30 de noviembre de 2013

Primera «marea verde» tras la aprobación de la reforma educativa

SOCIEDAD

Primera «marea verde» tras la aprobación de la reforma educativa

ABC - Día 30/11/2013 - 14.00h

Miles de personas salen a la calle en contra de la Lomce

La «marea verde» en defensa de la escuela pública ha arrancado al mediodía desde la plaza de España de la capital, para concluir en la calle Alcalá, a fin de seguir mostrando la oposición a la nueva ley educativaaprobada el jueves en el Parlamento. En el acto de protesta participan, como en las marchas anteriores en contra de la «ley Wert», familias, profesores, organizaciones sociales, sindicatos y algunos políticos, como el secretario de Organización del PSOE, Oscar López.
La portavoz de Sindicato de Estudiantes, Ana López, ha hecho un llamamiento a la convocatoria de una nueva huelga general y educativa de tres días «para dar el golpe definitivo al ministro Wert». «El movimiento unitario de toda la comunidad educativa permite llegar al momento de máxima debilidad de Wert; ahora hay que golpear con toda contundencia», ha dicho.

Sindicatos y padres rechazan otra huelga

El resto de los miembros de la plataforma, los sindicatos UGT y CC.OO., y los representantes de los padres consideran que no es el momento de plantearse una nueva huelga, aunque respetan la decisión de los estudiantes.
Para Carlos López, de UGT, «se abre un nuevo horizonte» en el que propone construir las bases de una nueva ley para dentro de dos años, «cuando se derogue la ley Wert», en torno a un pacto.
Desde CC.OO., Pablo García ha advertido de que «al Gobierno le espera un calvario jurídico, no sólo de parte de Comisiones sino de toda la plataforma».

La Iglesia pide apartar a la fiscal del caso de los niños transexuales

La Iglesia pide apartar a la fiscal del caso de los niños transexuales

La fiscal advirtió al colegio de que, si no cedían, les tendría que denunciar por discriminación

El obispado de Málaga ha pedido a la Fiscalía General del Estado que aparte a la fiscal andaluza contra la discriminación sexual de género, Flor de Torres, de la investigación sobre un colegio religioso que se niega a respetar la identidad de género de una niña transexual. Fuentes de la fiscalía han confirmado que la fundación diocesana dueña del colegio, dependiente del obispado, ha presentado un escrito en el que pide la sustitución de Torres y que se haga cargo del caso la Fiscalía de Menores.
De Torres abrió en septiembre una investigación sobre el colegio. La fiscal se reunió hace unas semanas con la delegada provincial de Educación, los responsables de la fundación y los padres de la niña para intentar convencer al centro de que, como ha ordenado la Inspección educativa de la Junta, la niña sea llamada por su nombre femenino, pueda vestir el uniforme de las niñas y usar su cuarto de baño. Los representantes de la fundación quedaron en estudiar el caso en la próxima reunión del patronato. La fiscal les advirtió de que, si no cedían, les tendría que denunciar por discriminación.
Entre la documentación que acompaña a la petición, la fundación ha incluido informes médicos de la niña que, según fuentes de la fiscalía, De Torres le había entregado tras informarles de que solo podían usarlos para que los miembros del patronato conocieran el caso. “Eran de absoluta confidencialidad y los están usando”, advierten.

Israel, en el camino de la creación - Árboles en la nieve

FERIA DEL LIBRO DE GUADALAJARA

El conflicto con Palestina marca la literatura israelí. / DANIEL MORDZINSKI

Israel, en el camino de la creación

EL PAIS - AMOS OZ
Franz Kafka fue el mayor profeta del siglo XX, capaz de prever la deshumanización, las tiranías y la crueldad del poder


EN PORTADA / REPORTAJE

Árboles en la nieve

En opinión de Amos Oz, Franz Kafka fue el mayor profeta del siglo XX, capaz de prever la deshumanización y las tiranías, la crueldad del poder y la impotencia del ser humano

