7 de septiembre de 2010
Irán, el gran ganador de la guerra en Irak
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1300188&origen=NLExt>
Medio Oriente / El fin de una etapa histórica
Irán, el gran ganador de la guerra en Irak
Gracias a EE.UU., logró ampliar su influencia
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Miércoles 1 de setiembre de 2010 | Publicado en edición impresa
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Mohamad Bazzi
Global Post
BEIRUT.- En febrero de 2003, cuando preparaba a Estados Unidos para la guerra, el presidente George W. Bush declaró: "Un nuevo régimen en Irak serviría como un dramático e inspirador ejemplo de libertad para los otros países de la región".
Ahora, cuando Estados Unidos pone fin a sus operaciones de combate en el país -algo que Barack Obama anunció formalmente anoche (ver por separado)-, Irak es, sin duda, un dramático ejemplo para Medio Oriente, pero no en el sentido que Bush y su gobierno habían imaginado.
Irak no se convirtió en un modelo de democracia, ni tampoco creó un efecto dominó que derrocara a otros regímenes dictatoriales del mundo árabe. Lo que la guerra de Irak ha desencadenado es una nueva ola de odio sectario y ha alterado el equilibrio estratégico del Golfo Pérsico, lo que contribuyó a que Irán se consolidara como poder regional dominante.
Bush dijo que su objetivo era proteger los intereses y la seguridad de Estados Unidos a largo plazo. Pero la región es ahora mucho más inestable e inflamable que cuando las fuerzas norteamericanas iniciaron su marcha hacia Bagdad hace 7 años.
En todo Medio Oriente, las relaciones entre sunnitas y chiitas están en un momento de gran tensión debido al sectario derramamiento de sangre en Irak. Los sunnitas están preocupados por el ascenso regional del régimen chiita de Irán, por su programa nuclear, por su creciente influencia sobre el liderazgo iraquí y por su intromisión en otros países con grandes comunidades chiitas, especialmente el Líbano.
Irán es el mayor beneficiario de la desafortunada aventura norteamericana en Irak. Estados Unidos derrocó al enemigo jurado de Teherán, Saddam Hussein. Después, Washington ayudó a instalar un gobierno chiita por primera vez en la historia moderna de Irak.
Mientras las tropas estadounidenses se empantanaron luchando contra la insurgencia y conteniendo una guerra civil, Irán extendió su influencia sobre todas las facciones chiitas iraquíes.
Hoy, Medio Oriente se caracteriza por varias guerras "por encargo". En Irak, los regímenes sunnitas vecinos apoyaron a los militantes sunnitas, mientras Irán respaldó a las milicias chiitas.
En el Líbano, una alianza entre Washington y regímenes árabes autoritarios ?Egipto, Jordania, Arabia Saudita y otros países del Golfo Pérsico? apoyaron a un gobierno encabezado por sunnitas contra Hezbollah, una milicia chiita fundada por Irán.
Y en los territorios palestinos, Irán y Siria apoyaron a Hamas, mientras Estados Unidos y sus aliados árabes prestaron apoyo al presidente palestino Mahmoud Abbas y a su movimiento, Al-Fatah.
En 2007, en el punto más alto de la insurgencia en Irak, me entrevisté con Marwan Kabalan, un analista de la Universidad de Damasco. Me explicó la dinámica regional mejor que nadie: "Todos están combatiendo guerras por medio de apoderados locales. Es como la Guerra Fría", me dijo.
"Todos los regímenes de Medio Oriente reconocen que Estados Unidos ha perdido la guerra en Irak. Todos están maniobrando para proteger sus intereses y para sacar provecho de la derrota estadounidense."
En medio del declive de la influencia norteamericana y el ascenso de la iraní, los otros vecinos de Irak aún compiten por conseguir el apoyo del nuevo gobierno de Bagdad.
Por ejemplo, la dinastía Al-Saud, que gobierna Arabia Saudita, se considera el líder legítimo del mundo árabe, pero Irán desafía hoy su liderazgo.
