9 de noviembre de 2010
Día 09/11/2010
Cuentan que es un trabajador incansable. Que se pagó sus estudios de Derecho trabajando en una empresa de coches de segunda mano, en los juzgados, y como camarero en su Colegio Mayor. Que va al gimnasio, y corre, y esquía o navega según la temporada. Y que, en definitiva, es un hombre imparable.
JAIME GARCÍA
—¿Le preocupa la abstención?
—Me preocupa si son nuestros votantes los que se abstienen, claro. Pero me preocupa menos si se abstienen los votantes del Partido Socialista. Por lo tanto, cada uno debe estar atento a su propio electorado.
—Si no alcanzan la mayoría para gobernar, ¿con quién pactarán?
—Ni siquiera hemos ganado aún las elecciones. Yo supongo que las vamos a ganar; pero no sé si con el margen suficiente como para evitar que se repita el tripartito.
—Montilla dice que no lo va a repetir.
—No le creo. Ya renegó del tripartito hace cuatro años. Y ahora, llegado el momento, volvería a gobernar con el tripartito. Aunque diga lo contrario.
—En todo caso, si tuviera que pactar, ¿a usted qué le pide el alma?
—Lo que deseamos, en primer lugar, es que el tripartito no gobierne. Después, si son necesarios, los pactos vendrán. Para levantar a Cataluña, se requiere un gobierno fuerte y coherente. No un gobierno que tenga que ir pactando con unos y con otros.
—Dicen que Cataluña está prácticamente en suspensión de pagos.
—Yo no utilizaría ese lenguaje, sobre todo por responsabilidad. Pero a los hechos me remito: la Generalitat no fue capaz de colocar un euro de deuda pública en el exterior por falta de credibilidad. Es la comunidad autónoma con peor calificación de las agencias internacionales. Tuvo que recurrir a un crédito sindicado para pagar las nóminas…
—Si llegan a gobernar ¿van a pedir el mismo concierto económico del País Vasco?.
—No, no. Sólo cuando se den las
circunstancias —que lo desee una mayoría social en Cataluña y que el gobierno de España quiera dialogar sobre ello—, plantearíamos un pacto fiscal que permitiera a Cataluña recaudar y gestionar sus propios ingresos; aunque después tuviéramos el deber de devolver a la Hacienda española los costes de los servicios que el Estado sigue prestando en Cataluña.
—¿Y la solidaridad?
—También añadiríamos a esa devolución un complemento de solidaridad con las comunidades autónomas más pobres. Lo que no puede ser es que Cataluña siga soportando déficit fiscales del 9 y del 10%. Y lo que tampoco puede ser es que, una vez practicada la solidaridad, las comunidades que la reciben dispongan al final de una renta per cápita superior a la catalana. Tiene sentido ayudar al más pobre; lo que no tiene sentido es que, como consecuencia de la ayuda, el más pobre pase a estar en mejor situación que quien se la proporciona.
—Usted asegura que en el programa de CIU no hay reivindicaciones de independencia.
—No. CiU no plantea en su programa convocar un referéndum para la autodeterminación. No tenemos ninguna propuesta independentista. Y pienso además que la independencia no ganaría en un referéndum. Aunque, atención, en los últimos tiempos tiene más adeptos que antes... Yo creo que a raíz de todo el debate sobre el estatuto, la gente en Cataluña anda un poco hastiada. Una parte de la población, que incluso ignora lo que dice la sentencia, está enojada con el proceso del Constitucional… Eso influye en que ahora haya más gente que se refugia en la independencia. Y en sentido contrario, también ahora más gente se inclina hacia las tesis españolistas. Lo que está acentuando una división entre los ciudadanos.
—Corre el rumor de que tras las elecciones, a usted le gustaría volver a la política activa en Cataluña.
—No. Este rumor corre. Pero yo nunca he manifestado ese deseo. Ni pública ni
privadamente... Lo que ocurre es que en una emisora de radio me preguntaron que si Mas me ofreciera irme al gobierno de Cataluña, yo qué haría. Y pensé: si contesto «no me interesa venir al gobierno de Cataluña», al día siguiente tenemos un titular ideal para la oposición: «Duran no quiere formar parte del gobierno catalán». Decidí no regalar ese titular.
—Recuerdo una frase del señor Mas: «Sueño con una Cataluña independiente»… ¿Usted con qu sueña?
—Yo sueño con una Cataluña próspera, justa, donde haya libertad ejercida con responsabilidad.
—¿Y no necesariamente independiente?
—No necesariamente independiente... Mire, yo no puedo ser independentista por dos razones: una intelectual y otra sentimental. Por un lado, no lo veo posible porque Europa no lo aceptaría. Y por supuesto, España tampoco; y el camino sería todavía más difícil. Por otro, mi padre sigue viviendo en un pueblecito de Aragón, y mi corazón no puede aceptar que mi padre y yo vivimos en países distintos y que una frontera nos separa.