11 de noviembre de 2011
ETA asume que está agotada y cede el protagonismo a la izquierda 'abertzale'
ETA sitúa la amnistía y el reconocimiento del derecho a decidir del pueblo vasco como los dos ejes básicos sobre los que se debe acomodar el futuro escenario vasco, a partir de su anuncio de cese de la violencia. Así se recoge en una amplia entrevista con dos miembros de esta organización terrorista, realizada íntegramente en euskera y traducida al castellano, a la que el diario Garadedica 15 páginas en su edición de hoy. Estas declaraciones, donde la banda apoya el proceso político iniciado por la izquierda abertzale, son publicadas precisamente un día antes de que la coalición Amaiur celebre en el velódromo de Anoeta, en San Sebastián, el mitin central de su campaña electoral.
Como elementos estratégicos ante una posible negociación, de la que se descarta como interlocutor y cede todo el protagonismo por su parte al colectivo de presos, ETA explica que “el desarme” está en su “agenda” y que se muestra dispuesta a “adoptar compromisos”. En ningún momento, sin embargo, hace mención específica a las víctimas causadas durante sus cinco décadas de existencia, sino más bien subraya el dolor causado en sus propias filas.
A pesar de haber renunciado hace ya tres semanas a la actividad armada,ETA no ha perdido su habitual costumbre de comparecer cada vez que llega una campaña electoral, donde siempre ha pretendido asentar sus exigencias. También lo hace ante el 20-N, precisamente las primeras elecciones democráticas sin su amenaza directa, y así consigue recuperar una presencia que le han venido negando prácticamente hasta ahora la mayoría de los partidos.
No obstante, su intencionada apreciación sobre la respuesta dada por Mariano Rajoy a su comunicado de renuncia a la violencia no pasará desapercibida a partir de hoy. “Es verdad que esa reacción rompe con el discurso negativo, agresivo y sin sentido de hasta ahora. Ante esta coyuntura histórica, quien tiene muchas posibilidades de ser presidente de España debe actuar con responsabilidad, y es de suponer que Rajoy lo ha entendido así”, dicen los etarras en la entrevista.
En su extenso análisis, donde muestra un especial énfasis por asegurarse que la apuesta política de la izquierda abertzale no olvide la reivindicación del futuro independentista de Euskal Herria y la vuelta a casa de cada uno de los presos de su organización, ETA asume que el bloqueo sufrido a partir del pacto de Lizarra, eufemismo que utiliza para referirse a los efectos de la presión del Estado a partir de la Ley de Partidos y de las acciones judiciales, fue determinante para que abordara el debate sobre su futuro.
“Sin base social, sin referente político-institucional, con las opciones de profundizar en la construcción nacional anuladas, el objetivo del Estado consistía en reducir la iniciativa de la izquierda abertzale solo a lucha armada, con la esperanza de que la represión policial la neutralizara”, vienen a decidir los entrevistados a modo de justificación sobre el origen de su decisión comunicada el pasado 20 de octubre. Además, los dos etarras reconocen que esta reflexión también fue emprendida por la izquierda abertzale que se veía obligada a “abrir el nuevo ciclo en toda su dimensión”.
El denominado Acuerdo de Lizarra fue suscrito el 12 de septiembre de 1998 en la localidad Navarra de Estella (Lizarra en euskera), en la Casa de Fray Diego, durante la tercera reunión del Foro de Irlanda. Este pacto fue firmado por todos los partidos políticos vascos de carácter nacionalista, así como por Ezker Batua y el Partido Carlista, así como por distintos sindicatos y asociaciones para buscar un “proceso de diálogo y negociación” que lograra el cese del terrorismo de ETA. Lógicamente, los representantes de ETA eluden cualquier tipo de fracaso al valorar la decisión adoptada, aunque reconocen que “no ha sido sencilla” después de haberla mantenido en la última década.
Tras superar el debate, el mensaje que los terroristas quieren trasladar va enfocado al nuevo escenario. Es aquí donde se pone de manifiesto el trabajo compartido por ETA con los mediadores internacionales relacionados con el Grupo de Contacto de Brian Currin para enlazar una estrategia que condujera a un escenario propicio para anunciar la paz.
En su declaración se confirma que fueron haciendo partícipe al Gobierno español de la evolución de sus reflexiones —“aunque no se ha producido ninguna reunión directa”— de las que suponen que el Partido Popular “estaba al corriente”. Por todo ello, el posicionamiento estratégico de la banda a partir de ahora guarda una estrecha relación, según sus propias palabras, con el contenido de la declaración de la Conferencia de Paz de Aiete, en San Sebastián.
La implicación de los Gobiernos español y francés, el proceso de negociación donde ETA se autoexcluye pero deja su sitio al colectivo de presos, y la continuidad de los mediadores para apuntalar el proceso abierto vuelven a aparecer en esta entrevista. Para que no haya dudas, los dos portavoces precisan los tres temas principales de sus aspiraciones: “la vuelta a casa de todos los presos y exiliados políticos vascos, la inutilización de las armas de ETA y la desmilitarización de Euskal Herria”. En la mesa de negociación hay que acordar las fórmulas para desarrollar todo eso, y se puede prever que será necesaria la ayuda de asesores.
De cara al proceso, ETA refuerza la apuesta política de la izquierda radical y por eso sostiene que “nunca será una amenaza como ya ha quedado bien claro”. La banda terrorista les deja todo el protagonismo con absoluta claridad y así cobra plena vigencia la conocida teoría de Arnaldo Otegi de que se estaba asistiendo a una nueva correlación de fuerzas dentro del histórico movimiento abertzale. Incluso, los interlocutores adoptan una posición menos intransigente.
Críticos en su análisis por el papel que el PNV ha venido desempeñado en el ejercicio del poder y en la defensa cuestionada de las exigencias nacionalistas, así como por su política neoliberal, los dos etarras entrevistados por el director de Gara, Iñaki Soto, se desentienden de la contribución del partido de Iñigo Urkullu en el proceso previo a la consecución de la paz y a su labor encaminada a procurar la integración de la izquierda abertzale en el proceso político mediante la renuncia a las vías políticas.
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