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La familia de Amos Oz se estableció en Jerusalén en 1934 y gracias a ellos sobrevivió al genocidio nazi. / ANA NANCE
Existe un relato breve de Kafka que se titula Los árboles. En él, el autor dice que somos semejantes a unos árboles en la nieve, que parecen flotar, como si no tuvieran raíces. Es pura apariencia, escribe Kafka, porque todo el mundo sabe que los árboles tienen raíces bien enterradas. Y dice a continuación: pero eso también es pura apariencia.
Hace 60 años, una noche de invierno, en el kibutz Hulda, un chico de 15 años leyó este fragmento de Kafka, y se sintió transformado: los árboles, las colinas, los aullidos de los chacales en la noche invernal, todo había dejado de ser sencillo. Hay una realidad, y hay una realidad interior, y más. Los hechos pueden convertirse en el peor enemigo de la verdad. Este relato, Los árboles, no solo fue mi primer contacto con Kafka, sino que leerlo, como leer sus demás obras, contribuyó enormemente a mi formación. Además, Kafka tiene cierta manera de poner al descubierto una pesadilla en un lenguaje de lo más burocrático. Sus demonios llevan traje y corbata. Su infierno es un despacho vulgar y destartalado.
Hace tiempo leí que hacia el final de su vida, cuando estaba ya muy enfermo, Kafka coqueteó con la idea de seguir los pasos de varios judíos que habían ido a la escuela con él en Praga y emigrar a Israel. Incluso vi un cuaderno de ejercicios con el que intentó aprender hebreo por su cuenta. Llegué incluso a imaginar una situación en la que Kafka vivía en un kibutz de habla alemana en Israel, llevaba las cuentas de la comunidad y escribía en sus ratos libres, en una cabaña situada al borde del kibutz, que le habían concedido para que le sirviera de estudio.
Por ser genuinos europeos, los judíos fueron tachados de “cosmopolitas”, “parásitos”
Habría tenido nostalgia de Europa, como sus condiscípulos y como tantos otros que dejaron Europa y se fueron a Israel antes de Hitler. Todos aquellos —entre los que estaban mis padres y mis abuelos— que se fueron de Europa oriental o, mejor dicho, a las que expulsaron por la fuerza de Europa oriental, en los años treinta. Amaban Europa, pero Europa nunca les quiso a ellos. Hoy, todo el mundo es europeo, y el que no lo es está haciendo cola para serlo. Hace 80 o 90 años, los únicos que eran auténticos europeos en Europa eran los judíos como mis padres. Todos los demás eran patriotas búlgaros, patriotas irlandeses, patriotas noruegos… Los judíos eran europeos devotos. Eran políglotas, les encantaba que hubiera historias distintas, y los legados literarios, y los tesoros artísticos y, sobre todo, amaban la música. Y amaban los paisajes, los prados y los bosques, los torrentes y los bosques nevados, los estrechos callejones de las ciudades antiguas, las universidades y los cafés. Pero Europa nunca les quiso a ellos. Por ser genuinos europeos les tacharon de “cosmopolitas”, “parásitos”, “intelectuales sin raíces”. Cuando el antisemitismo se volvió violento en Polonia, en los años treinta, mis padres y mis abuelos, llenos de tristeza, decidieron irse de Europa y emigrar a Jerusalén. Escogieron Jerusalén, no porque quisieran desplazar a los árabes, sino porque no tenían ningún otro sitio donde ir. En los años treinta, todos los países del mundo cerraban sus puertas a los judíos. Canadá dijo que no iba a acoger a ninguno. Suiza mostró aún más dureza. Las calles europeas tenían pintadas en las que se leía: “Los judíos a Palestina” (sesenta años después, esas mismas paredes en Europa tenían pintadas contrarias: “Fuera los judíos de Palestina”…).
