5 de diciembre de 2017
Amber Case: “La tecnología nos está desconectando y esclavizando”
Amber Case: “La tecnología nos está desconectando y
esclavizando”
Por
Amber Case
reivindica volver a los básicos, a los objetos que duran; buscar espacios de
reflexión y la ‘tecnología calmada’. Solo así, al recordar quiénes somos,
podremos volver a conectar con nosotros mismos
Hace siete años, alguien
dijo que la socióloga estadounidense Amber Case (Portland, 1987) venía del
futuro para contarnos en qué podríamos convertirnos si nos dejábamos seducir,
sin reservas, por la tecnología. Fue después de una charla TEDx que la también
definida como ciberantropóloga llamaba
la atención sobre cómo los humanos estábamos dejando en manos de la tecnología
demasiadas cosas importantes. La capacidad de memorizar, de recordar, de
comunicarnos, de empatizar. Entonces, el uso de Whatsapp no estaba extendido,
no existía Instagram y tampoco el concepto de imagen de marca aplicado a los
individuos. Hoy, con todo esto sobre la mesa, Case reivindica volver a los
básicos, a los objetos que duran; buscar espacios de reflexión y la tecnología calmada. Solo así, al recordar quiénes somos, podremos
volver a conectar con nosotros mismos. “La naturaleza es la mejor diseñadora,
tenemos que volver a inspirarnos en ella para vivir”, explicaba en su última
visita a Madrid para la presentación de la nueva edición de la revista TELOS, de la que es portada.
¿Qué
estamos haciendo mal?
Cuando me levanto por la
mañana debo preguntarme si me dedico tiempo, si puedo meditar, dibujar, si
escribo. Pero el caso es que mi día a día está tomado por las notificaciones
del teléfono, del ordenador. ¿Entonces, qué tiempo de reflexión me reservo?
¿Y cómo
resolvemos esto?
Dándonos espacios para
pensar y viviendo experiencias reales. ¿Somos conscientes de la cantidad de
alertas que nos rodean? Silencia el teléfono, desactiva las notificaciones.
Ponlo en modo avión y decide tú cuándo quieres interactuar con él. ¡Recupera el
despertador! Lleva un diario contigo, anota lo que haces, la gente con la que
te cruzas, lo que te llama la atención. El cerebro sufre con la conexión
constante. Haz un experimento si no lo crees: después de varias horas
navegando, ¿serías capaz de recordar lo que has visto y cómo te has sentido?
Entiendo
que la respuesta es que no…
No, así es, no se te
queda nada en la cabeza. Y te preguntarás: ¿pero cómo puede ser, qué he estado
haciendo tres horas?
¿La
tecnología nos está fundiendo el cerebro?
La tecnología no es mala,
pero su uso nos está desconectando y esclavizando.
Llegamos a mirar el móvil de
1.000 a 2.000 veces al día. Tenemos que empezar redefiniendo nuestra relación
con la tecnología: es una herramienta, muy útil, pero tiene que hacernos
libres. El móvil es el nuevo cigarrillo: me aburro, lo miro. No mandes mensajes
vacíos de emoción, invita a tus amigos a tu casa a cenar.
¿Observa
alguna reacción en la sociedad ante esta hipnosis o vamos a peor?
Sí. Cada vez hay más
casos de gente que necesita escaparse de esto, que ha estallado por la
depresión, la ansiedad. ¡Muchos colegas tech se
han ido a vivir a granjas, muchos incluso las han comprado! La gente necesita
tener la experiencia de que está viviendo algo real. Y no es cuestión de romper
con la tecnología sino de usarla de esta forma. Quizá podemos empezar ahora y
evitarnos acabar en una granja.
O en un
retiro de yoga o vipassana, que ahora se llevan mucho...
Sí, cuando hacemos algún
retiro entonces nos damos cuenta de que tenemos tiempo para pensar (y muchas
veces no nos gusta lo que vemos, nos angustia). Pero deberíamos poder hacerlo
cada día, no condicionar estos espacios a tener dinero y poder pagar un retiro
de yoga. Vivimos constantemente en atención parcial, nunca estamos presentes,
por tanto no tenemos tiempo de reflexión.
Tampoco el
horario laboral ayuda… al menos no en este país
La revolución industrial
nació con ese concepto de que tienes que trabajar sí o sí más de 10 horas al
día, pero con los móviles, además, sales y sigues trabajando. De ahí la
importancia de desactivar las notificaciones, ¿acaso no nos merecemos tener
libertad? ¿qué somos, robots sin derechos humanos? Esto es de locos y no
debería permitirse. Francia lo ha limitado ya.
