"Catolicismo" Nº 3, Marzo de 1951
|
I Estación
Jesús es condenado a muerte
V. Adorámus te Christe et benedícimus tibi.
|
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
|
R. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum.
|
R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
|
El juez que cometió el crimen profesional más monstruoso de toda la Historia no fue impulsado a ello por el desorden de alguna pasión ardiente. No lo cegó el odio ideológico, ni la ambición de nuevas riquezas, ni el deseo de complacer a ninguna Salomé. Le movió a condenar al Justo el recelo de perder el cargo pareciendo poco celoso de las prerrogativas del Cesar; el miedo de crear para sí complicaciones políticas, desagradando al populacho judío; el miedo instintivo de decir “no”, de hacer lo contrario de lo que se pide, de enfrentar el ambiente con actitudes y opiniones diferentes de las que en él imperan.
Vos, Señor, lo mirasteis por largo tiempo con aquella mirada que en un segundo obró la salvación de Pedro. Era una mirada en la que aparecía vuestra suprema perfección moral, vuestra infinita inocencia, y sin embargo él os condenó.
¡Oh, Señor, cuántas veces imité a Pilatos! ¡Cuántas veces por amor a mi carrera dejé que en mi presencia la ortodoxia fuese perseguida, y me callé! ¡Cuántas veces presencié con los brazos cruzados la lucha y el martirio de los que defienden vuestra Iglesia! Y no tuve el coraje de darles ni siquiera una palabra de apoyo, por la abominable pereza de enfrentar a los que me rodean, de decir “no” a los que forman mi ambiente, por el miedo de ser “diferente de los demás”. Como si me hubieseis creado, Señor, no para imitaros sino para imitar servilmente a mis compañeros.
En aquel instante doloroso de la condenación, Vos sufristeis por todos los cobardes, por todos los muelles, por todos los tibios… por mí, Señor.
Jesús mío, perdón y misericordia. Por la fortaleza de que me disteis ejemplo encarando a la impopularidad y enfrentando la sentencia del magistrado romano, curad en mi alma la llaga de la molicie.
|
Pater Noster. Ave Maria. Gloria Patri.
|
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
|
V. Miserére nostri Dómine.
|
V. Ten piedad de nosotros, Señor
|
R. Miserére nostri.
|
R. Señor, ten piedad de nosotros
|
V. Fidélium ánimae per misericordiam Dei requiéscant in pace.
|
V. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz
|
R. Amen.
|
R. Amén
|
II Estación
Jesús con la Cruz a cuestas
V. Adorámus te Christe et benedícimus tibi.
|
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
|
R. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum.
|
R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
|
no quiso que fueseis muerto por un golpe fulminante. Vos habríais de enseñarnos durante vuestra Pasión, no sólo a morir, sino también enfrentar a la muerte. Enfrentarla con serenidad, sin vacilación ni flaqueza, caminando incluso hacia ella con el paso resuelto del guerrero que avanza hacia el combate; he ahí la admirable lección que me dais.
Frente al dolor, Dios mío, cuánta es mi cobardía. Ora contemporizo antes de tomar mi cruz; ora retrocedo, traicionando el deber; ora, por fin, yo lo acepto, pero con tanto tedio, tanta molicie, que parezco odiar el peso que vuestra voluntad me pone sobre los hombros.
En otras ocasiones, ¡cuántas veces cierro los ojos para no ver el dolor! Me ciego voluntariamente con un optimismo estúpido, porque no tengo el coraje de enfrentar la prueba, y por eso me miento a mí mismo: no es verdad que la renuncia a aquel placer se me impone para que no caiga en el pecado; no es verdad que debo vencer aquel hábito que favorece mis más arraigadas pasiones; no es verdad que debo abandonar aquel ambiente, aquella amistad, que minan y destruyen toda mi vida espiritual; no, nada de esto es verdad… cierro los ojos, y arrojo a un lado mi cruz.
