6 de agosto de 2010
Sesión de tarde en Yenín
EL PAIS
Sesión de tarde en Yenín
Conocida en el pasado como cantera de los suicidas palestinos, la ciudad cisjordana recupera su único cine
ANA CARBAJOSA - Yenín - 06/08/2010
Que un periodista vaya a Yenín y escriba una noticia positiva es una rareza. Si encima la noticia es cultural, resulta casi inaudito. Pero ayer Yenín, en otros tiempos ciudad-cantera de los suicidas palestinos, amaneció engalanada. La ocasión no era para menos. El único cine de una ciudad sin apenas lugares de esparcimiento abrió sus puertas. Cientos de curiosos se arremolinaban a primera hora de la tarde ante la reluciente alfombra roja, bajo un sol abrasador, a la espera de la llegada del primer ministro palestino, Salam Fayad, la activista Bianca Jagger y otras personalidades que apoyan el proyecto.
El alemán Marcus Vetter se embarcó en el proyecto tras rodar un documental
Se estrenó con la película sobre el niño Ahmed Khatib, tiroteado por error
La mayoría de los habitantes están encantados con la novedad, pero también los hay que recelan de la iniciativa extranjera. En el mejor de los casos piensan que va a perjudicar a la cultura local y en el peor, que en la nueva pantalla se va a poder ver porno blando. El joven Raed Nur, que curiosea en los alrededores, es uno de ellos. "Este cine no encaja en nuestra sociedad. No es una buena idea. Acabarán enseñando escenas de sexo y en contra de la resistencia palestina", sostiene este universitario que apoya al movimiento islamista Hamás. Unos metros más allá, otro joven, que como Nur no ha visto en toda su vida una película en la gran pantalla, está muy emocionado ante la sesión que le espera en una de las 400 butacas burdeos con patas de hierro. "Hoy será mi primera vez", dice.
Este cine nació a raíz de Corazón de Yenín, el documental con el que se inauguró la sala y que cuenta la historia del niño de Yenín Ahmed Khatib. En el año 2005, Ahmed tenía 12 años y murió por los disparos del Ejército israelí, que confundió su pistola de juguete con un arma real. Los padres de Ahmed donaron los órganos de su hijo, que terminaron salvando la vida de seis israelíes.
La historia dio la vuelta al mundo y el director alemán Marcus Vetter rodó un documental, que logró importantes premios. Estaba contento y pensó en proyectar la cinta en Yenín para que sus protagonistas pudieran verse. Pero había un problema. En aquella ciudad de 70.000 habitantes, el cine había cerrado hacía 23 años, durante la primera Intifada. No tenía donde proyectarla. Fue cuando empezó a rondarle la idea de reconstruir la sala y abrirla, ajeno al reguero de dificultades con las que él y sus socios ?Ismail Khatib, padre de Ahmed, y Fakhri Hamad? se toparían.
Desalojar a las miles de palomas que se habían hecho fuertes en el ruinoso edificio fue lo de menos. Conseguir financiación fue lo más complicado. El Gobierno alemán y el bajista Roger Waters (ex Pink Floyd) acabaron entrando a lo grande en el proyecto cuando ya parecía que todo se iba al garete. Después vino lo de la población local. Montaron talleres y se ganaron poco a poco su confianza. Les aseguraron que no se proyectarán películas eróticas.
Cuenta Vetter que con el cine pretende enviar "un mensaje de esperanza" y "alternativas de ocio" a los chicos palestinos. "Pero también he querido combatir los prejuicios que existen sobre Yenín. La gente me decía que estaba loco, que esto era muy peligroso, pero me di cuenta de que no es verdad y de que la gente en Yenín está muy aislada del resto del mundo".
Yenín fue en 2002 escenario de fieros combates entre israelíes y palestinos en los que murieron decenas y otros tantos perdieron sus casas, arrambladas por los bulldozers del Ejército. Hace meses que una cierta paz se ha instalado en la localidad. Los milicianos, desmovilizados, ya no recorren las calles armados, y la policía palestina mantiene a raya a la población. Ayer, los agentes corrían de un lado para otro con chaleco antibalas y uniforme de camuflaje.
Riad Getban es el padre de la niña que recibió el corazón del pequeño Khatib. Es druso y hoy ha venido desde el norte de Israel con su hija para asistir a la inauguración. Su presencia es una prueba de la mejoría de la libertad de movimientos en algunas zonas de Cisjordania, como Yenín, con la desaparición de checkpoints y controles israelíes. "Este cine es una idea estupenda. Y es más importante todavía que sirva para dar a conocer la historia de Khatib", opina en el patio del cine. "Es importante que el mundo sepa que historias como la de Khatib pueden suceder, que palestinos, judíos o drusos, da igual, somos capaces de convivir".
