19 de abril de 2016
Lo justifica la delegada de igualdad: “El lenguaje no puede contribuir a invisibilizar el género femenino”
Inquisición
Lo justifica la delegada de igualdad: “El lenguaje no puede contribuir a
invisibilizar el género femenino”
EL PAIS - FÉLIX DE AZÚA
Los
tópicos nacionales van variando. El francés ya no es aquel señor con boina,
botella de tinto en un bolsillo y camembert en el otro. En cambio, el alemán
disciplinado, el italiano refitolero y el inglés arrogante se mantienen. El
tópico español antiguo era un matador que se enfrenta al toro de la muerte con
coraje y arte, el motivo de Picasso, por ejemplo. Confieso que me gusta, pero
creo que se va imponiendo otro muy distinto.
En el inevitable grabado de Goya El sueño de la razón produce
monstruos se observa a un hombre dormido o desesperado, amenazado por
murciélagos, búhos, lechuzas y vigilado por un turbador felino. Este es, cada
vez más, el tópico del español actual. Vuelve la superstición, vuelve a
apagarse la poca razón que habíamos reunido en unos años de aproximada
democracia, vuelven los pajarracos nocturnos a llenarnos la cabeza de
prejuicios.
En
Andalucía está prohibido decir “los funcionarios”, hay que decir “el
funcionariado”. Ni “los becarios”: ha de ser “las personas becarias”. Ni “los
andaluces”: debe decirse “la población andaluza”. Ni los niños (la infancia),
ni los tutores (la tutoría), ni los ciudadanos (la ciudadanía). Así hasta cien
conjuros mágicos. La Junta no sólo lo manda, sino que ha creado unos
inspectores lingüísticos que vigilarán aulas y patios de recreo, como en
Cataluña. Lo justifica la delegada de igualdad: “El lenguaje no puede
contribuir a invisibilizar el género femenino”. Oigo el batir de alas de los
murciélagos, oigo las oraciones de los penitentes andaluces rezando en
procesión para que el fantasma del lenguaje, un gigante cubierto por una
sábana, cese de amenazar a las hembras con hacerlas incorpóreas. El sueño de la
razón nos devuelve a los monstruos barrocos.
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