20 de octubre de 2009

La inmadurez de la última jugada política de ETA

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Martes 20/10/2009. Actualizado 11:08h.



EDITORIAL

La inmadurez de la última jugada política de ETA

* 20.10.2009

LA COOPERACIÓN policial entre España y Francia sigue dando magníficos resultados: ayer fue detenido en Carnac (Bretaña) Aitor Elizaran, a quien Interior considera jefe político de ETA e interlocutor de Otegi y Usabiaga en las recientes negociaciones para resucitar un frente soberanista.

Se da la circunstancia de que Elizaran, formado en las filas de Jarrai, tiene 30 años, lo que da idea del nivel de experiencia de las personas que ahora dirigen ETA tras los sucesivos golpes policiales. Eso explica la inmadurez de su plan ahora abortado por las Fuerzas de Seguridad.

Como reconoció ayer el ministro del Interior, Elizaran era el hombre de ETA que supervisaba la nueva estrategia de la izquierda abertzale y, por tanto, tutelaba a dirigentes como los citados Otegi y Usabiaga, con mucha más edad, formación y envergadura que él.

La idea de ETA era utilizar el tirón de estos experimentados líderes de la izquierda abertzale para reconstruir la cúpula de Batasuna, muy castigada por los últimos éxitos policiales, y luego crear un frente político soberanista que pudiera concurrir a las elecciones. Para ello, la banda había dado luz verde a una alianza con EA y Aralar, el nacionalismo radical no violento.

A diferencia del proceso que desembocó en el pacto de Lizarra, ETA tenía claro que el PNV debía quedar excluido del frente soberanista por su actitud posibilista. De hecho, en los últimos comunicados de la banda no habían faltado durísimos ataques al partido de Iñigo Urkullu, al que acusaban de traidor a la causa.

Resulta, por ello, todavía más incomprensible la presencia de dirigentes del PNV en la manifestación del pasado sábado en San Sebastián, donde se dieron gritos de apoyo a la lucha armada.

Para ETA, era muy importante lograr la creación de este nuevo frente soberanista, ya que suponía la única forma de blanquear a Batasuna y de que la izquierda abertzale pudiera seguir en los ayuntamientos y otras instituciones vascas. La jugada le ha salido mal porque las Fuerzas de Seguridad han actuado con diligencia y han abortado algo tan peligroso o más que un comando: la reaparición en el escenario político de una Batasuna disfrazada, pero siempre al servicio de la banda.

La idea de ETA era que su nueva plataforma política lanzara una oferta de negociación al Gobierno con el señuelo de una nueva tregua. Es decir, volver a intentar lo que ya fracasó hace tres años. Pero lo que la banda parece ignorar es que las circunstancias han cambiado totalmente y que es imposible que el Gobierno vuelva a la mesa de negociación sin una decisión previa de renuncia definitiva a la lucha armada.

ETA no está -ni ha estado nunca- por abandonar la violencia, lo que condena al fracaso cualquier intento de reorganizar o reconstruir un apéndice político que sirva a sus fines. Sus dirigentes no entienden algo tan sencillo como lo que declaró ayer Chris Patten, ex presidente de la comisión para la reforma de la Policía en Irlanda del Norte: que cualquier diálogo político exige primero la renuncia a las armas. Esto es lo que posibilitó los acuerdos de paz de Belfast.

La diferencia estriba en que allí había unos líderes como Gerry Adams que podían convencer al IRA de la necesidad de entregar las pistolas y aquí quien manda en la izquierda abertzale es la dirección de ETA, representada por un jovenzuelo de 30 años, nacido después de la muerte de Franco. Da la impresión de que la organización terrorista es incapaz de llevar a cabo un análisis político mínimamente realista, lo que se traduce en que seguirá intentando matar mientras sus presos se pudren en las cárceles. Camino, pues, de ninguna parte.