¡Jesús mío, perdonadme tanta pereza, y por la llaga que la Cruz abrió en vuestros hombros, curad, Padre de las Misericordias, la horrible llaga que abrí en mi alma durante todos los años vividos con relajamiento interior y con condescendencia conmigo mismo!
|
Pater Noster. Ave Maria. Gloria Patri.
|
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
|
V. Miserére nostri Dómine.
|
V. Ten piedad de nosotros, Señor
|
R. Miserére nostri.
|
R. Señor, ten piedad de nosotros
|
V. Fidélium ánimae per misericordiam Dei requiéscant in pace.
|
V. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz
|
R. Amen.
|
R. Amén
|
III Estación
Jesús cae por primera vez
V. Adorámus te Christe et benedícimus tibi.
|
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
|
R. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum.
|
R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
|
vuestras fuerzas se agotasen, hasta que por el peso insoportable del madero cayeses en el suelo, ¿no estaba totalmente probado que os era imposible continuar? Habíais cumplido vuestro deber. Que los ángeles del Cielo llevasen ahora por Vos la Cruz. Vos habíais sufrido en toda la medida de lo posible. ¿Podíais dar más?
Sin embargo, obrasteis de otro modo, y disteis a mi cobardía una alta lección. Agotadas vuestras fuerzas, no renunciasteis al peso, sino que todavía pedisteis más fuerzas, para cargar de nuevo la Cruz. Y las obtuvisteis.
Hoy en día es difícil la vida del cristiano. Obligado a luchar sin tregua contra sí mismo, para mantenerse en la línea de los Mandamientos, parece una excepción extravagante en un mundo que alardea, en la lujuria y en la opulencia, la alegría de vivir. Señor, nos pesa en los hombros la cruz de la fidelidad a vuestra Ley. Y a menudo el aliento parece que nos falta.
En estos instantes de prueba, sofisma: “Ya hicimos todo lo que nosotros podíamos. Pues al fin y al cabo son muy limitadas las fuerzas del hombre. Dios lo tendrá en cuenta… Dejemos caer la cruz a la vera del camino y hundámonos suavemente en la vida del placer”. ¡Ah, cuántas cruces abandonadas a la vera de nuestros caminos, quizás a la vera de mis caminos!
Dadme, Jesús, la gracia de quedarme abrazado a mi cruz, aun cuando yo desfallezca bajo el peso de misma. Dadme la gracia de levantarme siempre que haya desfallecido. Dadme, Señor, la gracia suprema de nunca salir del camino por donde debo llegar a lo alto de mi propio calvario.
|
Pater Noster. Ave Maria. Gloria Patri.
|
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
|
V. Miserére nostri Dómine.
|
V. Ten piedad de nosotros, Señor
|
R. Miserére nostri.
|
R. Señor, ten piedad de nosotros
|
V. Fidélium ánimae per misericordiam Dei requiéscant in pace.
|
V. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz
|
R. Amen.
|
R. Amén
|
IV Estación
Jesús se encuentra con su Madre
V. Adorámus te Christe et benedícimus tibi.
|
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
|
R. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum.
|
R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
|
Pater Noster. Ave Maria. Gloria Patri.
|
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
|
V. Miserére nostri Dómine.
|
V. Ten piedad de nosotros, Señor
|
R. Miserére nostri.
|
R. Señor, ten piedad de nosotros
|
V. Fidélium ánimae per misericordiam Dei requiéscant in pace.
|
V. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz
|
R. Amen.
|
R. Amén
|
V Estación
Jesús es ayudado a llevar la Cruz por el Cirineo
V. Adorámus te Christe et benedícimus tibi.
|
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
|
R. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum.