Sesión de tarde en Yenín
Conocida en el pasado como cantera de los suicidas palestinos, la ciudad cisjordana recupera su único cine
ANA CARBAJOSA - Yenín - 06/08/2010
Que un periodista vaya a Yenín y escriba una noticia positiva es una rareza. Si encima la noticia es cultural, resulta casi inaudito. Pero ayer Yenín, en otros tiempos ciudad-cantera de los suicidas palestinos, amaneció engalanada. La ocasión no era para menos. El único cine de una ciudad sin apenas lugares de esparcimiento abrió sus puertas. Cientos de curiosos se arremolinaban a primera hora de la tarde ante la reluciente alfombra roja, bajo un sol abrasador, a la espera de la llegada del primer ministro palestino, Salam Fayad, la activista Bianca Jagger y otras personalidades que apoyan el proyecto.
El alemán Marcus Vetter se embarcó en el proyecto tras rodar un documental
Se estrenó con la película sobre el niño Ahmed Khatib, tiroteado por error
La mayoría de los habitantes están encantados con la novedad, pero también los hay que recelan de la iniciativa extranjera. En el mejor de los casos piensan que va a perjudicar a la cultura local y en el peor, que en la nueva pantalla se va a poder ver porno blando. El joven Raed Nur, que curiosea en los alrededores, es uno de ellos. "Este cine no encaja en nuestra sociedad. No es una buena idea. Acabarán enseñando escenas de sexo y en contra de la resistencia palestina", sostiene este universitario que apoya al movimiento islamista Hamás. Unos metros más allá, otro joven, que como Nur no ha visto en toda su vida una película en la gran pantalla, está muy emocionado ante la sesión que le espera en una de las 400 butacas burdeos con patas de hierro. "Hoy será mi primera vez", dice.
Este cine nació a raíz de Corazón de Yenín, el documental con el que se inauguró la sala y que cuenta la historia del niño de Yenín Ahmed Khatib. En el año 2005, Ahmed tenía 12 años y murió por los disparos del Ejército israelí, que confundió su pistola de juguete con un arma real. Los padres de Ahmed donaron los órganos de su hijo, que terminaron salvando la vida de seis israelíes.
La historia dio la vuelta al mundo y el director alemán Marcus Vetter rodó un documental, que logró importantes premios. Estaba contento y pensó en proyectar la cinta en Yenín para que sus protagonistas pudieran verse. Pero había un problema. En aquella ciudad de 70.000 habitantes, el cine había cerrado hacía 23 años, durante la primera Intifada. No tenía donde proyectarla. Fue cuando empezó a rondarle la idea de reconstruir la sala y abrirla, ajeno al reguero de dificultades con las que él y sus socios ?Ismail Khatib, padre de Ahmed, y Fakhri Hamad? se toparían.
Desalojar a las miles de palomas que se habían hecho fuertes en el ruinoso edificio fue lo de menos. Conseguir financiación fue lo más complicado. El Gobierno alemán y el bajista Roger Waters (ex Pink Floyd) acabaron entrando a lo grande en el proyecto cuando ya parecía que todo se iba al garete. Después vino lo de la población local. Montaron talleres y se ganaron poco a poco su confianza. Les aseguraron que no se proyectarán películas eróticas.
Cuenta Vetter que con el cine pretende enviar "un mensaje de esperanza" y "alternativas de ocio" a los chicos palestinos. "Pero también he querido combatir los prejuicios que existen sobre Yenín. La gente me decía que estaba loco, que esto era muy peligroso, pero me di cuenta de que no es verdad y de que la gente en Yenín está muy aislada del resto del mundo".
Yenín fue en 2002 escenario de fieros combates entre israelíes y palestinos en los que murieron decenas y otros tantos perdieron sus casas, arrambladas por los bulldozers del Ejército. Hace meses que una cierta paz se ha instalado en la localidad. Los milicianos, desmovilizados, ya no recorren las calles armados, y la policía palestina mantiene a raya a la población. Ayer, los agentes corrían de un lado para otro con chaleco antibalas y uniforme de camuflaje.
Riad Getban es el padre de la niña que recibió el corazón del pequeño Khatib. Es druso y hoy ha venido desde el norte de Israel con su hija para asistir a la inauguración. Su presencia es una prueba de la mejoría de la libertad de movimientos en algunas zonas de Cisjordania, como Yenín, con la desaparición de checkpoints y controles israelíes. "Este cine es una idea estupenda. Y es más importante todavía que sirva para dar a conocer la historia de Khatib", opina en el patio del cine. "Es importante que el mundo sepa que historias como la de Khatib pueden suceder, que palestinos, judíos o drusos, da igual, somos capaces de convivir".