En cualquier caso, mi familia se estableció en Jerusalén en 1934 y gracias a ello sobrevivió al genocidio nazi alemán. Pero siempre echaron de menos Europa. Estaban furiosos con Europa, pero al mismo tiempo añorantes, unos sentimientos que se pueden describir como de amor decepcionado, amor no correspondido. Cuando era pequeño, mis padres me decían siempre: “Un día, no en nuestra vida pero quizá sí en la tuya, Jerusalén crecerá y se convertirá en una ciudad de verdad”. No entendía qué querían decir: para mí, Jerusalén era la única ciudad del mundo. Pero ahora sé que, cuando mis padres decían que Jerusalén se convertiría en una ciudad de verdad, se referían a una ciudad con un río en medio, con puentes sobre ese río, con bosques frondosos alrededor. Es decir: una ciudad europea.
Soy hijo de unos refugiados judíos a los que expulsaron de Europa con violencia. Por suerte para ellos: si no les hubieran echado de Europa en los años treinta, habrían muerto asesinados en la Europa de los años cuarenta.
Creo en un compromiso entre Israel y Palestina, una solución de dos Estados. No una luna de miel, un divorcio justo
Todavía llevo dentro de mí la ambivalencia de mis padres respecto a Europa: añoranza y rabia, fascinación y frustración.
En toda mi obra literaria se encontrarán con esos europeos desarraigados que luchan para crear un minúsculo enclave europeo, con librerías y salas de conciertos, en el calor y el polvo del desierto, en Jerusalén o el kibutz.Personajes que quieren reformar el mundo y no saben ni atarse los zapatos. Idealistas que debaten y discuten sin fin entre sí. Refugiados y supervivientes que se esfuerzan para construirse una patria pese a todas las adversidades.
Israel es un campo de refugiados. Palestina es un campo de refugiados. El conflicto entre israelíes y palestinos es un choque trágico entre dos derechos, entre dos antiguas víctimas de Europa. Los árabes fueron víctimas del imperialismo europeo, del colonialismo, la opresión y la humillación. Los judíos fueron víctimas de la persecución europea, de la discriminación, los pogromos y, al final, una matanza de dimensiones nunca vistas. Es una tragedia que esas dos antiguas víctimas de Europa tiendan a ver, cada una en la otra, la imagen de su pasada opresión.
El conflicto palestino-israelí es un choque trágico entre dos derechos. Los judíos israelíes no tienen ningún otro lugar donde ir, y los árabes palestinos tampoco tienen ningún otro lugar donde ir. No pueden unirse en una gran familia feliz porque no lo son, ni son felices ni son una familia: son dos familias desgraciadas. Creo firmemente en un compromiso histórico entre Israel y Palestina, una solución de dos Estados. No una luna de miel, sino un divorcio justo, que coloque a Israel al lado de Palestina, con Jerusalén oeste como capital de Israel y Jerusalén este como capital de Palestina. Algo similar al pacífico divorcio entre checos y eslovacos.
Muchos de mis relatos y novelas están situados en Israel, pero tratan de cosas grandes y sencillas: amor, pérdida, soledad, añoranza, muerte, deseo, desolación. Soy un testigo escéptico de mi época y un observador irónico y caritativo de la comedia humana. En mi opinión, Kafka fue el mayor profeta del siglo XX, capaz de prever la deshumanización y las tiranías, la crueldad del poder y la impotencia del ser humano. Él me enseñó que los árboles, y todas las demás cosas, no son nunca lo que parecen.
Discurso de Amos Oz pronunciado al recoger el Premio Kafka, el 24 de octubre de 2013 en Praga.
Traducción del inglés de María Luisa Rodríguez Tapia.

