20 de junio de 2012
“Hay una cierta ‘onegeización’ de algunos servicios sociales”
SEBASTIÁN MORA, SECRETARIO GENERAL DE CÁRITAS ESPAÑA
EL PAIS - CARMEN MORÁN Madrid 17 JUN 2012 - 20:23 CET30
Cáritas, la organización solidaria de la Iglesia, dispone de 61.783 voluntarios y alrededor de 5.000 trabajadores remunerados que, en medio de esta crisis, se hacen pocos. A pesar de las carencias sociales, su número de voluntarios se ha incrementado, las donaciones privadas aumentado 17 millones de euros y la financiación de las empresas crecido un 85%. La Conferencia Episcopal donó en 2011 cinco millones, el 2,17% del presupuesto. Y avisan de que si pagan el IBI podría peligrar Cáritas. Sebastián Mora (Málaga, 1966), secretario general de Cáritas, pone paños calientes a la polémica.
Pregunta. Si la Iglesia paga el IBI ¿peligra Cáritas?
Respuesta. Los datos que se han dado no toman la globalidad de la aportación de la Iglesia, que no hay que confundirla con la Conferencia Episcopal Española. Iglesia es la inmensa mayoría de los locales diocesanos y parroquiales donde Cáritas realiza su labor, es su base social, sus socios y donantes. No se puede decir que la Iglesia solo aporta los cinco millones que en 2011 donó la Conferencia. ¿Si peligraría Cáritas? La tradición de la Iglesia es redoblar esfuerzos cuando hay carencias. Aunque no hubiera exenciones tributarias [del IBI], seguirían redoblando esfuerzos como lo ha demostrado estos años en los que ha bajado la aportación pública: en 2010 el presupuesto de donantes privados creció en 17 millones y ahí hay católicos y no católicos.
P. Pero la Conferencia avisa.
R. Es una afirmación en un contexto general, no se puede decir que la Conferencia haya dicho eso, es una declaración del arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia, monseñor Rouco, pero nunca ha dicho que Cáritas se vaya a ver mermada. Es una reflexión más o menos abierta donde se dice un ‘por ejemplo’.
P. Da la sensación de que Cáritas está poniendo la otra mejilla...
R. Cáritas es Iglesia y quien la sostiene es la Iglesia, en el sentido de pueblo de Dios.
P. ¿Sintonía total con la Conferencia Episcopal?
R. No puede ser de otro modo, somos Iglesia, dependemos de la Conferencia, que es quien me nombra a mí. Sintonía, coordinación y trabajo conjunto, pero cada uno tiene funciones distintas, unos más de reflexión y otros más de acercamiento a la pobreza.
P. La mayoría de voluntarios son laicos, ¿no les afectarán esas declaraciones de algún obispo?
R. Son cristianos, más del 90% está inscrito en las Cáritas parroquiales. Una amplísima mayoría es católica y practicante.
P. ¿No les afecta ese discurso?
R. No puedo hablar por ellos.
P. ¿Temen que les afecte?
R. No. En los últimos años el voluntariado ha ido creciendo, y los donantes. Los voluntarios están enraizados en la realidad social y sufren con los que más sufren; tienen una profunda capacidad de leer la realidad y saben vivir las contradicciones y trascender pequeñas historias para construir las grandes.
P. ¿Cómo vive Cáritas la crisis?
R. Quitemos el adjetivo crisis. Hemos pasado de la coyuntura a la estructura, de la emergencia social a un nuevo modelo de sociedad que sufre una pobreza más extensa, intensa y crónica. El 40% de las personas en nuestra atención primaria llevan más de tres años como usuarios; antes venían de una manera más puntual. Y cada vez es mayor la distancia entre los que tienen y no tienen. Y se reduce la posibilidad de acceso a derechos y servicios. Cáritas vive esto con dolor y preocupación.
P. El decreto de Sanidad deja fuera a muchos inmigrantes.
R. Deja fuera a una parte importante de los colectivos de severa exclusión. Y ojo, no son esos que han venido en circunstancias tremendas, colados por la frontera, no; es la ecuatoriana que cuidaba a mi madre y ha perdido el trabajo; o la que limpiaba en nuestra oficina: su situación es sobrevenida. Nos preocupa que el derecho de la salud haya pasado a ser la prestación del asegurado. En 2010 dedicamos cinco millones a medicamentos. Ahora serán más. No es nuestra función ser una red paralela de atención sanitaria sino reclamar derechos. Habrá que racionalizar el gasto, pero no se puede empezar por el más débil.
P. ¿Cuál debe ser la relación servicios sociales-voluntariado?
R. Complementaria, no de sustitución. Debemos ser subsidiarios a la labor de las Administraciones Públicas. El 65% de los que vienen a atención primaria son derivados de los municipios. Es una barbaridad. Y hay que huir de falsas dicotomías como que lo público es de mala gestión y caro.
P. ¿Las subvenciones públicas que reciben están a la altura de la gente que les están derivando?
R. Las subvenciones están bajando a todos los niveles, pero no queremos dar una cifra. Pero sí, necesitamos la ayuda de todos.
P. Es muy recurrente la llamada al voluntariado que se hace desde la Administración.
R. Hay cierta intención de onegeización de algunos servicios sociales. Parte de la expansión del tercer sector se debe a eso. La gestión de derechos ha de estar tutelada por la Administración, aunque hay que seguir fomentando el voluntariado.
P. ¿Cómo se está haciendo?
R. No de forma correcta. Desde hace 10 años el voluntariado se plantea para potenciar ciertos servicios hacia la comunidad y eso, como filosofía, podría esconder cierta suplencia de algunas labores por el voluntariad
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