Pero
entonces las empresas podrían decir que no somos productivos, o directamente
que no nos gusta trabajar…
Ni el trabajo ni la
eficiencia mejoran la calidad de vida. Ser eficiente debería ser tener que
trabajar menos. Y no solo trabajamos más sino que, como no estamos presentes,
perdemos la noción del tiempo… Malo el jefe que considera que las horas
trabajadas te hacen más o menos productivo. Nos vendieron que la tecnología nos
haría la vida más fácil pero ahora trabajamos mucho más y tenemos menos tiempo
de libertad.
Y esperamos
a las vacaciones para tener esa libertad...
El problema de las
vacaciones, cuando se trabaja de esta forma, es que en la desconexión uno se
planta frente a una vida que no quiere. Repiensa su existencia entera, se
promete que la va a estructurar, pero vuelve al trabajo y vuelve a no tener
tiempo. Y el sistema nos exige ser creativos, innovadores, crear el futuro, pero
la gente, sin espacios ni tiempo, sufre de ansiedad y depresión. Hay que parar
y no solo en vacaciones. Antes lo conseguíamos, por ejemplo, leyendo un libro,
pero cada vez se lee y se retiene menos, el cerebro se distrae.
Internet
ayuda a conectar con más gente, a estar menos solos...
La sensación de estar
conectado es como un espejismo peligroso. Te sientes solo, pero sientes que
formas parte de un colectivo, por lo que no te dedicas tiempo. Y cuando por fin
tienes tiempo para ti... te sientes fatal, porque te faltan experiencias
auténticas. Al estar todo el rato conectados con otros nos olvidamos de que
nosotros también contamos y nos merecemos tiempo en silencio, conectando con
nosotros mismos.
Pero las
redes ayudan a romper con la rutina, ver otros paisajes, países,
restaurantes...
En redes tenemos que
encajar, contarle a todo el mundo lo feliz que aparentamos ser. Pero no es
auténtico, nadie se acuerda de ti cuando no publicas en redes. Internet es como
Hollywood: en su caso, sin película de éxito no existes y en el mío, si no
publico, no le intereso a nadie. Echo de menos las redes del principio de
Internet, con pequeñas comunidades con gustos afines donde podías aún mucho más
auténtico siendo anónimo.
¿Por qué
cree que el anonimato en Internet nos hace más auténticos? ¿No sería al
contrario?
Todos cargamos el peso de
tener que ser la personalidad que hemos decidido construir y no puedes salir de
ahí, tienes que alimentar tus redes. No me gusta la concentración de Internet
que existe. Abogo por una red más distribuida, no monopolizada, con relaciones
más auténticas entre las comunidades. Donde se pueda controlar mejor el abuso,
porque a una empresa grande no le importas y no te va a proteger. Y sobre todo,
donde no quepan las noticias falsas.
El tema de
las noticias falsas parece imparable en este punto...
Claro, porque a los
anunciantes les importan las visitas, pero cambiaría mucho la cosa si éstos
tuvieran en cuenta la veracidad de una información antes de poner ahí su
anuncio. Si les importara la verdad, no pagarían al medio que publica noticias
falsas.
¿Qué
necesitamos para vivir de forma más auténtica?
Necesitamos más humanidad
en los servicios cara al público. Y tenemos que recuperar el valor de las
cosas, cosas que duren mucho tiempo y que sirvan para todos no solo para gente
joven con poder adquisitivo alto, pues parece que ahora solo se fabrica para
este sector. La mejor tecnología tiene que ser la que más dure y la de mejor
calidad, no la que cambia rápido
Escuchándola
hablar pareciera que no tiene en cuenta que el sistema está hecho para
fabricar, usar y tirar...
Sí, pero el mercado tiene
que repensarse porque los recursos naturales se agotan.
Si buscamos la calidad,
subirán los precios, pero lo que compres durará más. Las calm technologies están dentro de este movimiento de parar para
vivir mejor, más despacio, de forma más orgánica, más natural…
¿La clave
está en volver a vivir en la naturaleza?
Si tuviéramos en cuenta
la naturaleza, si la imitásemos, si nos inspirásemos en ella, haríamos mejores creaciones
y seríamos mucho más felices. Ella es la mejor diseñadora, siempre lo ha sido.
En este mundo industrial estamos muy aislados pero todavía podemos aprender
mucho de la tecnología para mejorar nuestra calidad de vida.
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