16 de octubre de 2010

Una sepultura para Franco en Mingorrubio


REPORTAJE
Una sepultura para Franco en Mingorrubio
EL PAIS
El traslado de sus restos resolvería la polémica sobre el Valle de los Caídos
RAFAEL FRAGUAS - Madrid - 16/10/2010

El enterramiento del dictador Francisco Franco en la iglesia de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, a 58 kilómetros al noroeste de Madrid, se encuentra en el origen de las controversias que envuelven desde hace meses a este conjunto monumental, donde se hallan sepultadas más de 40.000 víctimas de la Guerra Civil, entre 1936 y 1939. Consta de hospedería, centro de estudios, abadía benedictina y basílica, que alberga las fosas y osarios con los restos. A diferencia del líder de Falange Española, José Antonio Primo de Rivera, igualmente enterrado allí, que sí podría ser considerado caído de guerra por su fusilamiento en Alicante el 20 de noviembre de 1936, Francisco Franco no pereció en la contienda bélica, cuyo alzamiento militar él desencadenó, sino que murió de muerte natural, como jefe de Estado, el 20 de noviembre de 1975, en el hospital de La Paz de Madrid.
El abad dice que no se opondría a la exhumación si los Franco lo aceptan
Según la hija del dictador, su padre no dijo dónde quería ser enterrado
Su sepultura en la basílica del valle alteró la significación del monumento, ornamentado en claves del bando vencedor. Dio pie a las impugnaciones que desde distintos ámbitos -laicos, republicanos, de izquierda y vinculados a la defensa de la memoria histórica- reclaman la transformación del monumento en un centro de interpretación histórica apartidista, dedicado a la reflexión sobre la contienda civil desde una perspectiva plural. En esta dirección se orienta la legislación sobre Memoria Histórica y su hasta ahora aplazada -y presumiblemente muy compleja- aplicación en el valle de Cuelgamuros. Hasta 20.000 presos políticos intervinieron en la edificación del conjunto monumental entre 1940 y 1958, año en que culminó su construcción.
Los constantes quebraderos de cabeza que acarrea al Estado español la continuidad de los restos de Francisco Franco en la basílica admiten una vía de solución a tener en cuenta: el traslado de sus despojos a la cripta familiar del cementerio de Mingorrubio, en las afueras de El Pardo, municipio entonces autónomo y desde los años sesenta adscrito al distrito capitalino de Fuencarral. En su palacio, Franco residió desde marzo de 1940 hasta su muerte. En el sótano de la capilla del cementerio madrileño reposan los restos de Carmen Polo y Martínez-Valdés, esposa de Franco, fallecida en 1988, 13 años después de la muerte del dictador.
La cripta donde permanece enterrada la Señora de Meirás, título que le fue concedido por el Rey a la muerte de Franco, ocupa toda la planta, abovedada con una cúpula de Santiago Padrós; su superficie es de seis metros de longitud por seis de anchura, con capacidad para, al menos, ocho o nueve sepulturas más.
La cripta fue adjudicada por concesión administrativa municipal a la familia Franco por mediación del alcalde Carlos Arias Navarro, amigo de la familia y señaladamente de la señora de Meirás. "Demasiado lujosa". Así describió Carmen Polo de Franco a su esposo la estancia funeraria, según confirma Rufo Gamazo, de 87 años, asesor y amigo personal de Carlos Arias Navarro, presidente del Gobierno en 1975. Gamazo asegura al respecto: "Semanas antes de la muerte de Franco, el presidente Carlos Arias preguntó a la hija del jefe del Estado, Carmen Franco Polo, si la familia tenía alguna previsión sobre el lugar de enterramiento de su padre: "Ninguna", respondió Carmen Franco Polo". A juicio de Gamazo, "la decisión de enterrar a Franco en el Valle de los Caídos no fue suya, ni de su familia". Y añade: "Probablemente fue decisión del Rey".
No lejos de la cripta donde fuera sepultada Carmen Polo yacen los restos de Luis Carrero Blanco, Vicepresidente del Gobierno asesinado por ETA en 1973. Junto a él, Pedro Nieto Antúnez, ministro de Marina y amigo personal de los Franco. También algún socialdemócrata, como Francisco Fernández Ordóñez, ministro de Exteriores con Felipe González.
Anselmo Álvarez Navarrete, abad del Valle de los Caídos, ha permanecido en el centro de las más recientes polémicas por su oposición al cierre temporal, desde la pasada primavera, de la basílica. El Patrimonio Nacional decidió el cierre para restaurar un grupo escultórico de grandes dimensiones, La Piedad, de Juan de Ávalos, cuya piedra sufrió desprendimientos de fragmentos de considerable tamaño. El abad respondió semanas atrás a una pregunta de este diario que "si la familia de Francisco Franco se aviniera al traslado de los restos del anterior jefe del Estado hacia el cementerio de El Pardo, la comunidad benedictina no se opondría a la decisión familiar".
A otra pregunta sobre el porqué Franco, que no cayó en la guerra, fue enterrado en el Valle de los Caídos, el abad señala: "Existe una tradición que otorga a los constructores de los templos la facultad de enterrarse en los que ellos mismos promovieran". Pero agregó: "No obstante, si la familia acepta el traslado la comunidad nada tiene que objetar".
Entonces, cabría al Gobierno negociar con la familia Franco para que la iniciativa del traslado pudiera ser una realidad. De esta manera, el Estado podría aplicar al recinto la ley de memoria histórica, que impide la apología de la dictadura. El monumento, una cruz de 150 metros de altura y 46 metros de brazos, se considera máxima expresión apologética mientras Franco permanezca en él enterrado.
Otros aspectos relacionados con la medicina legal o forense, y con la justicia, por albergar la basílica fosas donde fueron enterrados sin consentimiento familiar miles personas, de las 40.000 personas allí sepultadas (hubo algunas inhumaciones hasta 1985), mantiene abiertos nuevos flecos de la polémica. En teoría, la demanda familiar de cada uno de los enterrados sin autorización podría desencadenar procesos legales de exhumación.
Además, la significación religiosa del conjunto monumental en clave estrictamente católica, dada la aconfesionalidad del Estado proclamada por la Constitución, añade complejidad a todo cuanto rodea al Valle de los Caídos, cuya inserción legal en la esfera de Patrimonio Nacional, es ciertamente muy lábil y se rige por una disposición adicional de un decreto.