20 de octubre de 2008
«Hurgar en la fosa de mi tío Federico García Lorca es una profanación»
ABC - 17/10/08
«Hurgar en la fosa de mi tío Federico García Lorca es una profanación»
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Trampas en el solitario, por Pedro Corral
La Iglesia recoge en un libro sus primeros 479 mártires de 1936 a 1939
ANTONIO ASTORGA MADRID
La sangre de Federico García Lorca fue derramada, fusilada, sobre la arena de un terraplén en Víznar (Granada), en el amanecer de una madrugada de espanto y de llanto: la del 18 de agosto de 1936. Pero «Lorca eran todos», reza una lápida al pie de la tumba cerca de la fuente de las lágrimas. Sobre aquella tierra también fue derramada la sangre del maestro de Pulianas Dióscoro Galindo González y la de los banderilleros Francisco Galadí Melgar y Joaquín Arcollas Cabezas. Setenta y dos años y cincuenta y nueve días después, un juez ha decidido reescribir la historia y se ha declarado competente para autorizar exhumaciones en 19 fosas en toda España, entre ellas la de Lorca. Pero la decisión de Garzón no la comparten los Lorca, y sí las familias del maestro y los banderillos.
«¿Para qué?»
Manuel Fernández-Montesinos, portavoz de la Comunidad de Herederos de Federico García Lorca y sobrino del poeta, considera una «profanación» abrir la tumba de su tío: «Mil veces hemos dejado [los Lorca] clara nuestra postura. Estamos donde siempre: en contra de que se remueva la tumba. A mí me parece que eso es una profanación. Y ya está. Nosotros no somos antisistema, pero seguimos en nuestra posición moralmente defendible de que eso no se debe tocar. Donde no se sepa que se averigüe, pero donde se sabe, ¿para qué?»
¿Ustedes no han aceptado en algún momento la apertura de la fosa, como se publicó hace unos meses? «No, no, no. Eso fue una mala interpretación, o el gusto de alguien de poner en la primera plana alguna cosa atractiva -aclara la cuestión don Manuel-. Siempre hemos estado en contra, y seguimos en contra de que se abra la tumba. Todavía tiene que intervenir el fiscal. Veremos a ver...».
Un lugar sagrado
Los Lorca no quieren que se remueva el cuerpo del poeta que yace cerca del manantial de Ainadamar («Fuente de las Lágrimas» en árabe), en el camino de Víznar a Alfácar, en Fuente Grande. ¿Están dispuestos a emprender algún tipo de medida legal contra la exhumación de la fosa del poeta? «Estamos estudiando la posibilidad porque no sé exactamente cómo va ese procedimiento, pero estamos estudiándola. Sí, sí», confirma Fernández-Montesinos.
«En caso de que se llegue a hurgar en la tumba de mi tío Federico eso es lo que yo considero una profanación -reitera el sobrino del poeta-. Aquél es un sitio local sagrado, pero no en el sentido religioso sino que se ha convertido en una cosa sacra, la gente va allí, la gente recita, la gente se sienta allí un rato, mira, pondera y yo creo que es un lugar que está ya consagrado y que no se debe tocar». En esa fosa yacen los restos de los cuerpos fusilados en la noche oscura. «No sé lo que harán el resto de los familiares, pero nosotros estamos en contra rotundamente de que se abra la tumba. Mantenemos, desde luego, nuestra postura en contra de que se hurgue en la fosa».
«Heridas por hecho de guera»
Para Fernández-Montesinos, «remover es mala, muy mala palabra. La memoria lo que tiene que hacer es decir, contar, narrar, ilustrar, hacer una lista de las cosas que pasaron y que se hicieron. Remover un cuerpo que lleva 72 años enterrado, que se sabe dónde está, cómo se llamaba y quiénes lo mataron, es innecesario».
Unos días antes del fusilamiento de Federico García Lorca, el padre de Manuel Fernández-Montesinos, alcalde socialista de Granada, también fue asesinado. La hora en que lo fue García Lorca se estima entre las cinco y las seis de la madrugada del 18 de agosto de 1936, aunque algunos investigadores y estudiosos apuntan a la madrugada del 17 de agosto. La certificación literal del «acta de defunción» de Federico García Lorca dice (sic) que «...falleció en el mes de agosto de 1936 a consecuencia de heridas producidas por hecho de guerra, siendo encontrado su cadáver el día 20 del mismo mes en la carretera de Víznar a Alfácar». («¿Cómo fue?/Una grieta en la mejilla./¡Eso es todo!/Una uña que aprieta el tallo./ Un alfiler que bucea/hasta encontrar las racicillas del grito./Y el mar dejó de moverse./¿Cómo, cómo fue?/Así/¡Déjame! ¿De esa manera?/Sí./El corazón salió solo./¡Ay, ay de mí!/»).
