17 de febrero de 2011




17
FEB2011

Manolo también quiere conciliar

EL PAIS

Por: Amanda Mars
Fotoblog

Escuché esta conversación hace unos días cuando estaba en un bar (no fue haciendo cola en un museo, qué le vamos a hacer):
-No, Manolo no se cogerá la baja en el trabajo, solo el permiso de cuatro días.
-Anda…
-No, si ya, es tonto, pero yo le entiendo, me pasaría lo mismo, es que en su curro ningún tío se coge la baja de paternidad, sería el único…
Manolo (nombre ficticio) siente un recelo o temor nada ficticio a coger la baja que le corresponde a él y a cualquier hombre. Porque el derecho a robar algo de tiempo al trabajo las primeras semanas en que ha nacido tu hijo, teme que piensen sus jefes, es cosa de madres y un exceso en estos tiempos de crisis. En algunos ámbitos, el derecho a trabajar y, al mismo tiempo, atender una familia, parece que aún es un asunto de mujeres. El telón de fondo de todo esto es que conciliar, así, en general, parece un territorio exclusivo de personas con hijos.
Machismo, sexismo o doble rasero. La discriminación por razón de género no es un problema de mujeres, no es cosa de tías, es una tara social. A Manolo le impide ejercer un derecho, pero el perjuicio no acaba en él, porque convertir la conciliación en un derecho reservado a las trabajadoras tiene un efecto perverso para ellas en el mercado laboral.
La buena noticia, según fuentes de la Seguridad Social, es que no hay muchos casos como el de Manolo. Que cada vez son menos. Sin embargo, tras la baja, la conciliación para el cuidado de los hijos sigue recayendo mayoritariamente sobre los hombros de las mujeres.
La Ley de Igualdad, que introdujo la baja por paternidad de 15 días (compatible con la de la mujer, de 16 semanas), entró en vigor en  marzo de 2007. Durante los primeros meses, las bajas de paternidad suponían en torno al 40% de las de maternidad, pero a finales de ese año ya eran el 60% y a cierre de 2010, las bajas de los hombres fueron el 84% sobre las de mujeres, según los datos de la Seguridad Social.
En concreto, el año pasado se tramitaron en toda España 275.637 procesos de prestación por paternidad y 326.752 procesos de maternidad. ¿Qué ocurre con esta diferencia? Pues que hay madres solteras, o que algunos padres autónomos no tienen exactamente la misma cobertura para coger la baja y otras circunstancias muy variadas, entre ellas, casos como el de Manolo y su empresa. Las personas en paro también reciben esta prestación.
Pero la conciliación tras la baja es otro cantar. La Seguridad Social no tiene las estadísticas respecto a las reducciones de jornada, pero sí en cuanto a las excedencias solicitadas por cuidado familiar y el dato es abrumador: el año pasado 38.448 mujeres se acogieron a esa posibilidad, frente a 2.500 hombres. Por otra parte, en cuanto a las reducciones de jornada, el hecho de que, en términos generales, las mujeres suelen ganar menos dinero que sus compañeros es una de las claves de por qué ellas la piden más.
Si hombres y mujeres conciliasen por igual, el recelo hacia las candidatas femeninas (esos seres que, con la inestimable colaboración masculina, son capaces de quedarse embarazadas) en las selecciones de personal o los ascensos perdería muchas coartadas.
Pero quizá la pregunta pendiente ya no es tanto por qué la conciliación es cosa de mujeres, sino por qué es solo para familias, para personas con hijos. ¿El resto no necesita conciliar?
Dice Ignacio Buqueras, presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE), que lo que tiene que haber son unas jornadas laborales que hagan posible trabajar y vivir a todo el mundo. "No puede hacerse una política de conciliación real sin unos horarios flexibles y racionales", recalca. Y añade: “Nosotros no hablamos de conciliación de vida familiar y laboral, sino de vida personal y laboral”. O, como dicen mis amigas con sorna: “Tener tiempo, sí, pero antes de para cuidar de los hijos,  para poder ensayar la concepción, por ejemplo…”
(FOTO: La parlamentaria italiana Licia Ronzulli vota en el Parlamento Europeo en Estrasburgo (Francia), llevando a su bebé para solidarizarse con las mujeres que no pueden conciliar la vida profesional y familiar. REUTERS/Vincent Kessler)