|
R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
|
Él andaba despreocupado por la calle. Pensaba solamente en los pequeños problemas y en los pequeños intereses de que se compone la vida menuda de la mayor parte de los hombres. Pero Vos, Señor, cruzasteis su camino con vuestras Llagas, vuestra Cruz, vuestro inmenso dolor. Y a este Simón le tocó tomar posición ante Vos. Lo forzaron a cargar la Cruz con Vos. O él la cargaría malhumorado, indiferente a Vos, procurando volverse simpático al pueblo por medio de algún nuevo modo de aumentar vuestros tormentos de alma y de cuerpo; o la cargaría con amor, con compasión, desdeñoso del populacho, procurando aliviaros, procurando sufrir en sí un poco de vuestro dolor, para que sufrieseis un poco menos. El Cirineo prefirió padecer con Vos. Y por esto su nombre es repetido con amor, con gratitud, con santa envidia, desde hace dos mil años, por todos los hombres de fe, en toda la faz de la tierra, y así continuará siendo hasta la consumación de los siglos.
Pater Noster. Ave Maria. Gloria Patri.
|
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
|
V. Miserére nostri Dómine.
|
V. Ten piedad de nosotros, Señor
|
R. Miserére nostri.
|
R. Señor, ten piedad de nosotros
|
V. Fidélium ánimae per misericordiam Dei requiéscant in pace.
|
V. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz
|
R. Amen.
|
R. Amén
|
VI Estación
La Verónica limpia el rostro de Jesús
V. Adorámus te Christe et benedícimus tibi.
|
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
|
R. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum.
|
R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
|
A primera vista se podría decir que nunca hubo en la Historia un premio tan grande. En efecto, ¿qué rey tuvo en sus manos una tela tan rica como aquel Velo? ¿Qué general tuvo bandera más augusta? ¿Qué gesto de coraje y dedicación fue recompensado con favor más extraordinario?
Sin embargo, hay una gracia que vale mucho más que la de poseer milagrosamente estampada en un velo la Santa Faz del Salvador. En el Velo, la representación del Rostro divino fue hecha como en un cuadro. En la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, es hecha como en un espejo.
En sus instituciones, en su doctrina, en sus leyes, en su unidad, en su universalidad, en su insuperable catolicidad, la Iglesia es un verdadero espejo en el cual se refleja nuestro Divino Salvador. Más aún, Ella es el propio Cuerpo Místico de Cristo.
¡Y nosotros, todos nosotros, tenemos la gracia de pertenecer a la Iglesia, de ser piedras vivas de la Iglesia!
¡Cómo debemos agradecer este favor! No nos olvidemos, sin embargo, de que “noblesse oblige”. Pertenecer a la Iglesia es una cosa muy alta y muy ardua. Debemos pensar como la Iglesia piensa, sentir como la Iglesia siente, actuar como la Iglesia quiere que procedamos en todas las circunstancias de nuestra vida. Esto supone un sentido católico real, una pureza de costumbres auténtica y completa, una piedad profunda y sincera. En otros términos, supone el sacrificio de una existencia entera.
¿Y cuál es el premio? Christianus alter Christus. Yo seré de modo eximio una reproducción del propio Cristo. La semejanza de Cristo se imprimirá, viva y sagrada, en mi propia alma.
Ah, Señor, si es grande la gracia concedida a la Verónica, cuánto mayor es el favor que a mí me prometéis.
Os pido fuerza y resolución para, por medio de una fidelidad a toda costa, alcanzarlo verdaderamente.
|
Pater Noster. Ave Maria. Gloria Patri.
|
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
|
V. Miserére nostri Dómine.
|
V. Ten piedad de nosotros, Señor
|
R. Miserére nostri.
|
R. Señor, ten piedad de nosotros
|
V. Fidélium ánimae per misericordiam Dei requiéscant in pace.
|
V. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz
|
R. Amen.
|
R. Amén
|
VII Estación
Jesús cae por segunda vez
V. Adorámus te Christe et benedícimus tibi.
|
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
|
R. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum.
|
R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
|
Caer, quedar echado en el suelo, quedar a los pies de todos, dar pública manifestación de no tener ya más fuerzas, son éstas las humillaciones a las cuales Vos quisisteis sujetaros, Señor, para mi lección. De Vos nadie se compadeció. Redoblaron las injurias y los malos tratos. Y mientras tanto Vuestra gracia solicitaba en vano, en lo íntimo de aquellos corazones empedernidos, un movimiento de piedad.
