26 de enero de 2011

Antonio Barroso descubrió su verdad a los 38 años. Su madre le ha confesado recientemente que lo adquirió por unas 200.000 pesetas. Preside Anadir, la asociación que mañana denuncia ante la Fiscalía General los primeros 300 casos de hijos «secuestrados y vendidos»
ABC
ÉRIKA MONTAÑÉS / MADRID
Día 26/01/2011 - 17.11h




La venta ilegal de niños continuó en España más allá del franquismo
«¿Cómo te sentirías si te enteras a los 38 años de que tu vida ha sido una mentira, que has sido vendido como si fueses una mascota?».Antonio Barroso está a punto de cumplir 42 años. El interrogante que lanza es el resumen de casi toda una vida «a oscuras», pensando que era hijo de quien no era y sin conocer a sus padres biológicos todavía. Es el presidente de Anadir, la primera Asociación Nacional de Afectados por Adopciones Irregulares, que ha recapitulado en poco más de un año 500 casos «y miles de emails aún sin contestar e investigar» con sospechas o pruebas en su mano de que fueron adoptados en extrañas condiciones. «Unos tienen partidas de nacimiento falsificadas; otros tienen la confesión de sus padres adoptivos de que les "compraron" y otros han denunciado ante los tribunales hasta con su propio certificado de defunción. Es decir, queellos mismos están muertos». 

Con esas pruebas, testimonios y análisis de ADN que prueban que no son hijos de quienes constan en el libro de familia como sus progenitores biológicos, incurriendo en otra falsedad más,
 mañana se van a denunciar ante la Fiscalía General del Estado los primeros 300 casos de Anadir, con las 300 primeras personas afectadas por una «mafia» -como la califican ellos- «organizada para secuestrar y vender niños desde el hospital o clínica hasta el comprador».Posteriormente, estas 300 personas comentarán en una rueda de prensa en la que hay acreditados periodistas de todo el mundo cómo han vivido engañados sobre sus raíces.
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ATLAS
Declaración jurada de un testigo en el caso de Antonio Barroso
«El fiscal no se va a atrever a archivarlo,con pruebas de delitos y de secuestros (no olvidemos que el secuestro puede ser por la fuerza y también por engaño, y los casos se atendrían a esta segunda rama, en caso de que prospere la denuncia colectiva) por parte de algunos miembros del clero en la posguerra, pero sobre todo de enfermeros, médicos y responsables de hospitales públicos y privados». De esta manera, la causa puede culminar en uno de los mayores macrojuicios civiles de la historia española, derivados a los juzgados locales. «Si archivan esta causa,vamos a ir hasta el Tribunal Europeo de Estrasburgo, pero no pensamos parar porque consideramos nuestra causa lógica y justa». 
Si prospera la denuncia colectiva, se daría uno de los mayores juicios civiles en España
El abogado de la asociación, que representa a todas estas personas, Enrique Vila, considera que hay base para pedir la responsabilidad patrimonial del Estado en el caso de los hospitales públicos y entiende que los afectados podrán pedir responsabilidades patrimoniales también por daños morales evidentes. 
«Me vendieron por 200.000 pesetas»
¿Cuáles son algunos de esos daños? Barroso atiende a ABC a medianoche de un día agotador, en el que ha viajado desde la Vilanova i la Geltrú donde reside hasta Madrid para preparar todo el arsenal de denuncias que llevarán ante el Ministerio Público. «Lo primero que sientes es impotencia, mucha rabia, es un palo muy grande, no entiendes nada, tu vida no es la que pensabas y comienzas a pedir explicaciones a todo».
A Antonio Barroso, su madre, ya entrada en años, le ha confesado recientemente que no es su hijo de sangre. Tenía sospechas desde muy jovencito, así que a los 18 años investigó y al comprobar que en su libro de familia constaba como hijo de sus padres de adopción se detuvo en sus indagaciones. «Cuando mi amigo Juan Luis Moreno tenía a su padre en el lecho de muerte, éste le dijo que él y yo habíamos sido comprados a un cura y una monja de Zaragoza, después de nacer en el Hospital Miguel Servet». Habían pagado por cada uno 200.000 pesetas. Un negocio muy rentable que dejó dos víctimas: Barroso aún no ha encontrado a su verdadera madre. «Le daría un abrazo si me encontrase con ella, y luego le haría muchos preguntas porque necesito saber la verdad y recuperar tanto tiempo perdido, tantas ilusiones, tantos pensamientos...».
Los afectados quieren sentar en el banquillo a quienes pueden estar detrás
Barroso se hizo la prueba de ADN que probó que, en efecto, su patrón genético no es el de aquellos padres con los que vivía. «Muchas de las madres que compraron niños también fueron víctimas de un macroengaño: les decían que sus madres habían muerto, o que eran prostitutas que los habían abandonado». Para quien pueda pensar que esto sólo ocurría en los años 30 o 40, una frase: «Esta trama de niños "apropiados" (como les llama una y otra vez el presidente de Anadir) no tiene nada que ver con el franquismo. Tenemos tantos casos en democracia como en la posguerra. No es una cosa de un régimen, si alguien encuentra un negocio que depare 40 millones de euros, o 1.200 euros por cada niño, como tenemos testimonios que lo prueban, entonces es muy fácil subirse a él». 