Aunque Arabia Saudita tiene una mayoría sunnita, sus gobernantes temen la potencial influencia de Irán sobre una considerable población chiita concentrada en la provincia oriental del reino, rica en petróleo.
En Bahrein (otro aliado de Estados Unidos), la mayoría chiita está inquieta bajo la autoridad de gobernantes sunnitas que también temen la influencia de Irán.
Peor aún, la brutal guerra entre la mayoría chiita y la minoría sunnita en Irak desencadenó odios sectarios difíciles de contener.
Ese golpe se sintió más profundamente en el Líbano. Durante la guerra civil, que duró 15 años y terminó en 1990, el antagonismo sectario era entre musulmanes y cristianos. Ahora
, el conflicto se da primordialmente entre sunnitas y chiitas? y está atizado, en parte, por el baño de sangre en Irak.De aliado a enemigo
Después de la ejecución de Saddam en 2006, los sunnitas consideraron que Estados Unidos y el gobierno iraquí chiita estaban matando los últimos vestigios del nacionalismo árabe. Aunque Saddam había sido alguna vez un aliado de Occidente, para la década de 1990 era uno de los pocos líderes árabes que desafiaban a Estados Unidos y a las potencias europeas. Desde el punto de vista de los sunnitas, EE.UU. y sus aliados erradicaron la idea de un glorioso pasado árabe sin ofrecer nada con qué reemplazarlo? salvo el sectarismo.
Mientras los sunnitas, chiitas y kurdos iraquíes discuten sobre la posibilidad de compartir el poder y la riqueza petrolera del país, la violencia está otra vez en ascenso. Las últimas elecciones dieron como resultado un Parlamento sin mayoría, que no ha sido capaz de coincidir sobre la manera de constituir un nuevo gobierno. Lejos de convertirse en un modelo de libertad y coexistencia religiosa, Irak sigue siendo un barril de pólvora que podría hacer estallar el conflicto sectario en todo Medio Oriente.
El autor es profesor de periodismo en la Universidad de Nueva York y miembro del Consejo de Relaciones Exteriores
Medio Oriente / El fin de una etapa histórica
Irán, el gran ganador de la guerra en Irak
Gracias a EE.UU., logró ampliar su influencia
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Mohamad Bazzi
Global Post
BEIRUT.- En febrero de 2003, cuando preparaba a Estados Unidos para la guerra, el presidente George W. Bush declaró: "Un nuevo régimen en Irak serviría como un dramático e inspirador ejemplo de libertad para los otros países de la región".
Ahora, cuando Estados Unidos pone fin a sus operaciones de combate en el país -algo que Barack Obama anunció formalmente anoche (ver por separado)-, Irak es, sin duda, un dramático ejemplo para Medio Oriente, pero no en el sentido que Bush y su gobierno habían imaginado.
Irak no se convirtió en un modelo de democracia, ni tampoco creó un efecto dominó que derrocara a otros regímenes dictatoriales del mundo árabe. Lo que la guerra de Irak ha desencadenado es una nueva ola de odio sectario y ha alterado el equilibrio estratégico del Golfo Pérsico, lo que contribuyó a que Irán se consolidara como poder regional dominante.
Bush dijo que su objetivo era proteger los intereses y la seguridad de Estados Unidos a largo plazo. Pero la región es ahora mucho más inestable e inflamable que cuando las fuerzas norteamericanas iniciaron su marcha hacia Bagdad hace 7 años.
En todo Medio Oriente, las relaciones entre sunnitas y chiitas están en un momento de gran tensión debido al sectario derramamiento de sangre en Irak. Los sunnitas están preocupados por el ascenso regional del régimen chiita de Irán, por su programa nuclear, por su creciente influencia sobre el liderazgo iraquí y por su intromisión en otros países con grandes comunidades chiitas, especialmente el Líbano.