Aún en este momento quisisteis continuar vuestra Pasión para salvar a los hombres. ¿Qué hombres? Todos, incluso los que allí estaban aumentando de todos los modos vuestro dolor.
En mi apostolado, Señor, deberé continuar aún cuando todas mis obras estén por el suelo, aún cuando todos se unieren para atacarme, aún cuando la ingratitud y la perversidad de aquellos a quienes quise hacer el bien se vuelvan contra mí.
No tendré la flaqueza de cambiar de camino para agradarlos. Mis vías sólo pueden ser las vuestras, esto es las vías de la ortodoxia, de la pureza, de la austeridad. Pero, en vuestros caminos sufriré por ellos. Y unidos mis dolores imperfectos a vuestro dolor perfecto, a vuestro dolor infinitamente precioso, continuaré haciéndoles bien. Para que se salven, o para que las gracias rechazadas se acumulen sobre ellos como brasas ardientes, clamando por castigo. Fue lo que hicisteis con el pueblo deicida, y con todos aquellos que hasta el final os rechazaron.
|
Pater Noster. Ave Maria. Gloria Patri.
|
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
|
V. Miserére nostri Dómine.
|
V. Ten piedad de nosotros, Señor
|
R. Miserére nostri.
|
R. Señor, ten piedad de nosotros
|
V. Fidélium ánimae per misericordiam Dei requiéscant in pace.
|
V. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz
|
R. Amen.
|
R. Amén
|
VIII Estación
Jesús consuela a las hijas de Jerusalén
V. Adorámus te Christe et benedícimus tibi.
|
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
|
R. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum.
|
R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
|
Pater Noster. Ave Maria. Gloria Patri.
|
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
|
V. Miserére nostri Dómine.
|
V. Ten piedad de nosotros, Señor
|
R. Miserére nostri.
|
R. Señor, ten piedad de nosotros
|
V. Fidélium ánimae per misericordiam Dei requiéscant in pace.
|
V. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz
|
R. Amen.
|
R. Amén
|
IX Estación
Jesús cae por tercera vez
V. Adorámus te Christe et benedícimus tibi.
|
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
|
R. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum.
|
R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
|
Pater Noster. Ave Maria. Gloria Patri.
|
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
|
V. Miserére nostri Dómine.
|
V. Ten piedad de nosotros, Señor
|
R. Miserére nostri.
|
R. Señor, ten piedad de nosotros
|
V. Fidélium ánimae per misericordiam Dei requiéscant in pace.
|
V. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz
|
R. Amen.
|
R. Amén
|
X Estación
Jesús es desnudado de sus vestiduras
V. Adorámus te Christe et benedícimus tibi.
|
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
|
R. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum.
|
R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
|
Todo, sí, ¡absolutamente todo! Hasta vergüenza debemos sufrir por amor a Dios y para la salvación de las almas.
Ahí está la prueba. El Puro por excelencia fue desnudado, y los impuros le escarnecieron en su pureza. Y Nuestro Señor resistió a las burlas de la impureza.
¿No parece poca cosa que resista a la burla quien ya resistió tantos tormentos? Sin embargo, esta otra lección nos era necesaria. Por el desprecio de una criada, San Pedro lo negó. ¡Cuántos hombres habrán abandonado a Nuestro Señor por temor al ridículo! Pues si hay gente que va a la guerra a exponerse a las balas y a la muerte para no ser escarnecida como cobarde, ¿no es cierto que hay hombres que tienen más temor a una risa que a cualquier otra cosa?
El Divino Maestro enfrentó el ridículo. Y nos enseñó que nada es ridículo cuando está en la línea de la virtud y del bien.
