13 de noviembre de 2010
LA BENEMERITA
El guardia civil Justo Nieto, que se jubilará el 3 de diciembre, dibló el jueves las llmas que salían de un edificio en Quintanar de la Orden para salvar a tres mujeres atrapadas
ABC
MANUEL MORENO / TOLEDO
Día 13/11/2010
El jueves, sobre las cuatro de la tarde, un inmueble en pleno centro de Quintanar de la Orden comenzó a arder por una traicionera chispa. El guardia civil Justo Nieto y su compañero de patrulla vieron desde lejos mucho humo. Pensaron que alguien estaría quemando hojas secas, pero cuando llegaron a la confluencia de las céntricas y estrechas calles Tejeros y Obra vieron que la cosa era más seria. Un edificio estaba en llamas.
El incendio invadió las viviendas del inmueble, que estaba vacío en esos momentos. «Unas llamas de dos metros de altura alcanzaban al edificio de enfrente, además de mucho humo», cuenta Justo Nieto, 35 años en el Cuerpo y a quien le falta 22 días para la jubilación el 3 de diciembre, fecha en que cumplirá 56 años. «Una muchacha joven llegó por detrás de mi y empezó a gritar: “¡Mi abuela, mi abuela! ¡Se está quemando!”», recuerda el agente. La anciana se hallaba en el edificio que estaba a punto de ser atrapado por el fuego.
Situación muy complicada
Justo y su compañero, más joven, vieron la forma de entrar en el edificio, de cuatro plantas. El tiempo corría en su contra. Llegaron a un punto en el que el agente más veterano tomó la decisión de diblar unas llamas que le pasaron a apenas dos metros de su cara. «Tenía que hacer lo posible para pasar por algún sitio», explica Justo, quien alcanzó la puerta del edificio donde estaba la abuela. Ella contestó al telefonillo. «Al menos está viva», pensó el agente, que subió al piso de la señora y se encontró con la sorpresa de que había dos mujeres más en la otra vivienda de la misma planta.
«No se podía salir porque la situación era muy complicada, el humo invadía los pisos, los cristales reventaban y en la calle había una bombona de butano. Decidí llevarlas a un sitio seguro, a un patio de luces, y les dije que de allí no se salía hasta que llegasen los bomberos. Esperamos hasta que los bomberos apagaron el incendio y luego bajamos a la calle», recuerda el guardia. «Sólo cumplí con mi trabajo», espeta Justo Nieto, que nunca ha sido condecorado por su trabajo.