20 de octubre de 2010

RENOIR








La exposición del museo madrileño repasa todos los géneros que cultivó el artista francés: el retrato, la figura femenina, el desnudo, el paisaje, la naturaleza muerta y las flores
ABC
NATIVIDAD PULIDO / MADRID
Día 20/10/2010 - 09.49h
El Museo del Prado acoge la primera monográfica en España dedicada al maestro impresionista francés: reúne 31 obras procedentes de la colección del Clark Art Institute (Massachusetts)
«Autorretrato»
Este otoño, los museos e instituciones artísticas de nuestro país apuestan fuerte en sus programaciones por mostrar fondos de renombradas colecciones internacionales, tanto públicas como privadas, en lugar de exposiciones de producción propia. Crisis obliga.
Así, el Guggenheim de Bilbao reúne fondos del Städel Museum de Fráncfort; la Fundación Mapfre, de la Phillips Collection de Washington... Pero el mayor desembarco lo ha hecho el Clark Art Institute de Williamstown (Massachusetts), que abrió sus puertas en 1955 con la colección que atesoraron Sterling y Francine Clark. Entre sus tesoros, obras de Piero della Francesca, Ghirlandaio, Homer, Sargent, Jérôme... Por un lado, ha prestado importantes obras de Degas, que se miden estos días con Picasso en el museo del artista español en Barcelona. Por otro, ha vaciado sus salas de Renoir para la primera monográfica que se dedica al maestro impresionista francés en España, concretamente en el Prado.
No es una completa retrospectiva de Renoir, como la que recientemente ha organizado el Grand Palais de París (y que después se ha visto en Los Ángeles y Filadelfia), con dos centenares de pinturas. Una lástima que el Prado no coorganizara esa exposición. Hay que conformarse, pues, con esta p equeña gran muestra de 31 obras —casi toda la colección de Renoir del Clark Art Institute—, en su mayoría de su primera etapa creativa.
Tan generoso préstamo ha sido posible gracias a un acuerdo de colaboración entre el Prado y la institución norteamericana. Como contrapartida, el museo español cederá un puñado de obras maestras (desnudos) en 2014, cuando se inaugure la ampliación del Clark Art Institute, proyectada por Tadao Ando.
Todos los géneros del pintor
Patrocinada por la Fundación BBVA, la exposición del Prado repasa —en una sala anexa a la galería central— t odos los géneros que cultivó el artista francés: el retrato, la figura femenina, el desnudo, el paisaje, la naturaleza muerta y las flores.
Está Renoir en muy buena compañía, junto a maestros como Velázquez y Tiziano, a los que tuvo oportunidad de admirar en su visita al Prado en 1892.
«En este museo —comenta su director, Miguel Zugaza— se puede entender el clasicismo refinado de Renoir». Zugaza compara la pasión coleccionista de Sterling Clark por Renoir con la que tuvieron monarcas españoles por otros artistas: Felipe IV por Velázquez y Rubens; Felipe II por El Bosco... «¿Es una buena idea exponer estas obras de Renoir en el Prado?», le preguntó Michael Conforti, director del Clark, a Zugaza. No lo tenía muy claro. Pero confiesa que, una vez vista la muestra, cree que es un acierto: «Se ve aquí a Renoir con ojos nuevos».
De la mano de los comisarios —Javier Barón y Richard Brand— recorremos las principales obras de Renoir, que Sterling Clark adquirió a lo largo de cuatro décadas, entre 1916 y 1952, cuando compra «Muchacha cosiendo» y «Frutero con manzanas», respectivamente. En las paredes del Prado cuelgan sus «Cebollas», cuadro favorito de Clark y un «tour de force» del artista por su textura, color...
También sus célebres bañistas desnudas, que pinta tras su primer viaje a Italia en 1881, donde descubre a Rafael, Rubens, Tiziano... Especialmente exquisito por su dibujo, «Bañista peinándose». No faltan sus floreros —tema que fascina al pintor—, ni sus paisajes —destaca «La barca-lavadero de Bas Meudon»—. Pero, por encima de todo, fue un maestro del retrato y un amante de la figura femenina.
En la muestra hay ejemplos soberbios. La joya de la colección es «Palco en el teatro», una de las obras más importantes de Renoir. También lo son el «Retrato de Madame Monet» y uno de los dos autorretratos presentes en la exposición, de 1875. Pintor de museos, Renoir derrocha sensualidad a raudales en esta treintena de bellísimas pinturas y preconiza una nueva modernidad, de la que más tarde tomarían el testigo Picasso y Matisse.