Luis Alfonso de Borbón, el eterno pretendiente

Luis Alfonso de Borbón, el eterno pretendiente

Es bisnieto de Francisco Franco y de Alfonso XIII, una herencia difícil que le cierra puertas en España y le empuja a reclamar el improbable trono de Francia

Pero el llamado duque de Anjou sigue en la brecha con el inestimable apoyo de su esposa, una multimillonaria venezolana

Luis Alfonso de Borbón, duque de Anjou, con su esposa, Margarita, frente al castillo de Sceaux. / GETTY
"No es un camino fácil. Puede que la idea de llegar a serlo en vida sea demasiado optimista, lo cual no es muy grave. Trabajo también pensando en mis hijos”. Así respondía Luis Alfonso de Borbón en junio de 2010 a un periodista de la revista francesa Paris-Macht que le preguntaba sobre sus opciones de convertirse en rey de Francia.
El hijo menor de Carmen Martínez-Bordiú y Alfonso de Borbón Dampierre (1936-1989) acababa de ser padre por segunda y tercera vez a un tiempo con el nacimiento de sus gemelos, Luis y Alfonso. El primero, convertido ya en delfín de Francia por la azarosa fortuna de haber salido un minuto antes del vientre materno.
En la misma entrevista, Luis Alfonso hacía una encendida defensa dellegado de Francisco Franco: “Creó la clase media española, plantó bosques, hizo lagos y carreteras, e impidió que el país entrara en guerra y que el comunismo se instalara. Evidentemente, se produjo la Guerra Civil, pero él no la había querido”.
Y es que el pretendiente a la corona francesa, que el pasado 25 de abril cumplió 39 años de edad, ha recibido una doble y complicada herencia: es bisnieto de Francisco Franco y de Alfonso XIII. Una combinación que le abre y cierra a un tiempo las puertas de la historia. Ser bisnieto de Alfonso XIII le obliga a mantener un estatus de realeza que el propio rey en el exilio negó a su padre. Y su afición a elogiar a su otro bisabuelo no es la mejor tarjeta de visita en la España democrática. ¿Sería esa la razón de que ningún pariente de don Juan Carlos asistiera a su boda con la multimillonaria venezolana Margarita Vargas Santaella, celebrada en Santo Domingo en noviembre de 2004?
En Francia cuenta con una pequeña guardia pretoriana de legitimistas y un secretario de ‘monseineur’
“No, en absoluto. La razón está en las invitaciones, donde constaba como alteza real, lo cual es ilegal de acuerdo con la legislación española. Eso impidió que asistieran a la boda miembros de la familia real española y de otras familias reales europeas”, dice José Rodolfo Díaz Lussnigg, experto en genealogía y autor de El árbol genealógico de los Reyes de España. Díaz Lussnigg recuerda además: “Luis Alfonso no pertenece a la familia real; es pariente del Rey, que es muy distinto. Y como tal —hijo de un primo carnal de don Juan Carlos— asiste a bodas, bautizos o funerales reales en el puesto protocolario que le corresponde”. Luis Alfonso estuvo, por ejemplo, en la boda de los príncipes de Asturias, en mayo de 2004. Y aunque frecuenta poco a sus parientes reales, es asiduo de Hola!, por su asistencia a actos benéficos y torneos de polo.
En Francia cuenta con una pequeña guardia pretoriana de sostenedores legitimistas y un denominado secretariado demonseigneur, le duc d’Anjou, que responde negativamente —tras media docena de mensajes electrónicos— a la petición de EL PAÍS de entrevistar a Luis Alfonso de Borbón.
Alto, con tendencia al sobrepeso, gran deportista, católico y muy conservador, el bisnieto de Alfonso XIII ha tenido una infancia marcada por la tragedia. Sus padres se separaron cuando apenas tenía seis años; perdió a su hermano mayor, Francisco, en un accidente de tráfico en el que él sufrió heridas muy graves, antes de cumplir los 10. Y a los 15 años se quedó huérfano de padre.
Son circunstancias que pueden trastornar una vida. Luis Alfonso creció apegado a su abuela materna, la duquesa de Franco. Se educó en el Liceo Francés de Madrid y estudió Empresariales en el Colegio Universitario de Estudios Financieros (CUNEF), un centro privado dependiente de la patronal bancaria. Fue un adolescente antipático, capaz de exigir a sus guardaespaldas mano dura con los paparazis que le perseguían, tal y como señala José Apezarena en la biografía Luis Alfonso de Borbón. Un príncipe a la espera, publicada en 2007 por Planeta. Un niño pijo convencido de que el mundo se lo debía todo, fascinado por el brillo de sus apellidos.
