«El País Vasco formó parte de una estrategia del Tercer Reich»
Día 22/11/2013 - 13.51h
Día 22/11/2013 - 13.51h
Javier Barajas y Alfonso Andrés abordan en el documental «Una esvástica sobre el Bidasoa» el interés alemán por el pueblo vasco y los contactos de los nazis con miembros del PNV en el sur de Francia
«Si alguno se siente aludido... qué le vamos a hacer. Es bueno conocer la historia y saber lo que ha pasado en todos sus registros: el blanco, el negro y también los grises», responde con naturalidad Javier Barajascuando se le pregunta si teme que vaya a levantar polémica el documental «Una esvástica sobre el Bidasoa» que codirige junto a Alfonso Andrés y que hoy llega a salas de cine de Madrid, Barcelona, Navarra y el País Vasco. El trabajo en el que han invertido tres años aborda la atracción de los nazis por el pueblo vasco y las conversaciones que llegaron a mantener dirigentes de las SS con miembros del PNV en el sur de Francia.
«Nos llamaba mucho la atención el hecho de ver imágenes de soldados alemanes en el País Vasco, cuando España era un país neutral». Así comenzaron estos dos cineastas a tirar del hilo que les llevó a toparse con documentación e imágenes inéditas de aquella época y comprobar «que esta zona de España había formado parte de una estrategia del Tercer Reich», señala Barajas.
Existía un interés político de los nazis por controlar la frontera española, una zona de paso y espías, con mucho movimiento en los inicios de los años 40, según explica el codirector del documental que destaca cómo «los alemanes idearon en un momento dado varios proyectos para incluso pasar tropas a través de España e invadir Gibraltar». Era una zona geoestratégica, pero también había un interés por el pueblo vasco, como reflejan los documentales rodados por los nazis antes y durante la II Guerra Mundial. «¿Por qué los nazis tenían puesto el ojo en esta zona y en el pueblo vasco?», se pregunta Barajas.
Entre 1941-1942, en medio de la contienda, el reputado cineasta alemánHerbert Brieger se desplazó hasta el País Vasco para filmar «Im lande der basken» («En tierra de vascos») y «Vizcaya, hacia el sur», aunque esta última no se conserva. «A los alemanes les atraía el misterio que rodeaba a lo vasco, el origen mismo del pueblo vasco, de su lengua, el hecho de que no se hubieran mezclado con otros pueblos de alrededor. Eso es lo que se retrata en el documental de Brieger: el mundo rural vasco, sus costumbres, su deporte... Es una visión mítica de lo vasco», explica el codirector de «Una esvástica sobre el Bidasoa». Una visión que apoyaba las ideas nazis de una nueva Europa formada por pueblos racialmente puros. En esa dirección apuntaba el filme de Brieger, un documentalista «casi al nivel de la famosa Leni Riefenstahl», a juicio de Barajas.
Los documentalistas nazis se sorprendieron al encontrar en casas y en elementos decorativos «supuestas esvásticas que en el fondo sonlauburus», continúa el cineasta vasco. Este antiguo símbolo solar, que aparece en muchas civilizaciones indoeuropeas, se dibujaba entonces en el País Vasco con las patas rectangulares y no curvilíneas como ahora, explica Barajas. «Pensaron que los vascos tenían similitudes con ellos».
El ideólogo de esa nueva Europa era Werner Best, un alto oficial de las SS que había colaborado con Hitler y Reinhard Heydrich en la solución final en Polonia y que fue destinado a Francia en 1940, poco después de la invasión. Best se puso en contacto con los bretones, con el Partido Nacionalista Flamenco en Bélgica «y mandó un emisario al País Vasco francés para contactar con algunos miembros del PNV que en aquel momento estaban exiliados en el sur de Francia», relata Barajas.
«Si alguno se siente aludido... qué le vamos a hacer. Es bueno conocer la historia y saber lo que ha pasado en todos sus registros: el blanco, el negro y también los grises», responde con naturalidad Javier Barajascuando se le pregunta si teme que vaya a levantar polémica el documental «Una esvástica sobre el Bidasoa» que codirige junto a Alfonso Andrés y que hoy llega a salas de cine de Madrid, Barcelona, Navarra y el País Vasco. El trabajo en el que han invertido tres años aborda la atracción de los nazis por el pueblo vasco y las conversaciones que llegaron a mantener dirigentes de las SS con miembros del PNV en el sur de Francia.
«Nos llamaba mucho la atención el hecho de ver imágenes de soldados alemanes en el País Vasco, cuando España era un país neutral». Así comenzaron estos dos cineastas a tirar del hilo que les llevó a toparse con documentación e imágenes inéditas de aquella época y comprobar «que esta zona de España había formado parte de una estrategia del Tercer Reich», señala Barajas.
