26 de febrero de 2011

Negaron a la armada aérea de EE.UU. el derecho a utilizar los espacios aéreos de España, Francia e Italia, cuando Ronald Reagan decidió lanzar una implacable operación de castigo
JUAN PEDRO QUIÑONERO / PARÍS
Día 26/02/2011 - 12.57h
EFE
François Mitterrand, Bettino Craxi y Felipe González salvaron la vida del coronel Gadafi, negando a la armada aérea de EE.UU. el derecho a utilizar los espacios aéreos de Francia, España e Italia, cuando Ronald Reagan decidió lanzar una implacable operación de castigo, entorpecida expresamente por los gobiernos de Francia, Italia y España, que filtraron al dirigente libio las intenciones del presidente norteamericano.
Roland Dumas, ex ministro de Asuntos Exteriores y confidente íntimo de Mitterrand, lo confirma personalmente, aportando matices importantes a la historia de las relaciones diplomáticas entre Gadafi, España, Francia, Italia y EE.UU.
El 12 de abril de 1986, el general Vernon Walters, enviado especial del presidente Reagan, se entrevistó en Madrid con Felipe González, para informarle de la decisión norteamericana de lanzar contra Gadafi una operación militar de castigo, tras el atentado terrorista, atribuido a hombres de Gadafi, contra una discoteca, en Berlín, una semana antes, el 5 de abril.
Semanas antes, el mes de marzo de aquel año, el corresponsal en Trípoli del «New York» Times había informado de una reunión, celebrada en la capital libia, de Gadafi con los dirigentes de varios grupúsculos terroristas, entre los que se encontraban representantes de ETA y el IRA irlandés. Desde 1984 se habían sucedido numerosas informaciones sobre las posibles relaciones entre el dirigente libio y numerosas bandas terroristas.
El 13 de abril de 1986, el ministerio italiano del Interior filtró a sus colegas de la antigua CEE un «documento informativo» según el cualGadafi habría entregado a ETA un millón de dólares de la época.
A pesar de tales antecedentes, la reunión madrileña entre Vernon Walters y Felipe González se pasó mal: el gobierno español negó al gobierno de EE.UU. su autorización para que los bombarderos del arma aérea norteamericana, estacionados en el Reino Unido, atravesaran el espacio aéreo español, para bombardear las residencias personales del coronel Gadafi.
Las mismas misiones especiales del presidente Reagan, en París y Roma, tuvieron el mismo resultado. Roland Dumas, que era ministro y hombre de confianza de François Mitterrand, desvela hoy, en una entrevista concedida a Le Figaro Magazine, las acciones concretas de Mitterrand, Craxi y González, contra Reagan, a favor de Gadafi.
Roland Dumas declara: «Seis meses más tarde del bombardeo norteamericano del 15 de abril de 1986, durante una visita privada a Trípoli, el Guía me dijo saber que había sido yo quién había convencido a Mitterrand de rechazar las demandas de ayuda norteamericanas. «Usted me salvó la vida aquel día», me dijo Gadafi».
En realidad, la historia de la salvación de Gadafi, que Reagan estaba dispuesto a eliminar, con un «bombardeo quirúrgico» de sus residencias presidenciales, fue ligeramente menos personal, como se desprende de la misma confesión de Roland Dumas.
Craxi explicó, antes de morir en Túnez, no lejos de la frontera libia, el año 2000, que había sido su gobierno quién alertó a Gadafi del «inminente» bombardeo norteamericano. Felipe González fue el primer gobernante que no autorizó el tránsito del espacio aéreo español a los bombarderos norteamericanos. Roland Dumas pone la «guinda» a la historia: «Como Francia también negó su espacio aéreo a la armada aérea norteamericana, los aviones de la operación de castigo ordenada por Reagan tuvieron que realizar una ruta mucho más larga, a través del Atlántico, añadiendo doce horas de vuelo. Durante esas doce horas, Gadafi tuvo tiempo para ocultarse y escapar al bombardeo ordenado por Reagan».
«Victorioso», dos días después del bombardeo del 15 de abril de 1986,Gadafi apareció en la televisión libia «exigiendo» a España e Italia que impidieran los movimientos de la VI flota norteamericana. «Fallida», parcialmente, la operación “quirúrgica”, Gadafi encajó en silencio la «advertencia» norteamericana y comenzó una lenta «reconversión» que terminaría consiguiendo para Libia la presidencia del Comité de derechos humanos de Naciones Unidas, el 2003.

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