16 de octubre de 2008
Parada Militar
La Razon 13.10.2008 www.larazon.es
Fernando Cancio madrid-
El primer acto castrense de Carme Chacón como ministra de Defensa no lució lo esperado. El mal tiempo se encargó de acortar una parada militar en la que los espectadores no pudieron disfrutar del desfile aéreo. En esta ocasión, el ambiente venía marcado por el «desliz» del líder del PP, Mariano Rajoy, el día anterior. Pero su «y» no pareció disgustar a los asistentes, que decidieron -como en ediciones pasadas- dedicar sus abucheos al jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero. Eso sí, el presidente popular estuvo «vigilado» en todo momento. Él lo sabía y casi ni pestañeó durante todo el acto. Rajoy fue uno de los primeros en llegar a la madrileña plaza de Colón. A las 10:10 hacía su entrada de una forma discreta, situándose en su asiento de la tribuna, tratando de no llamar mucho la atención. Casi al mismo tiempo lo hacía Chacón y, apenas unos minutos después, por megafonía, anunciaban la llegada de Rodríguez Zapatero. Y fue en ese instante cuando se volvió a repetir algo ya habitual el 12 de octubre: los abucheos. Si bien en esta ocasión fueron menos intensos, el presidente no se libró. Incluso se llegó a oír algún leve «¡Zapatero dimisión!» desde la tribuna de invitados. Pero los gritos no venían sólo del público. Los militares de al menos dos batallones que esperaban formados en el apseo de la Castellana antes de arrancar el desfile también silbaron. Algo sin precedentes. Y puntual, a las 10:30 horas, llegaba la Familia Real, a quien los asistentes ofrecieron un largo aplauso y un sinfín de vivas a España. Los Reyes, los Príncipes de Asturias, los Duques de Palma y la Infanta Elena fueron recibidos por Zapatero, Chacón, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre y el Jefe del Estado Mayor de la Defensa, el general José Julio Rodríguez. Acto seguido, Don Juan Carlos pasó revista a los efectivos y se situó en la tribuna de autoridades. Allí se encontraban también los diferentes ministros del Gobierno -salvo Pedro Solbes y Miguel Sebastián-, los presidentes del Congreso, José Bono; del Senado, Javier Rojo, y tan sólo cinco presidentes autonómicos junto a los de Ceua y Melilla. Los actos arrancaron con el izado de la bandera nacional, momento que también deslució el mal tiempo, pues no descendió desde el aire portada por un paracaidista, sino que fue trasladada por cuatro oficiales de los Ejércitos de Tierra y del Aire, la Armada y la Guardia Civil. Acto seguido, tenía lugar el instante más emotivo de la jornada: el homenaje a los que dieron su vida por España, en el que participaron familiares de militares y guardias civiles fallecidos en 2008, entre ellos,la viuda y el hijo del último asesinado por ETA, el brigada Luis Conde. Y como no había desfile aéreo, los espectadores sólo levantaron la cabeza -además de por ver si llovía- para observar las dos pasadas de los siete aviones de la Patrulla Águila, que colorearon el gris cielo de rojo y gualda. Así daba comienzo el desfile terrestre, donde la novedad más destacada fueron los blindados «Lince». El resto, casi calcado a otros años. Los más ovacionados: los Regulares de Ceuta y Melilla, y la Legión. Nada más terminar, Zapatero fue uno de los primeros en irse, evitando más abucheos
Fernando Cancio madrid-
El primer acto castrense de Carme Chacón como ministra de Defensa no lució lo esperado. El mal tiempo se encargó de acortar una parada militar en la que los espectadores no pudieron disfrutar del desfile aéreo. En esta ocasión, el ambiente venía marcado por el «desliz» del líder del PP, Mariano Rajoy, el día anterior. Pero su «y» no pareció disgustar a los asistentes, que decidieron -como en ediciones pasadas- dedicar sus abucheos al jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero. Eso sí, el presidente popular estuvo «vigilado» en todo momento. Él lo sabía y casi ni pestañeó durante todo el acto. Rajoy fue uno de los primeros en llegar a la madrileña plaza de Colón. A las 10:10 hacía su entrada de una forma discreta, situándose en su asiento de la tribuna, tratando de no llamar mucho la atención. Casi al mismo tiempo lo hacía Chacón y, apenas unos minutos después, por megafonía, anunciaban la llegada de Rodríguez Zapatero. Y fue en ese instante cuando se volvió a repetir algo ya habitual el 12 de octubre: los abucheos. Si bien en esta ocasión fueron menos intensos, el presidente no se libró. Incluso se llegó a oír algún leve «¡Zapatero dimisión!» desde la tribuna de invitados. Pero los gritos no venían sólo del público. Los militares de al menos dos batallones que esperaban formados en el apseo de la Castellana antes de arrancar el desfile también silbaron. Algo sin precedentes. Y puntual, a las 10:30 horas, llegaba la Familia Real, a quien los asistentes ofrecieron un largo aplauso y un sinfín de vivas a España. Los Reyes, los Príncipes de Asturias, los Duques de Palma y la Infanta Elena fueron recibidos por Zapatero, Chacón, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre y el Jefe del Estado Mayor de la Defensa, el general José Julio Rodríguez. Acto seguido, Don Juan Carlos pasó revista a los efectivos y se situó en la tribuna de autoridades. Allí se encontraban también los diferentes ministros del Gobierno -salvo Pedro Solbes y Miguel Sebastián-, los presidentes del Congreso, José Bono; del Senado, Javier Rojo, y tan sólo cinco presidentes autonómicos junto a los de Ceua y Melilla. Los actos arrancaron con el izado de la bandera nacional, momento que también deslució el mal tiempo, pues no descendió desde el aire portada por un paracaidista, sino que fue trasladada por cuatro oficiales de los Ejércitos de Tierra y del Aire, la Armada y la Guardia Civil. Acto seguido, tenía lugar el instante más emotivo de la jornada: el homenaje a los que dieron su vida por España, en el que participaron familiares de militares y guardias civiles fallecidos en 2008, entre ellos,la viuda y el hijo del último asesinado por ETA, el brigada Luis Conde. Y como no había desfile aéreo, los espectadores sólo levantaron la cabeza -además de por ver si llovía- para observar las dos pasadas de los siete aviones de la Patrulla Águila, que colorearon el gris cielo de rojo y gualda. Así daba comienzo el desfile terrestre, donde la novedad más destacada fueron los blindados «Lince». El resto, casi calcado a otros años. Los más ovacionados: los Regulares de Ceuta y Melilla, y la Legión. Nada más terminar, Zapatero fue uno de los primeros en irse, evitando más abucheos