30 de noviembre de 2010
EL PAIS
28 Nov 2010
Escrito por: Fernando Garea el 28 Nov 2010 - URL Permanente
Tómese un contexto de desmovilización del electorado tradicional socialista que no entiende las decisiones de su partido; un líder y presidente del Gobierno con una valoración extraordinariamente baja en las encuestas, que apenas hace campaña y que es menos aclamado en los mítines que su predecesor, Felipe González.
Únase con un candidato cuyas decisiones de campaña electoral han sido llevar en su lista a Corbacho, el ministro de Trabajo de la crisis y las cifras récord de paro y que ha sido contestado con una huelga general; anunciar que si pierde se va, admitiendo como inevitable la derrota y buscando la compasión más que la ilusión y que, expresamente, ha declinado gobernar al descartar una reedición de su Gobierno tripartito.
Aderécese con un candidato que no ilusiona y un Gobierno tripartito que no ha sido la suma de tres. Acompáñese de una decisión errónea de no anticipar las elecciones como le pedían en La Moncloa, cayendo en la misma equivocación en la que incurrió Touriño en Galicia.
Agítese y se obtendrá un batacazo electoral del PSC que cierra el paréntesis de los gobiernos socialistas en Cataluña y abre una etapa de turbulencias en la que no se adivina sustituto. ¿Corbacho? ¿Chacón sin ser diputada autonómica?
La tesis de Ferraz es que los resultados solo tienen una clave catalana, que quien cae es el PSC y el tripartito, pero el miedo es libre y afecta a muchos candidatos autonómicos y municipales que se presentarán en mayo y que sospechan que sufrirán en sus carnes el desgaste de Zapatero.
También podría decirse eso en mayo si el PSOE pierde poder, pero esta era la primera prueba real de ese desgaste y no aventura nada bueno. Los socialistas han tenido en Cataluña el peor resultado de su historia, sea por razones catalanas o españolas. Y los candidatos socialistas de mayo están aterrorizados. Al PSOE se le empiezan a poner las cosas cada vez más oscuras, porque sus últimos triunfos electorales en generales se basaron en contundentes victorias en Cataluña. Aunque se consuele con el argumento de que los catalanes voten distinto en autonómicas, en municipales y en generales, puede ser el anticipo de futuras derrotas, por ejemplo, en el ayuntamiento de Barcelona. El PSC pierde siete diputados en Barcelona.
Las victorias tienen muchos padres y las derrotas suelen ser huérfanas, pero esta tiene muchos padres identificables. El debate para los próximos días es si la derrota es solo de Montilla, solo de Zapatero o compartida.
Artur Mas está en condiciones de gobernar a la tercera oportunidad. CiU ha sabido mantener la centralidad de la política catalana y ahora puede gobernar cómodamente a la espera de que el PSOE y el PP le necesiten.
Y al PP le va muy bien. Logra su mejor resultado y su éxito es el fracaso de los demás, el hundimiento de los socialistas y esperar a necesitarse mutuamente con CiU. Rajoy cumple sus expectativas con creces y su discutida estrategia de tumbarse en la crisis a esperar a ver pasar al enemigo maltrecho se refuerza.
Su objetivo era hacer olvidar su exceso en la anterior legislatura con el recurso contra el Estatuto y la recogida de firmas en toda España. Y parece haberlo logrado.