Irán es el mayor beneficiario de la desafortunada aventura norteamericana en Irak. Estados Unidos derrocó al enemigo jurado de Teherán, Saddam Hussein. Después, Washington ayudó a instalar un gobierno chiita por primera vez en la historia moderna de Irak.
Mientras las tropas estadounidenses se empantanaron luchando contra la insurgencia y conteniendo una guerra civil, Irán extendió su influencia sobre todas las facciones chiitas iraquíes.
Hoy, Medio Oriente se caracteriza por varias guerras "por encargo". En Irak, los regímenes sunnitas vecinos apoyaron a los militantes sunnitas, mientras Irán respaldó a las milicias chiitas.
En el Líbano, una alianza entre Washington y regímenes árabes autoritarios ?Egipto, Jordania, Arabia Saudita y otros países del Golfo Pérsico? apoyaron a un gobierno encabezado por sunnitas contra Hezbollah, una milicia chiita fundada por Irán.
Y en los territorios palestinos, Irán y Siria apoyaron a Hamas, mientras Estados Unidos y sus aliados árabes prestaron apoyo al presidente palestino Mahmoud Abbas y a su movimiento, Al-Fatah.
En 2007, en el punto más alto de la insurgencia en Irak, me entrevisté con Marwan Kabalan, un analista de la Universidad de Damasco. Me explicó la dinámica regional mejor que nadie: "Todos están combatiendo guerras por medio de apoderados locales. Es como la Guerra Fría", me dijo.
"Todos los regímenes de Medio Oriente reconocen que Estados Unidos ha perdido la guerra en Irak. Todos están maniobrando para proteger sus intereses y para sacar provecho de la derrota estadounidense."
En medio del declive de la influencia norteamericana y el ascenso de la iraní, los otros vecinos de Irak aún compiten por conseguir el apoyo del nuevo gobierno de Bagdad.
Por ejemplo, la dinastía Al-Saud, que gobierna Arabia Saudita, se considera el líder legítimo del mundo árabe, pero Irán desafía hoy su liderazgo.
Aunque Arabia Saudita tiene una mayoría sunnita, sus gobernantes temen la potencial influencia de Irán sobre una considerable población chiita concentrada en la provincia oriental del reino, rica en petróleo.
En Bahrein (otro aliado de Estados Unidos), la mayoría chiita está inquieta bajo la autoridad de gobernantes sunnitas que también temen la influencia de Irán.
Peor aún, la brutal guerra entre la mayoría chiita y la minoría sunnita en Irak desencadenó odios sectarios difíciles de contener.
Ese golpe se sintió más profundamente en el Líbano. Durante la guerra civil, que duró 15 años y terminó en 1990, el antagonismo sectario era entre musulmanes y cristianos. Ahora
, el conflicto se da primordialmente entre sunnitas y chiitas? y está atizado, en parte, por el baño de sangre en Irak.De aliado a enemigo
Después de la ejecución de Saddam en 2006, los sunnitas consideraron que Estados Unidos y el gobierno iraquí chiita estaban matando los últimos vestigios del nacionalismo árabe. Aunque Saddam había sido alguna vez un aliado de Occidente, para la década de 1990 era uno de los pocos líderes árabes que desafiaban a Estados Unidos y a las potencias europeas. Desde el punto de vista de los sunnitas, EE.UU. y sus aliados erradicaron la idea de un glorioso pasado árabe sin ofrecer nada con qué reemplazarlo? salvo el sectarismo.
Mientras los sunnitas, chiitas y kurdos iraquíes discuten sobre la posibilidad de compartir el poder y la riqueza petrolera del país, la violencia está otra vez en ascenso. Las últimas elecciones dieron como resultado un Parlamento sin mayoría, que no ha sido capaz de coincidir sobre la manera de constituir un nuevo gobierno. Lejos de convertirse en un modelo de libertad y coexistencia religiosa, Irak sigue siendo un barril de pólvora que podría hacer estallar el conflicto sectario en todo Medio Oriente.
El autor es profesor de periodismo en la Universidad de Nueva York y miembro del Consejo de Relaciones Exteriores