16 de enero de 2014
Burgos bolchevique
el pais - XAVIER VIDAL-FOLCH 16 ENE 2014 - 00:00 CET78
No protagonizó más hechos levantiscos que la rebelión de los comuneros, en 1521. Esa calmosa Burgos (violencias minoritarias aparte) ¿acaso, contra su historia, se despertó de repente bolchevique? O el barrio obrero de Gamonal, ese patito feo de aluvión de la aseada capital, como le llama mi amigo burgalés ¿se ha convertido en símbolo, sobre la crisis y la recuperación?
Parece que sí, en incubadora de conflictos irresueltos (el abandono histórico de inversiones y la consiguiente carencia de servicios sociales, guarderías, centros cívicos), muestrario de malestares agravados (el desempleo espoleado por la Gran Recesión) y laboratorio de soluciones evidentes: cambiar la prioridad del gasto público.
Bajar a la micro puede sernos útil para otear los problemas que empezarán a asaltar a la macroeconomía cuando esta asienta ya el cambio de tendencia: son ya dos trimestres de crecimiento del PIB, hemos franqueado el camino hacia la recuperación; por cierto, un bravo para los sufridores; un OK para el Gobierno; y un gracias a los contribuyentes europeos.
Pues bien, cuando las cosas pintan menos mal, y el gobierno local se dispone a ejecutar un viejo plan de mejora de la avenida principal que a los foráneos sonaba atractiva (su carril-bici, su mejor acera, su arbolado), los usuarios/vecinos se rebelan, semana tras semana.
¿Por qué? Por tres razones. Una: antes que obras aparatosas, el barrio necesita guarderías, empleo, servicios sociales: dedíquense a ello los 8 millones presupuestados. Dos, sustituir el aparcamiento público disponible para todos por otro privado a 20.000 euros la plaza es una privatización que aumentará la desigualdad. Tres, entre los contratistas del proyecto, quien lo diseña, Antonio Miguel Méndez Pozo, es el dueño del Diario de Burgos y sobre todo es el constructor corrupto del “caso de la construcción”, que fue condenado a 7 años en 1992 por falsedad documental, tras progresar, fulgurante, en la Castilla-León dirigida por José María Aznar. Quizá por eso, para disimular aquellas vecindades, la Señora, toda ponderación, farfulla: ¡“atentados”!
Este triple mensaje burgalés nos indica que a medida que la recuperación se afiance, y ojalá sea así, las gentes practicarán más la tolerancia cero con la creciente desigualdad. Si la recesión multiplicó las brechas sociales, no puede ser que la incipiente recuperación reincida en ello, en vez de imponer el signo contrario, el retorno a una cierta cohesión social. Nos indica que si la crisis en su fase ascendente marginó a ciudadanos hacia la cuneta del desempleo crónico, y a barrios y a sectores, en su fase descendente debe corregirlo. Y nos indica que corruptos, fuera por siempre.
Esto es un mandato, implícito pero evidente, sobre la necesidad de nuevas prioridades para la política económica, sin abandonar el saneamiento de las finanzas públicas: una cruzada por el empleo, que se incorpore como objetivo a toda medida y a toda norma; una batalla contra la desigualdad, que todo lo corroe. Y un poquito de limpieza. Si no es molestia.
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