25 de mayo de 2009

Los Príncipes cumplen hoy su quinto aniversario de boda

ABC

Los Príncipes cumplen hoy su quinto aniversario de boda

EFE

Actualizado Viernes, 22-05-09 a las 12:16

Los Príncipes de Asturias, en el V aniversario de su matrimonio, asistirán hoy a un acto institucional como representantes de la Corona, y con el aval de haber cumplido la petición que les hizo el Rey el día de su matrimonio de que sirvieran a España.
Han pasado cinco años desde aquella lluviosa mañana del 22 de mayo de 2004, cuando el Heredero de la Corona se casó con una profesional del periodismo ante la expectación de la mayoría y ante la asistencia de autoridades de todo el mundo.
Aquella pareja enamorada ante el altar de la catedral de la Almudena de Madrid es hoy un matrimonio asentado, padres de dos hijas que, con unos mil actos públicos a los que han asistido en estos años, han dado muestras de su compenetración y complicidad y también de su cariño, con gestos que muchas veces pasan inadvertidos para la mayoría.
Pero cinco años no han sido suficientes para que los medios de comunicación pierdan el interés por cada una de apariciones de la Princesa, que es fotografiada hasta en su más mínimo gesto, y que ella ha aprendido a sobrellevar con soltura, consciente de que su imagen es más que la de cualquier persona; la de la futura Reina de España.
Durante los primeros meses daba lo mismo lo que hiciera; siempre estaba mal bajo la lupa de sus críticos. Con el tiempo el asedio se ha ido serenando y hoy puede ser más ella y más princesa, porque el rodaje no ha sido en vano y porque cuenta con el apoyo incondicional de su esposo el Príncipe, de los Reyes y de las Infantas.
Ella ha aportado frescura a una Institución centenaria, y sobre todo ha conseguido que el Príncipe sea visto por los españoles como un hombre más seguro, más maduro y más cercano.
Porque aunque aparezcan en pocas ocasiones junto a las dos Infantas, Leonor de 3 años y Sofía de 2, cuando lo hacen su imagen es la de unos padres cautivados por sus niñas, pendientes en todo momento de ellas porque su deseo, aunque sea inalcanzable, es que las pequeñas crezcan con la mayor normalidad posible.
El objetivo de ambos es claro: compaginar su deber al servicio de España con la existencia de cualquier pareja con dos hijas, pasando el mayor tiempo con ellas- siempre que pueden van al colegio a por la mayor-, pero también disfrutando de su vida y de sus amigos.
Actividades personales condicionadas por los múltiples actos oficiales a los que les obliga ser miembros de la Familia Real y representes de la Corona.
Sus ocupaciones van desde acompañar a los Reyes en muchas de las recepciones de todo tipo, como las cenas que ofrecen en el Palacio Real a los Jefes de Estado Extranjeros en sus visitas a España, a representar a España en las tomas de posesión de los mandatarios iberoamericanos.
La Princesa se suma como consorte a las labores del Príncipe y mantiene su propia agenda, que inició en octubre de 2006 y que retomó, después de suspenderla por las molestias de su segundo embarazo, trece meses después.
El próximo martes llegarán a Bogotá en visita oficial, donde serán recibidos con honores de Jefe de Estado, como ya ocurrió en sus anteriores viajes a Brasil y México.
Cada año, los Príncipes realizan al menos un viaje oficial a un país Iberoamericano y otro a Europa, con los que intensifican las relaciones de España con esas naciones.
Además, dan a conocer un poco más a su país allá a donde van como hacen los Reyes desde hace 32 años en sus visitas de Estado por todo el mundo.
Esas comparecencias y sobre todo las que están fuera de programa, como cuando antes de casarse fueron a consolar a las víctimas y a los familiares de la masacre del 11-M o como el pasado verano cuando estuvieron con los afectados por el accidente de un avión comercial, suman puntos de los españoles en su haber.
También en lo personal han tenido reveses. Lo peor, las muertes del abuelo paterno, la abuela materna o la hermana pequeña de la Princesa, cuando Doña Letizia no pudo, y posiblemente ni siquiera se lo planteó, ocultar su intenso dolor.