19 de octubre de 2009

Roma beatifica al cardenal Sancha, un líder antiliberal

ELPAIS

Roma beatifica al cardenal Sancha, un líder antiliberal

José Bono y Dolores de Cospedal asisten a la misa celebrada en Toledo

JUAN G. BEDOYA - Madrid - 19/10/2009

En la edad moderna el catolicismo español ha contado con grandes prelados, uno de los más destacados Ciriaco María Sancha y Hervás (Quintana de Pidio -Burgos- 1833, Toledo, 1909), que ayer fue beatificado en la catedral de Toledo con gran pompa.

En la edad moderna el catolicismo español ha contado con grandes prelados, uno de los más destacados Ciriaco María Sancha y Hervás (Quintana de Pidio -Burgos- 1833, Toledo, 1909), que ayer fue beatificado en la catedral de Toledo con gran pompa. Para presidir la ceremonia Benedicto XVI envió a su prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el cardenal Angelo Amato. La misa congregó a miles de fieles y fue concelebrada por el actual prelado toledano, Braulio Rodríguez, y otros cuatro cardenales. Asistieron el presidente del Congreso, José Bono; el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, y la presidenta del PP en esa comunidad y secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal.

El Vaticano no suele encontrar motivos para elevar a los altares a sus altos prelados. En los últimos tres siglos sólo un papa, Pío X, ha sido canonizado. Por eso destaca la decisión de beatificar a Sancha, en un primer paso hacia la santificación. La carrera de este prelado es impresionante, hasta su cargo de Primado de Toledo y Patriarca de las Indias. León XIII lo hizo cardenal en 1894. Se ganó el apodo de padre de los pobres y fundó la Congregación de Hermanas de la Caridad. Pero Sancha fue, también, un líder entre clérigos que luchaban a brazo partido contra el liberalismo, se echaron al monte con los carlistas o amargaron la vida a Cánovas y a Sagasta. Cuando Emilio Castelar pronunció su discurso a favor de la tolerancia religiosa, los periódicos católicos publicaron la noticia en páginas con bordes negros y los obispos celebraron oficios expiatorios. Y cuando el Gobierno promulgó la ley que autorizaba el matrimonio civil (1870), el clero habló de la legalización del "concubinato público universal".