Existía un interés político de los nazis por controlar la frontera española, una zona de paso y espías, con mucho movimiento en los inicios de los años 40, según explica el codirector del documental que destaca cómo «los alemanes idearon en un momento dado varios proyectos para incluso pasar tropas a través de España e invadir Gibraltar». Era una zona geoestratégica, pero también había un interés por el pueblo vasco, como reflejan los documentales rodados por los nazis antes y durante la II Guerra Mundial. «¿Por qué los nazis tenían puesto el ojo en esta zona y en el pueblo vasco?», se pregunta Barajas.
Entre 1941-1942, en medio de la contienda, el reputado cineasta alemánHerbert Brieger se desplazó hasta el País Vasco para filmar «Im lande der basken» («En tierra de vascos») y «Vizcaya, hacia el sur», aunque esta última no se conserva. «A los alemanes les atraía el misterio que rodeaba a lo vasco, el origen mismo del pueblo vasco, de su lengua, el hecho de que no se hubieran mezclado con otros pueblos de alrededor. Eso es lo que se retrata en el documental de Brieger: el mundo rural vasco, sus costumbres, su deporte... Es una visión mítica de lo vasco», explica el codirector de «Una esvástica sobre el Bidasoa». Una visión que apoyaba las ideas nazis de una nueva Europa formada por pueblos racialmente puros. En esa dirección apuntaba el filme de Brieger, un documentalista «casi al nivel de la famosa Leni Riefenstahl», a juicio de Barajas.
Los documentalistas nazis se sorprendieron al encontrar en casas y en elementos decorativos «supuestas esvásticas que en el fondo sonlauburus», continúa el cineasta vasco. Este antiguo símbolo solar, que aparece en muchas civilizaciones indoeuropeas, se dibujaba entonces en el País Vasco con las patas rectangulares y no curvilíneas como ahora, explica Barajas. «Pensaron que los vascos tenían similitudes con ellos».
El ideólogo de esa nueva Europa era Werner Best, un alto oficial de las SS que había colaborado con Hitler y Reinhard Heydrich en la solución final en Polonia y que fue destinado a Francia en 1940, poco después de la invasión. Best se puso en contacto con los bretones, con el Partido Nacionalista Flamenco en Bélgica «y mandó un emisario al País Vasco francés para contactar con algunos miembros del PNV que en aquel momento estaban exiliados en el sur de Francia», relata Barajas.
¿Una maniobra de supervivencia?
El PNV colaboraba en aquellos momentos con los servicios de inteligencia aliados, pero en aquel grupo de emigrantes exiliados en el sur de Francia «había una inquietud enorme porque no sabían qué iban a hacer con ellos los alemanes, si los iban a mandar a los campos de concentración, los iban a extraditar a España...». Así tratan de justificar esos contactos algunos de los que intervienen en el documental, como una maniobra para sobrevivir en esa Europa hostil en la que parecía que los alemanes iban a ganar la guerra.
Eugène Goyheneche, un intelectual vasco-francés afiliado al PNV en los años 30, llegó más lejos. Redactó un informe que entregó a Werner Best en París en el que hablaba de la pureza de los vascos y proponía un acuerdo con los nazis a los que llegaba a presentar como «aliados». «En esa memoria de treinta y tantos folios exponía de modo particular una serie de propuestas algo vagas», afirma Barajas.
Best tomó muy en serio el informe de Goyheneche, pero no convenció a otros miembros del Partido nazi que calificaban a los nacionalistas vascos de «separatistas» y «rojos» y vieron que venía de una persona sin tenía relevancia en el PNV.
¿Conocía la directiva del PNV la existencia de dicho informe?«No sabemos hasta qué punto podían tener los dirigentes del PNV conocimiento de estas maniobras. En aquel momento estaban un poco desparramados, unos en Sudamérica, otros en Londres, el propio lendakari Aguirre escondido primero en Berlín y luego en Sudamérica. Lo que sí es verdad es que cuando los servicios de inteligencia aliados se enteran de todo esto y se lo comunican a los dirigentes en Londres, dicen que esos contactos hay que cortarlos», replica el cineasta..
No es que el partido estuviera jugando a dos cartas, a juicio de Barajas, sino que algunos miembros del partido fueron por su cuenta. Así lo señala en el documental Ramón Labayen, exconsejero de Educación del Gobierno vasco y exalcalde de San Sebastián, cuya familia estaba exiliada en esos momentos en el sur de Francia. Cuenta que en ese grupo de refugiados que había en el sur de Francia algunos de esos elementos, que no dice quiénes eran porque no lo quiere decir, pudieron haber enviado a Goyeneche a hablar con los nazis.