No tuvo dificultades a la hora de encontrar empleo. Primero en el banco Banif y luego en BNP-Paribas, hasta que en 2001 conoció en Caracas a Margarita Vargas, nueve años menor que él, hija de Carmen-Leonor Santaella, heredera del dueño del Banco Occidental de Descuento, y de Víctor José Vargas Irausquín, actual presidente de la entidad que financió al difunto presidente Hugo Chávez. Tres años después de aquel encuentro, Margarita y Luis Alfonso se casaban, y el yerno del banquero venezolano pasaba a llevar las relaciones internacionales del banco familiar.
¿Qué mejor tarjeta de visita para una institución financiera que un glamuroso título real y un escudo con las flores de lis? ¿Y qué mejor combustible para mantener vivas las pretensiones dinásticas que los millones de la familia política?
El abogado José Antonio Dávila: “Luis Alfonso es el jefe de los Borbones y de la casa real francesa”
La fortuna de los Vargas-Santaella es una de las mayores de América Latina. Y el aspirante al trono francés no había recibido otra herencia a la muerte de su padre que la indemnización millonaria que cobró en 1994 de la empresa responsable de la estación de esquí de las Montañas Rocosas (EE UU) donde Alfonso de Borbón se desnucó con un cable imprudentemente tendido de un lado a otro de la pista.
El matrimonio y la paternidad han dado a la aspiración dinástica de Luis Alfonso de Borbón una nueva densidad. Sus hijos gemelos fueron bautizados, con gran boato protocolario, en la basílica de San Pedro del Vaticano en septiembre de 2010. Ofició la misa el cardenal Angelo Comastri, vicario entonces de Benedicto XVI.
Todo un golpe de efecto a su favor en el pulso que mantiene conEnrique de Orleans, conde de París, gran rival de su padre y ahora suyo en la batalla por el trono francés. “Con independencia de las pocas probabilidades de que en Francia se reinstaure la monarquía, el heredero reconocido al título es el conde de París”, sostiene Díaz Lussnigg.
El abogado José Antonio Dávila, ex asesor jurídico del fallecido duque de Cádiz, está en parte de acuerdo. “Lo lógico sería que los Orleans fueran reyes si un día se reinstaura la monarquía en Francia. Porque son franceses”. El conde de París nació en Bélgica, pero lleva décadas viviendo en Francia. Luis Alfonso, aunque tiene doble nacionalidad, nació en Madrid, donde reside tras una etapa en Caracas y en Nueva York.
“Pero él es el jefe de los Borbones y de la casa real francesa”, añade Dávila. Una línea que iría desde el conde de Chambord (último pretendiente francés al trono, muerto sin descendencia) hasta su abuelo, el infante Jaime, segundo hijo de Alfonso XIII, reconocido como pretendiente al trono por los legitimistas franceses en 1941. Don Jaime, sordo desde los cuatro años, se vio obligado a renunciar a la Corona española por esa limitación física, una vez que su hermano mayor quedó descartado por un matrimonio desigual. “Pero nunca renunció a los derechos de los Borbones en Francia”, advierte Dávila, que minimiza, sin embargo, la importancia del título. “Se trata de unos derechos históricos, sin ninguna trascendencia práctica. Y hoy día la cuestión le interesa a muy poca gente en el mundo”.
Pocos y mal avenidos. Los Orleans, una rama menor de los Borbones, descendientes de un hermano de Luis XIV, el rey Sol, invirtieron su enorme fortuna familiar en potenciar su causa, hasta que el padre del actual conde de París, fallecido en 1997, optara por dilapidarla concienzudamente. Aun así, los Orleans tienen, de antiguo, un lado projacobino. Un miembro de esta rama votó a favor de la ejecución del rey Luis XVI en la Revolución Francesa. Y tras la Restauración borbónica, otro Orleans le birló el trono a Carlos X, hermano del rey guillotinado, gracias a la revolución de 1830. Tras no pocos avatares, revoluciones y restauraciones, la V República francesa, que se constituyó en 1958, tiene todos los visos de durar.
Eso no impide que Luis Alfonso luzca con orgullo, como hiciera su padre, el título de duque de Anjou (tradicionalmente usado por la Casa de Francia), para desesperación del conde de París, que intentó en vano impedírselo por vía judicial. Y que este decidió jugar sus bazas en la batalla dinástica, no tanto por alcanzar una improbable corona como por ser reconocido como representante oficial de la Casa de Francia. Y es que las herencias marcan.

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