13 de diciembre de 2017
Erdogan se erige en el defensor de Palestina ante un mundo islámico dividido
Erdogan
se erige en el defensor de Palestina ante un mundo islámico dividido
Turquía busca que la Organización para la
Cooperación Islámica reconozca a Jerusalén Este como capital palestina en
respuesta a la decisión de Trump
EL PAIS - Estambul 13 DIC 2017 - 10:55 BRST
“Jerusalén es nuestra línea roja”. Así de
claro y contundente subrayaba su posición el mandatario turco, Recep Tayyip Erdogan, en la inauguración de la cumbre de estados
miembros de la Organización para la Cooperación Islámica (OCI) convocada de
urgencia para pactar una respuesta común del mundo musulmán a la decisión de Donald Trump de reconocer Jerusalén como capital de
Israel y
ordenar allá el traslado de la Embajada estadounidense.
El
presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, flanqueado por el rey de Jordania,
Abdulá II, y el presidente palestino, Mahmud Abbas, posan junto a otros líderes
de países musulmanes al inicio de la cumbre de la Organización para la
Cooperación Islámica en Estambul. LEFTERIS PITARAKIS (AP) / VÍDEO: REUTERS-QUALITY
“Israel es un Estado ocupante y un Estado
terrorista. ¿Por qué no debería decirlo? Los soldados terroristas están matando
a niños de 10 años, detienen a niños y los encierran en jaulas (…). Puedes tener
armas nucleares, o puedes tener cazas de combate. Pero eso no significa
necesariamente que seas fuerte. La fuerza la da la razón”, prosiguió el
mandatario turco. “Agradezco a Turquía y su fraternal pueblo el apoyo a nuestra
justa causa, y a su presidente la organización de esta cumbre de la que
esperamos un gran acuerdo”, respondió por su parte el presidente de la
Autoridad Palestina, Mahmud Abbas: “No puede haber un Estado palestino sin que la ciudad de Jerusalén sea
su capital, y no habrá paz en la región ni en el mundo sin ello. No hay duda de
que estas medidas unilaterales espolearán a los grupos extremistas a
transformar un conflicto político en uno religioso, algo contra lo que siempre
hemos advertido”.
Si bien la práctica totalidad de los países
árabes y aquellos de mayoría de población musulmana han condenado la polémica
decisión estadounidense, ninguno ha ido más allá de las palabras e
incluso la reacción en las calles palestinas ha sido más tibia de lo esperado pese al llamamiento del partido islamista Hamas a una “tercera intifada”. En cambio, el Gobierno de Turquía —país
que no es árabe, que oficialmente es un Estado laico y que mantiene importantes
vínculos económicos con Israel— se ha mostrado mucho más combativo, llegando a
amenazar con cortar sus relaciones diplomáticas con el Estado hebreo e
impulsando el encuentro de este miércoles en Estambul de la OIC, del que
pretende que salga una postura común encaminada a reconocer a Jerusalén Este
como capital de Palestina.
·
La normalización de relaciones entre Turquía e Israel abre una vía de
estabilidad en Oriente Próximo
“Debemos animar a otros países a reconocer
Jerusalén Oriental como capital de Palestina en base a las fronteras de 1967”,
afirmó el ministro de Exteriores turco, Mevlüt Çavusoglu, refiriéndose a los límites reconocidos por la ONU pero que no respeta el Gobierno
israelí.
“Nos hemos reunido hoy para detener la persecución. EE UU ha herido gravemente
la conciencia humana. Israel busca legitimar sus intentos de ocupación, (pero)
esta decisión de EE UU tiene nula validez para nosotros”, añadió el jefe de la
diplomacia turca: “Protejamos Jerusalén, que es un lugar sagrado para las tres
religiones abrahamánicas”.
Las razones de esta defensa cerrada de
Palestina que hace el Gobierno turco hay que buscarla, según Oytun Orhan, del
Centro de Investigaciones Estratégicas de Oriente Medio (ORSAM), en que se
trata de un tema “muy sensible” para el partido gobernante por sus orígenes
islamistas y para toda la sociedad turca. De ahí que, desde que en 2009 Israel
iniciase la Operación
Plomo Fundido, en la que murieron cientos de civiles gazatíes, las desavenencias
entre Tel Aviv y Ankara no hicieran sino aumentar hasta llegar casi al punto
del enfrentamiento durante el ataque israelí a la Flotilla de la Libertad. Los lazos militares —antaño estrechos— se
han reducido a cero y los políticos a niveles muy bajos. Sólo los intereses comerciales mutuos han impedido que se rompiesen del
todo las relaciones diplomáticas.
Pero hay otra razón tras la iniciativa
palestina de Ankara. Tras años en que su influencia internacional ha decaído
debido a sus vaivenes diplomáticos, Turquía quiere “convertirse en un líder
regional”, sostiene Orhan: “Ankara sabe que el tema palestino toca la
sensibilidad de la calle árabe y como ya no puede influir en ella a través de
otras cuestiones, debido a la situación política, utiliza este tema”. Ya le
funcionó cuando le cantó las cuarenta a Simon Peres en la cumbre de Davos y luego fue
recibido como un héroe en las capitales árabes.
Pero, como ha ocurrido
tradicionalmente, los países de mayoría musulmana están demasiado divididos como para moverse en una misma
dirección, menos aún bajo la batuta turca. En el encuentro de Estambul hubo
alguna que otra baja notable pese a que numerosos Estados, como Irán, Catar,
Jordania, Líbano, Afganistán, Sudán o Indonesia estuvieron representados por
sus jefes de Estado o de Gobierno. Otros como Egipto, Emiratos Árabes Unidos o
Marruecos por sus ministros de Exteriores. En cambio, Arabia Saudí envió a su
ministro de Asuntos Religiosos, lo suficiente como para salvar la cara, pero un
mensaje de que en estos momentos no está tan interesado en la situación
palestina como en su guerra regional por detener la creciente influencia iraní.
“El encuentro de Estambul es seguido por
muchos árabes y musulmanes en todo el mundo. Y si no se logra reconocer a
Jerusalén como capital palestina, supondrá un gran chasco para la gente de a
pie. Pero algunos países como Arabia Saudí o Emiratos no quieren una toma de
posición fuerte en la cuestión palestina para no hacer peligrar sus buenas
relaciones con la actual administración estadounidense”, cree Wadah Khanfar,
presidente del Sharq Forum catarí: “Pero esto puede resultar muy destructivo a
largo plazo”. Especialmente para unos Estados Unidos cuya influencia en Oriente
Próximo se esfuma por momentos (mientras crece la rusa). Lo avisó el propio presidente palestino al inaugurar la cumbre en
Estambul: después de la decisión de Trump sobre Jerusalén, “EEUU no está
cualificado para mediar en el proceso de paz (israelo-palestino)”.
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