6 de noviembre de 2010
MIGUEL MORA/ MARÍA PAMPÍN - Santiago - 06/11/2010
El Papa Benedicto XVI se dirige a los periodistas durante su vuelo entre Roma y Santiago de Compostela.- AP
En medio de una niebla intensa y con bastante frío, el avión del papa Benedicto XVI ha aterrizado en el aeropuerto de Lavacolla, en Santiago de Compostela, a las 11.24 horas, donde ha sido recibido por los Príncipes de Asturias y una multitud de cientos de fieles, entre gritos de "¡Viva el Papa!". Durante el vuelo, el Sumo pontífice se ha mostrado preocupado por la existencia en España de un "laicismo agresivo" y ha establecido una relación directa entre el actual choque entre fe y laicismo en la España de Zapatero y el anticlericalismo de la Segunda República, durante los años treinta.
El Pontífice advierte de la "rápida disminución de la práctica religiosa en España"
De hecho, España ocupa un lugar destacado en la agenda del Vaticano. Benedicto XVI ha explicado a los periodistas que el nuevo Dicasterio vaticano, una especie de ministerio para la nueva evangelización, ha sido pensado "para los grandes países de Occidente, pero sobre todo para España", debido a la "rápida disminución de la práctica religiosa" en el país. "La fe", ha continuado Ratzinger, "debe renovarse para responder al reto de la laicidad, que existe en Francia y en la República Checa, y también en España, que es un país originario de la fe, donde ha tenido lugar un renacimiento del catolicismo visible en San Ignacio y otras figuras". Con todo, ha precisado que el nuevo Dicasterio ha sido creado pensando "en el mundo entero, porque la unidad de este pensamiento es universal".
Contando su próximo viaje, previsto para 2011 a Madrid, Benedicto XVI habrá efectuado tres visitas a España en seis años. Preguntado por la razón, el Papa ha respondido que "es un signo de amor y una obligación". Ha recordado que no podía faltar en Valencia, en 2006, ni en Madrid, en la próxima Jornada Mundial de la Juventud, en 2011, ni tampoco en el año santo en Galicia ni en la consagración del templo de la Sagrada Familia en Barcelona.
En medio de una intensa niebla, tras abandonar el aeropuerto el Pontífice ha llegado a Santiago de Compostela, donde lo ha recibido entre vítores una multitud de fieles, que esperaban apostados en las calles. Los principales temas de su visita, ha señalado Ratzinger, son el peregrinaje, "que nos enseña a no perder el camino de la fe" -ha dicho-, "y la belleza, que es la expresión de la tradición de buscar el camino de la renovacion de la relación entre arte y fe, entre belleza y razón".
También ha abundado en la situación del arte en el mundo contemporáneo. "Hoy hay un desacuerdo entre el arte y la fe. Cuando el arte pierde la trascendencia, se queda demediado. Al revés, también el encuentro entre arte y fe está inscrito en la esencia más profunda de la Iglesia", ha añadido.
Toda lo noche al raso
La expectativa ante la llegada del Papa era grande. En la Plaza del Obradoiro, las sillas instaladas para la misa que Benedicto XVI oficiará en Santiago, hoy a las 16.30 horas, han recibido a las ocho de la mañana a los primeros fieles. Unos 200 han dormido en sacos sobre el suelo de piedra de la ciudad y otros han llegado al centro histórico autobús pasadas las 6 de la mañana.
Los agentes de la Policía Nacional que abarrotaban la zona se han esforzado en evitar que muchos fieles, que han llegado después, entre ellos una gran cantidad de religiosas, se colasen para entrar antes a la plaza que los penitentes que han soportado el frío de la noche. Apenas unos minutos después de abrir la plaza, ya se congregaban allí unas 2.000 personas. La Iglesia aspira a que sean 6.000.
No ha llovido durante la noche y para hoy se espera un cielo de nubes y claros hasta después de la misa de la tarde, de dos horas y cuarto que presidirá el Papa. Con todo, al final de la madrugada, una fría niebla ha aterido a los fieles -los termómetros marcaban 9 grados, pero la sensación térmica era de 6,7, según Meteogalicia-.
Durante la noche no se han registrado incidentes como los del jueves, entre los grupos opuestos a la visita y los agentes de seguridad que blindan el casco histórico. En las últimas horas, incluso se han sellado alcantarillas para evitar atentados. El ambiente de copas -los bares tenían licencia municipal para abrir la noche entera- se ha mantenido alejado de las inmediaciones de O Obradoiro. En las calles próximas a la plaza, al contrario, muchos locales han desistido de su plan inicial de servir de madrugada cafés calientes y bocadillos a los fieles. Según los propietarios, no les compensaba porque tampoco eran tantos.
A las 10.00, el recorrido de más de 12 kilómetros que completará hasta la ciudad saludando a sus fieles, ha quedado cerrado al tráfico rodado.