6 de noviembre de 2013
La justicia israelí absuelve al ultraderechista Lieberman
el pais - DAVID ALANDETE Jerusalén 6 NOV 2013 - 10:07 CET
El político ultraderechista israelí Avigdor Lieberman ha sido absuelto de los cargos de corrupción por los que se le imputó el año pasado, por lo que podrá recuperar la cartera de Exteriores que el primer ministro Benjamín Netanyahu había asumido temporalmente para dejarla disponible para un eventual regreso de su aliado.
“Este episodio queda ya atrás. Ahora me centraré en los desafíos que quedan por delante”, ha declarado, con evidente alivio, a la salida del juzgado de Jerusalén que le ha exonerado tras los siete meses que ha durado el proceso, en el que el político se declaró inocente. Se le juzgaba por fraude y abuso de confianza en el nombramiento de un diplomático y embajador israelí a Letonia.
Momentos después de que se leyera el veredicto, el primer ministro ha llamado a Lieberman para felicitarle por “la exoneración unánime”, según un comunicado oficial. “Estoy feliz por su regreso al gobierno de Israel para que podamos continuar trabajando de forma conjunta a favor de la buena gente de Israel”, le dijo. Lieberman nació en la Moldavia soviética y emigró a Israel en 1978. Fue arquitecto de la campaña con que Netanyahu ganó por primera vez las elecciones en 1996 y posteriormente fue su jefe de gabinete. Formó su propio partido en 1999. Ocupó la cartera de Exteriores y el puesto de viceprimer ministro desde 2009.
La policía israelí recomendó la imputación a Lieberman en 2010. Consideraba que había pruebas de que Lieberman había ascendido a un colaborador suyo, Zeev Ben Arye, a los puestos de asesor diplomático y embajador israelí ante Letonia después de que este, cuando había sido embajador en Bielorrusia, le hubiera facilitado información clasificada sobre investigaciones de las autoridades de este último país sobre sus empresas allí. El tribunal que ha juzgado a Lieberman considera que hubo mala praxis al no informar a otros oficiales en el ministerio de Exteriores de ese traspaso de información pero que “el acusado no estaba al tato de la seriedad de las circunstancias” y “su nombramiento de Ben Arye no fue un ascenso”.
Cuando se vio obligado a dimitir de su puesto en el ministerio de Exteriores, en diciembre, Lieberman logró el compromiso de Netayahu de que nadie le sustituiría. De ese modo se aseguraba recobrar la cartera si era absuelto. En su ausencia, el propio Netanyahu asumió el puesto de ministro de Exteriores y creó una nueva cartera, la de Relaciones Internacionales, para un aliado suyo en el Likud, Yuval Steinitz. Sin Lieberman el ministerio de Exteriores ha vivido descabezado, mientras muchos de sus funcionarios han expresado frustración por que Netanyahu haya dejado la dirección de la diplomacia cautiva de un juego político. Esos trabajadores públicos mantuvieron durante semanas una huelga en protesta por una serie de recortes financieros.
Lieberman dejó temporalmente el gobierno, pero no la política. Ha seguido siendo legislador y presidente del poderoso Comité de Asuntos Exteriores de la Knesset, el parlamento. Y ha movido entre bambalinas los hilos de dos elecciones. En las generales, que se celebraron en enero, fusionó su partido, Israel Nuestra Casa (Ierael Beitenu), que representa a un millón de inmigrantes soviéticos a Israel, con el Likud de Netanyahu. El resultado fue agridulce. La coalición, Likud Beitenu, fue primera en las urnas, pero perdió, de forma combinada, 238.000 votos respecto a los previos comicios, de 2009. Hoy la facción de Lieberman tiene cuatro ministros, sin contar el que ha incubado Netanyahu para él.
En los otros comicios en los que Lieberman ha buscado demostrar su fuerza para no dejarse borrar del mapa político ha fracasado estrepitosamente. En las elecciones municipales de Jerusalén, que se celebraron el mes pasado, apoyó al candidato ultraderechista Moshe Leon, que defendió en campaña una ampliación más agresiva de los asentamientos judíos en las zonas árabes de la ciudad. Acabó perdiendo frente al actual alcalde, Nir Barkat, quien fue apoyado por una buena parte del Likud y los partidos moderados y de izquierda. En la campaña, el propio Lieberman llegó a acusar a Barkat de “racista y arrogante” por menospreciar a los votantes judíos procedentes de los países de la URSS y de Oriente Próximo.
A Netanyahu le será ahora más difícil comprometerse a hacer concesiones para avanzar en el proceso de paz con los palestinos que tutela Estados Unidos. El mes pasado, en una votación ministerial sobre la liberación de 26 presos palestinos como gesto de buena voluntad, los cuatro ministros leales a Lieberman en la coalición votaron contra el Primer Ministro. En una reciente entrevista a la radio israelí, Lieberman dijo que “no se dan las condiciones para un acuerdo final” y que Netanyahu debería limitarse a buscar acuerdos “en materia de seguridad y economía con los palestinos”.
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