«Hurgar en la fosa de mi tío Federico García Lorca es una profanación»
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Trampas en el solitario, por Pedro Corral
La Iglesia recoge en un libro sus primeros 479 mártires de 1936 a 1939
ANTONIO ASTORGA MADRID
La sangre de Federico García Lorca fue derramada, fusilada, sobre la arena de un terraplén en Víznar (Granada), en el amanecer de una madrugada de espanto y de llanto: la del 18 de agosto de 1936. Pero «Lorca eran todos», reza una lápida al pie de la tumba cerca de la fuente de las lágrimas. Sobre aquella tierra también fue derramada la sangre del maestro de Pulianas Dióscoro Galindo González y la de los banderilleros Francisco Galadí Melgar y Joaquín Arcollas Cabezas. Setenta y dos años y cincuenta y nueve días después, un juez ha decidido reescribir la historia y se ha declarado competente para autorizar exhumaciones en 19 fosas en toda España, entre ellas la de Lorca. Pero la decisión de Garzón no la comparten los Lorca, y sí las familias del maestro y los banderillos.
«¿Para qué?»
Manuel Fernández-Montesinos, portavoz de la Comunidad de Herederos de Federico García Lorca y sobrino del poeta, considera una «profanación» abrir la tumba de su tío: «Mil veces hemos dejado [los Lorca] clara nuestra postura. Estamos donde siempre: en contra de que se remueva la tumba. A mí me parece que eso es una profanación. Y ya está. Nosotros no somos antisistema, pero seguimos en nuestra posición moralmente defendible de que eso no se debe tocar. Donde no se sepa que se averigüe, pero donde se sabe, ¿para qué?»
¿Ustedes no han aceptado en algún momento la apertura de la fosa, como se publicó hace unos meses? «No, no, no. Eso fue una mala interpretación, o el gusto de alguien de poner en la primera plana alguna cosa atractiva -aclara la cuestión don Manuel-. Siempre hemos estado en contra, y seguimos en contra de que se abra la tumba. Todavía tiene que intervenir el fiscal. Veremos a ver...».
Un lugar sagrado
Los Lorca no quieren que se remueva el cuerpo del poeta que yace cerca del manantial de Ainadamar («Fuente de las Lágrimas» en árabe), en el camino de Víznar a Alfácar, en Fuente Grande. ¿Están dispuestos a emprender algún tipo de medida legal contra la exhumación de la fosa del poeta? «Estamos estudiando la posibilidad porque no sé exactamente cómo va ese procedimiento, pero estamos estudiándola. Sí, sí», confirma Fernández-Montesinos.
«En caso de que se llegue a hurgar en la tumba de mi tío Federico eso es lo que yo considero una profanación -reitera el sobrino del poeta-. Aquél es un sitio local sagrado, pero no en el sentido religioso sino que se ha convertido en una cosa sacra, la gente va allí, la gente recita, la gente se sienta allí un rato, mira, pondera y yo creo que es un lugar que está ya consagrado y que no se debe tocar». En esa fosa yacen los restos de los cuerpos fusilados en la noche oscura. «No sé lo que harán el resto de los familiares, pero nosotros estamos en contra rotundamente de que se abra la tumba. Mantenemos, desde luego, nuestra postura en contra de que se hurgue en la fosa».
«Heridas por hecho de guera»
Para Fernández-Montesinos, «remover es mala, muy mala palabra. La memoria lo que tiene que hacer es decir, contar, narrar, ilustrar, hacer una lista de las cosas que pasaron y que se hicieron. Remover un cuerpo que lleva 72 años enterrado, que se sabe dónde está, cómo se llamaba y quiénes lo mataron, es innecesario».
Unos días antes del fusilamiento de Federico García Lorca, el padre de Manuel Fernández-Montesinos, alcalde socialista de Granada, también fue asesinado. La hora en que lo fue García Lorca se estima entre las cinco y las seis de la madrugada del 18 de agosto de 1936, aunque algunos investigadores y estudiosos apuntan a la madrugada del 17 de agosto. La certificación literal del «acta de defunción» de Federico García Lorca dice (sic) que «...falleció en el mes de agosto de 1936 a consecuencia de heridas producidas por hecho de guerra, siendo encontrado su cadáver el día 20 del mismo mes en la carretera de Víznar a Alfácar». («¿Cómo fue?/Una grieta en la mejilla./¡Eso es todo!/Una uña que aprieta el tallo./ Un alfiler que bucea/hasta encontrar las racicillas del grito./Y el mar dejó de moverse./¿Cómo, cómo fue?/Así/¡Déjame! ¿De esa manera?/Sí./El corazón salió solo./¡Ay, ay de mí!/»).