27 de septiembre de 2010
«Israel debe salir de la locura en la que está viviendo»
Día 27/09/2010 - 13.46h
EFE
Árabe y judío. Tunecino y francés. Hubert Haddad es una rareza en un mundo de identidades marcadas con sangre. Escritor, pacifista, pero ante todo poeta, llega por primera vez a las librerías españolas con su reciente novela «Palestina» (Demipage), aunque lleve más de cuarenta años de profesión. Su nueva obra revela el absurdo del conflicto judío-palestino desde la vida cotidiana de los habitantes de Cisjordania y desnuda, a la vez, las propias desgracias del escritor. Haddad concibió la novela como forma de afrontar la muerte de su hermano, quien tras vivir en un kibutz en Israel y militar en movimientos pacifistas, desilusionado, se pegó un tiro en 1979. «Yo también decidí romper con todo cuando tenía 22 años. Intenté suicidarme, pero por desgracia caí de pie», subraya.
«Palestina» -ganadora del premio francés Renaudot de bolsillo en 2009- es la historia de un soldado judío apresado por un comando terrorista en Cisjordania. Tras perder la memoria, se despierta en la casa de dos mujeres, una madre ciega y su hija Falastin (Palestina), la «Antígona» de esta tragedia, que como la tierra que representa esconde su valentía en una delgadez extrema, anoréxica.
«Ha tenido que pasar todo este tiempo desde la muerte de mi hermano para que yo pudiera escribir el libro», reflexiona el escritor durante la entrevista que concede en el Instituto Francés de Madrid. «En principio, quería hacer una novela sobre judaísmo antiguo y acerca de un hombre que huía porque estaba harto de Israel. Pero me di cuenta que el que estaba huyendo era yo».
Los diálogos, como zanahorias
Aunque no abandona su fe judía, Haddad se desmarca de Israel: «Los judíos están paralizados por su propio miedo, aterrorizados
por perder su identidad, no ven más allá y se olvidan de las enseñanzas del Talmud», sostiene, y reconoce que su libro ha sido muy bien acogido por la comunidad árabe. También acomete contra la justificación étnica como respuesta al conflicto. «Las razas no existen.El que crea que hay razas simplemente quiere excluir». Y agrega: «Palestina es un estado ficticio, sus habitantes eran tribus de la zona, no hay una identidad cultural».
Haddad no tiene pelos en la lengua a la hora de opinar sobre las negociaciones de paz que se están llevando a cabo entre Israel y Palestina: «Los diálogos son como zanahorias que se le dan a la comunidad internacional. Hay que exigir resultados a estos procesos.Las colonizaciones deben ser congeladas para seguir avanzando. Porque, de lo contrario, lo único que se logra es que Israel gane tiempo para lograr sus objetivos», indica en referencia a la construcción israelí en Cisjordania, cuyo acuerdo de congelación parcial sobre la colonización en los territorios palestinos ha expirado ayer.
Su defensa de Palestina tampoco se deja llevar por las opiniones extremas, como las que quieren convertir a los judíos en los nuevos nazis: «Ese pensamiento es producto de un sentimiento antisemita. No es comparable la muerte de seis millones de judíos en Alemania y dos millones en Rusia con la de 20.000 palestinos en un lapso de 40 años».
Identidad poética
Haddad sostiene que el colonialismo es el causante de esta situación y culpa a los extremismos religiosos por agravar el problema. La comunidad internacional es, según su punto de vista, «bastante tibia porque cree que vive en una época de neocolonialismo. Debería ser mucho más rigurosa y ofensiva de lo que está siendo, de hecho la legislación internacional admite que la colonización como la que llevan a cabo los judíos en zonas palestinas es un crimen de guerra. Deberían hacer que Israel salga de la locura en la que está viviendo», sentencia. Sin embargo, no descree de que en el futuro ambos pueblos puedan trabajar juntos:«La paz irradiaría al resto del mundo».
Defender intereses palestinos siendo judío no es tarea fácil. «En
todos los círculos, sean literarios o de familia, me consideran un marginado», señala Haddad, quien desde hace años que no tiene contacto con sus hermanos. La identidad, en su caso, se canaliza a través del arte. Quizás por eso el escritor se ha dedicado durante años a difundir la riqueza de las palabras en cárceles y hospitales. «Para mí la literatura es fundamental, es una sensación de hipnosis», sostiene. Poesía que impregna cada página de «Palestina» con un lirismo solemne. La misma donde Haddad encuentra su propia definición, por fuera de los designios de la sangre, por fuera de las guerras de los hombres.