«
Está sucediendo a día de hoy en nuestros hospitales. Tengo casos del año 90, del 96, del 97, del 2009... Si lo conseguimos demostrar y se sientan en el banquillo todos los que han tenido algo que ver con este negocio, será la mayor vergüenza de la España de 2011». Así de contundente se muestra este zaragozano que relata varias de esas historias que están muy lejos de ser ciencia ficción para quienes las padecen: como el caso de Juan Gómez y Felisa Sosa en Utrera, que han denunciado la desaparición de sus dos hijas gemelas hace 33 años y que, cuando fueron al cementerio de San Fernando y desenterraron los cuerpos allí solo había enterrado «un feto hembra».
«Vio nacer y morir a su hija en dos meses»
Pero hay muchos más: «Está el caso reciente de una mujer que ha viajado de Alicante a Melilla con 6.000 euros que pagó por un bebé que le vendieron también con alguna mentira que otra y que lo ha podido inscribir como su hijo adoptivo». Todos los trámites en una tacada y por ese precio. «Se decía que solo se vendía a niños republicanos, pero no es así. Tenemos por ejemplo el testimonio dePilar Conesa, hoy millonaria pero que estuvo en la cárcel con los maquis, republicana, con un hijo adoptado, que demuestra que esto es un negocio de los hospitales y no de políticos». 

¿Cuál es el caso que más le ha sorprendido? Barroso no duda: La fecha, el año 1990. «Un hombre entra con su mujer embarazada al hospital público, da a luz, se llevan a su niña, y le traen horas después una con un tamaño muy superior. Ésta no es mi niña, dice el padre. Contestación del médico: su niña se ha hinchado mucho, porque está "maldita", si no se lo cree, no pasa nada, es que se ha hinchado mucho, es normal algunas veces. El hombre traga, pero dos meses después la niña muere. Le lleva durante este tiempo flores a la tumba cada año, hasta que hace cuatro años se le encendió la luz. Fue a un notario y pidió pruebas de ADN de los huesos de la niña, cuyos restos exhumaron. ¿Adivina el resultado de las pruebas? Aquella no era su hija, claro».
 

Más casos, de esos a los que mañana quizás solo den voz las televisiones o las radios: «Hay una mujer en cuya partida de nacimiento figura "adoptada de padres desconocidos". Tras dos o tres años de pagar investigadores privados, ante algunas sospechas,
 el pasado 29 de diciembre de 2010 encuentra a su madre, le habla y le dice que creía que se había muerto. Le enseña su propio certificado de defunción, y la chica se enfrenta a su propia muerte, cara a cara».Tiene 40 años. Acaba de descubrir su realidad.
«Hay gente que ha visto su propia partida de defunción»
El abogado de la asociación señala que mañana van 300 personas, pero según cálculos realistas, tras varios años investigando esta trama, puede haber hasta 300.000 casos de dos millones de niños adoptados en España. «Hay muchos que se salvarán porque las madres o los culpables han muerto ya», matiza Barroso.

Reclaman que se les escuche, que prospere la vía penal hasta las últimas consecuencias y que las administraciones se afanen en alumbrar un control mucho más exhaustivo del recorrido de un bebé desde que nace hasta que se lo entregan a sus padres en los centros sanitarios.