«No se llegó a pactar nada porque era imposible. No iban a consentir que se pactara nada con los que habían bombardeado Guernica», asegura el cineasta. Los alemanes, por otra parte, «podían estar haciendo la vista gorda con los que estaban en Francia, pero tampoco les iban a ayudar». El propio presidente del Euskadi Buru BatzarDoroteo Ciaurriz fue detenido por los nazis en 1944 en San Juan de Luz. «Estaban realmente en el filo de la navaja», añade el codirector del documental que intenta explicar cómo sucedieron esos contactos, por qué y hasta dónde llegaron, siempre apoyados con documentación yasesorados por historiadores como Santiago de Pablo y Ludger Mees.
Este catedrático de Historia alemán, que lleva muchos años viviendo en el País Vasco, recalca que no existió un pacto con los nazis, ni podría haber ocurrido. «Bajara la hipótesis de que esos contactos tuvieran lugar como un modo de supervivencia», según el cineasta.
«Una esvástica sobre el Bidasoa» trata de una frontera física, «pero también de fronteras éticas o morales, de hasta dónde se puede uno posicionar en la guerra y a quién se le puede considerar un colaborador o no», concluye Barajas.
El PNV colaboraba en aquellos momentos con los servicios de inteligencia aliados, pero en aquel grupo de emigrantes exiliados en el sur de Francia «había una inquietud enorme porque no sabían qué iban a hacer con ellos los alemanes, si los iban a mandar a los campos de concentración, los iban a extraditar a España...». Así tratan de justificar esos contactos algunos de los que intervienen en el documental, como una maniobra para sobrevivir en esa Europa hostil en la que parecía que los alemanes iban a ganar la guerra.
Eugène Goyheneche, un intelectual vasco-francés afiliado al PNV en los años 30, llegó más lejos. Redactó un informe que entregó a Werner Best en París en el que hablaba de la pureza de los vascos y proponía un acuerdo con los nazis a los que llegaba a presentar como «aliados». «En esa memoria de treinta y tantos folios exponía de modo particular una serie de propuestas algo vagas», afirma Barajas.
Best tomó muy en serio el informe de Goyheneche, pero no convenció a otros miembros del Partido nazi que calificaban a los nacionalistas vascos de «separatistas» y «rojos» y vieron que venía de una persona sin tenía relevancia en el PNV.
¿Conocía la directiva del PNV la existencia de dicho informe?«No sabemos hasta qué punto podían tener los dirigentes del PNV conocimiento de estas maniobras. En aquel momento estaban un poco desparramados, unos en Sudamérica, otros en Londres, el propio lendakari Aguirre escondido primero en Berlín y luego en Sudamérica. Lo que sí es verdad es que cuando los servicios de inteligencia aliados se enteran de todo esto y se lo comunican a los dirigentes en Londres, dicen que esos contactos hay que cortarlos», replica el cineasta..
No es que el partido estuviera jugando a dos cartas, a juicio de Barajas, sino que algunos miembros del partido fueron por su cuenta. Así lo señala en el documental Ramón Labayen, exconsejero de Educación del Gobierno vasco y exalcalde de San Sebastián, cuya familia estaba exiliada en esos momentos en el sur de Francia. Cuenta que en ese grupo de refugiados que había en el sur de Francia algunos de esos elementos, que no dice quiénes eran porque no lo quiere decir, pudieron haber enviado a Goyeneche a hablar con los nazis.
«No se llegó a pactar nada porque era imposible. No iban a consentir que se pactara nada con los que habían bombardeado Guernica», asegura el cineasta. Los alemanes, por otra parte, «podían estar haciendo la vista gorda con los que estaban en Francia, pero tampoco les iban a ayudar». El propio presidente del Euskadi Buru BatzarDoroteo Ciaurriz fue detenido por los nazis en 1944 en San Juan de Luz. «Estaban realmente en el filo de la navaja», añade el codirector del documental que intenta explicar cómo sucedieron esos contactos, por qué y hasta dónde llegaron, siempre apoyados con documentación yasesorados por historiadores como Santiago de Pablo y Ludger Mees.
Este catedrático de Historia alemán, que lleva muchos años viviendo en el País Vasco, recalca que no existió un pacto con los nazis, ni podría haber ocurrido. «Bajara la hipótesis de que esos contactos tuvieran lugar como un modo de supervivencia», según el cineasta.
«Una esvástica sobre el Bidasoa» trata de una frontera física, «pero también de fronteras éticas o morales, de hasta dónde se puede uno posicionar en la guerra y a quién se le puede considerar un colaborador o no», concluye Barajas.
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