11 de octubre de 2008

El Cervantes debe buscarse la vida

ABC.ES - 10/10/08

El Cervantes debe buscarse la vida

ANTONIO ASTORGA MADRID
Viernes, 10-10-08
Quiso la Providencia que el día de ayer -reu-nión del Patronato del Instituto Cervantes y concesión del premio Nobel de Literatura- coincidiera con el 561 aniversario del bautizo de Miguel de Cervantes. Acaeció un 9 de octubre de un lejanísimo año del Señor de 1547, en la Iglesia de Santa María la Mayor de Alcalá de Henares. El Palacio de El Pardo, donde estaban citados los patronos cervantinos, entre ellos Mario Vargas Llosa, amaneció con tímidos rayos de sol cruzando sus alambicadas claraboyas para posarse sobre el tapete de la mesa de honor. Un ejército de cámaras, blocs y ordenadores alteraba la paz de Palacio en busca de la «noticia»: una hipotética concesión del premio Nobel de Literatura a Vargas Llosa, tantos años de perpetuo candidato.
«¿Será este año por fin? ¿Habrá justicia poética y los suecos le premiarán? ¿Lo sabrá ya el autor?», conjeturaban los periodistas, espoleados por el runrún de rumores, la presencia cada vez numerosa de fotógrafos y las primeras declaraciones de Mario. Sonriente, amable, generoso, feliz, comprensivo, como no podía ser de otro modo en él, Vargas Llosa nos tranquilizaba: «No me van a dar el premio Nobel». Pero la directora del Cervantes, Carmen Caffarel, había avivado minutos antes el fuego de la expectación entre las frías paredes del Palacio: «En un día tan especial como hoy ojalá el premio Nobel sea para un escritor en español, y a poder ser miembro de nuestro Patronato». Vargas Llosa, consultado dentro de Palacio, insistió: «Dígale a los periodistas que no hablaré antes de que se produzca el fallo». «¿Quiere decir que hablaría después, una vez conocido su nombre como ganador?», corría la tinta de la intriga entre los corrillos plumillas.
Más allá de la «fiebre Nobel», se conoció que el Instituto Cervantes tiene que buscarse las habichuelas. Así de tajante, alto y claro lo anunció su directora, Carmen Caffarel
Campanadas Nobel en El Pardo
La reunión cervantina iba a comenzar a las 12,30, pero su retraso en unos veinticinco minutos maceraba la hipótesis Nobel para el gran escritor hispano peruano. «¿La habrán retrasado para felicitarle en directo?», se comentaba en los mentideros, cuando estaban a punto de sonar las Campanadas Nobel de la Academia Sueca en pleno Palacio de El Pardo, a la una en punto de la tarde. Cinco minutos antes los caballero patronos del Instituto Cervantes -sólo faltó a última hora don Francisco Ayala- cumplimentaban a Sus Majestades los Reyes, a S.A.R. la Infanta Doña Elena y al presidente del Gobierno para tomar asiento en la tabla redonda. Zapatero bromeó con Vargas Llosa y le dio una palmadita de ánimo. Los reporteros rodean la mesa, fotografían a Mario, gesto tranquilo y relajado, y al minuto siguiente se sabe que el Nobel viaja a Francia. Vísperas de todo, mañanas de nada. Habrá que esperar otro año para que se haga justicia Nobel.
Más allá de la «fiebre Nobel», se conoció que el Instituto Cervantes tiene que buscarse las habichuelas. Así de tajante, alto y claro lo anunció su directora, Carmen Caffarel, al presentar su balance anual: «Vamos a buscarnos la vida». La subida de sólo un 1,85 por ciento en su presupuesto [de 100,56 millones de euros a 102,4] no llega para las necesidades cervantinas. «No nos alcanza, por lo que tendremos que lanzar todo tipo de iniciativas», prevé Caffarel, como la del Círculo de Amigos del Instituto Cervantes para invitar a instituciones públicas y privadas a «ir de la mano» y financiar proyectos. El Caballero de la Triste Figura debe adelgazar para tener cabida dentro de su armadura. «El Gobierno ha hecho una apuesta enorme por el Cervantes y ahora, en periodo de crisis, ha dado prioridad a asuntos de carácter social, lo que nos obligar a buscarnos la vida para que no sea el Estado el único responsable de su financiación. Hemos pospuesto un centro en Kiev, pero el Cervantes es una institución ejemplar en el manejo de los fondos públicos. Con poco dinero hacemos muchas cosas», resumía Caffarel el espíritu ejemplar de su institución, cuya sede londinense ha visto aumentar espectacularmente el número de matrículas en español por los ejecutivos afectados en crisis.
Palabras de Don Juan Carlos
Tras el informe de Caffarel sobre el curso cervantino 2007-08 -incremento de matrículas de 142.000 a 172.000; 45.000 aspirantes para obtener el Diploma de Español como Lengua Extranjera (DELE); difusión del 70 por ciento del cine de Hispa-noamérica y España; 900.000 norteamericanos matriculados y doctorados en español frente a 300.000 en francés-, Don Juan Carlos ofreció su tradicional brindis a los patronos, por la viveza y divesidad del español: «La lengua española es un vehículo privilegiado de entendimiento y cooperación cultural en plena expansión».