no quedaba ni rastro, como se puede apreciar en las imágenes que ilustran la página. En la primera, se puede apreciar a Nikolái Yezhov, a la derecha, que era comisario político y mano derecha de Stalin (con la mano en el pecho dentro del abrigo) en la etapa de la Gran Purga, entre 1936 y 1938. Mólotov y Voroshílov aparecen junto a Stalin. Sin embargo, Yezhov cayó en desgracia y fue ejecutado en 1940, por lo que la imagen fue retocada y su figura suprimida.
En los últimos días, el Consejo del Poder Judicial, que se ha convertido en una caja de sorpresas, parece haber decidido emular los procedimientos de Stalin.
El jueves pasado retiró de Internet —en un principio la retirada era definitiva, pero luego solo fue de unas horas— cuatro vídeos de viajes internacionales de Carlos Dívar a Colombia, República Dominicana, Panamá y Chile. Fuentes del Consejo explicaron que con la medida trataban de evitar que algunos medios de comunicación obtuvieran imágenes de una de las personas que suele acompañar al presidente del Supremo en todos sus viajes y que, según algunas fuentes, podría haber sido la persona que había compartido cenas de lujo con él.
Este periódico y algún diario digital, como vozpópuli, ya habían publicado fotos del personaje, aunque sin identificarle. Desde el Consejo explicaron que los vídeos se repondrían, pero con la cara de esta persona pixelada por tratarse de un miembro de los Cuerpos de la Seguridad del Estado. Sin embargo, en ninguno de los vídeos la cara del policía se retocó, sino que, como en las fotos de la Unión Soviética, se eliminaron escenas en las que aparecía esta persona, como una del vídeo de Colombia, en la que el presidente y su séquito bajaban por una escalera en Cartagena de Indias. Al final, y al conocer que EL PAÍS iba a informar del escándalo, los vídeos originales fueron repuestos.
Pero ese no es el único rastro que el Consejo intentó borrar. Ese ayudante personal del presidente se instaló en unas dependencias de la primera planta del edificio, en lo que había sido un archivo, tanto es así que disponía hasta de puerta blindada. Y allí, en la entrada figuraba un flamante rótulo con su cargo: “Jefe de seguridad y ayudante del presidente”, seguido de su nombre.
Hace unos días el letrero fue retirado, parece ser que para evitar que alguien pasara con una cámara y le hiciera una foto. Tras los jocosos comentarios del personal del CGPJ, el rótulo fue repuesto el viernes pasado.
A la vista del cariz que toman los acontecimientos será mejor que tenga cuidado, no le vayan a desaparecer las cinco condecoraciones que ostenta: una medalla al mérito policial con distintivo blanco; otra medalla al mérito de la Guardia Civil con distintivo blanco, una cruz de San Raimundo de Peñafort sencilla y otra distinguida, todas ellas entre 1996 y 2005. En 2010 le fue concedida la medalla al mérito policial con distintivo rojo, es decir, pensionada de forma vitalicia con el 10% sobre su sueldo. Poca gente tendrá un historial como ese con el tipo de actividad que realiza.
Y esperemos que no caiga ahora en desgracia, y que no le ocurra lo que a Yezhov, el rival de Stalin.
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