24 de julio de 2009

«Cuando un menor comete una violación está pidiendo ayuda a gritos»

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Viernes, 24 de Julio de 2009

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«Cuando un menor comete una violación está pidiendo ayuda a gritos»

RAFAEL CARMONA

La Ley del Menor, bajo sospecha
«Hay auténticos delincuentes que se están aprovechando de la Ley del Menor»
Policías piden que los menores de 13 años sean imputables
El Defensor del Pueblo, contrario a la reforma
Opina: ¿Crees que se deben endurecer las penas para los menores?
CRISTINA GARRIDO | MADRID
Actualizado Viernes, 24-07-09 a las 15:27
Para una mente sana es muy difícil entender por qué a un grupo de chavales se les ocurre un día traspasar todas las barreras morales y legales y violar a una vecina del barrio o a la ex novia de uno de ellos. Tras los casos de Baena e Isla Cristina muchos se preguntan si estos actos tan repugnantes responden a una patología psíquica, a un entorno poco recomendable, a una sociedad actual demasiado permisiva o a una ley demasiado laxa...

Y nos encontramos con una respuesta que es casi como una bofetada: «Los abusos sexuales en grupo son un fenómeno mucho más frecuente de lo que pensamos. Es bien antiguo, pero en la mayoría de los casos no sale a la luz», asegura Victoria Noguerol, psicóloga clínica, directora del Centro de Psicología Noguerol y especialista en casos de maltrato y abusos. Una afirmación que apoya Javier Urra, psicólogo forense en la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia y Juzgados de Menores de Madrid, que señala que sólo se denuncia uno de cada ocho casos de abusos sexuales.

La experiencia de Noguerol le dice que detrás de estos menores que cometen violaciones en grupo hay una historia terrible: «En estos casos siempre suele haber alguno, el líder o «matón», que ha sido a su vez víctima, que ha sufrido también estos abusos o ha estado expuesto de alguna forma y que además tiene la capacidad de intimidar al resto para que le sigan». La psicóloga afirma, además, que el abuso sexual es una conducta «muy compulsiva y adictiva» y que los agresores suelen ser reincidentes.

A pesar de que el fenómeno no es tan reciente como parece, Noguerol y Urra coinciden en que la educación actual, mucho más permisiva y en ocasiones «negligente», es parte del problema. «En nuestra sociedad se banalizan los hechos, el sexo, las drogas y se devalúan los valores. No hay valor para defender los valores», advierte Urra.

Pero el menor no es el único culpable. «Detrás de esos chicos encontramos explicaciones que responden a los adultos, a sus familias. Cuando un menor comete este tipo de delitos está pidiendo ayuda a gritos», señala Noguerol. Una opinión que comparte Javier Urra, que insiste en que para evitar situaciones como las que hemos conocido en los últimos días es importantísimo que los padres eduquen a sus hijos en el «sentimiento de culpabilidad» porque los niños tienen que saber lo que está bien y lo que está mal, y que «cuando lo hacen mal tienen que sufrir». También apuesta por «educar en la compasión, en el respeto a la autoridad y en la capacidad para decir no al grupo».

¿Rebrote machista?Tras los casos de Marta del Castillo, Maores o las dos niñas que fueron violadas en Andalucía por grupos de menores, algunos expertos han apuntado a una rebaja de la edad de la violencia de género. Javier Urra avisa de que desde hace tiempo se está produciendo un rebrote machista entre niños y jóvenes. «Habría que preguntarles cómo califican a las chicas que han agredido, Si las ven como a un ser humano o un objeto para su placer. Vivimos en una sociedad hedonista en la que los chavales creen que todo se puede comprar o adquirir», asegura. Noguerol, sin embargo, apunta que en los abusos existe más una relación de «poder, control y violencia», que no tiene tanto que ver con el género como con el hecho de que el agresor se aprovecha siempre del más débil.

Tanto Noguerol como Urra creen en las terapias para recuperar a estos pequeños agresores. «El problema viene cuando salen de los centros y vuelven a sus barrios, donde la gente sigue cometiendo delitos», advierte Urra, que afirma que juzgar a un niño de 12 años es «un fracaso social». «El ciudadano que crea que si se endurece la ley no habrá delitos no entiende a los jovenes, porque un menor no calcula las consecuencias».

Por su parte, Noguerol considera imprescindible que tanto el menor como su familia reconozcan el problema porque si hay negación no se puede avanzar en la recuperación. Estos chicos suelen justificar sus conductas con argumentos tan espeluznantes como «la niña quería», «no decía que no», «si no le hubiera gustado nos lo habría dicho», «a mi me lo hicieron y no fue para tanto», explica la psicóloga.

En cuanto a las víctimas de las violaciones, ambos expertos consideran que con una buena terapia pueden superar el trance y volver a hacer una vida normal, aunque «la huella siempre queda», advierte Urra, que cree recomendable seguir de cerca los casos de chavales que siendo menores cometieron abusos sexuales «porque existe el riesgo que de adulto reincidan».