Enseñadme, Señor, a reflejar en mí, la majestad de vuestro semblante y la fuerza de vuestra perseverancia, cuando los impíos quieran manejar contra mí el arma del ridículo.
|
Pater Noster. Ave Maria. Gloria Patri.
|
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
|
V. Miserére nostri Dómine.
|
V. Ten piedad de nosotros, Señor
|
R. Miserére nostri.
|
R. Señor, ten piedad de nosotros
|
V. Fidélium ánimae per misericordiam Dei requiéscant in pace.
|
V. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz
|
R. Amen.
|
R. Amén
|
XI Estación
Jesús es clavado en la Cruz
V. Adorámus te Christe et benedícimus tibi.
|
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
|
R. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum.
|
R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
|
Pater Noster. Ave Maria. Gloria Patri.
|
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
|
V. Miserére nostri Dómine.
|
V. Ten piedad de nosotros, Señor
|
R. Miserére nostri.
|
R. Señor, ten piedad de nosotros
|
V. Fidélium ánimae per misericordiam Dei requiéscant in pace.
|
V. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz
|
R. Amen.
|
R. Amén
|
XII Estación
Jesús muere en la Cruz
V. Adorámus te Christe et benedícimus tibi.
|
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
|
R. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum.
|
R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
|
Llegó por fin el ápice de todos los dolores. Es un ápice tan alto que se envuelve en las nubes del misterio. Los padecimientos físicos alcanzaron su extremo. Los sufrimientos morales alcanzaron su auge. Otro tormento debería ser la cumbre de tan inexpresable dolor: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” De cierto modo misterioso, el propio Verbo Encarnado fue afligido por la tortura espiritual del abandono en que el alma no tiene consolaciones de Dios. Y tal fue este tormento, que Él, de quien los evangelistas no registraron ni una sola palabra de dolor, profirió aquel grito dilacerante: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”
Sí, ¿por qué? ¿Por qué, si era Él la propia inocencia? Abandono terrible seguido de la muerte, y de la perturbación de toda la naturaleza. El sol se veló. El cielo perdió su esplendor. La tierra se estremeció. El velo del templo se rasgó. La desolación cubrió todo el universo.
¿Por qué? Para redimir al hombre. Para destruir el pecado. Para abrir las puertas del Cielo. El ápice del sufrimiento fue el ápice de la victoria. Estaba muerta la muerte. La tierra purificada era como un gran campo devastado para que sobre ella se edificase la Iglesia.
Todo esto fue, pues, para salvar. Salvar a los hombres. Salvar a este hombre que soy yo. Mi salvación costó todo ese precio. Y yo no regatearé ningún sacrificio más para asegurar salvación tan preciosa. Por el Agua y por la Sangre que vertieron de vuestro divino Costado, por la llaga de vuestro Corazón, por los dolores de María Santísima, Jesús, dadme fuerzas para desapegarme de las personas, de las cosas que me pueden apartar de Vos. Mueran hoy, clavadas en la Cruz, todas las amistades, todos los afectos, todas las ambiciones, todos los deleites que de Vos me separaban.
|
Pater Noster. Ave Maria. Gloria Patri.
|
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
|
V. Miserére nostri Dómine.
|
V. Ten piedad de nosotros, Señor
|
R. Miserére nostri.
|
R. Señor, ten piedad de nosotros
|
V. Fidélium ánimae per misericordiam Dei requiéscant in pace.
|
V. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz
|
R. Amen.
|
R. Amén
|
XIII Estación
Jesús es bajado de la cruz
V. Adorámus te Christe et benedícimus tibi.
|
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
|
R. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum.
|
R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
|
El descanso del Sepulcro os aguarda, Señor. En las sombras de la muerte, abrís el Cielo a los justos del limbo mientras en la tierra, alrededor de vuestra Madre, se reúnen unos pocos fieles para tributaros honores fúnebres. Hay en el silencio de estos instantes una primera claridad de esperanza que nace. Estos primeros homenajes que os son prestados son el marco inaugural de una serie de actos de amor de la humanidad redimida, que se prolongarán hasta el fin de los siglos.
Cuadro de dolor, de desolación, pero de mucha paz. Cuadro en que se presagia algo de triunfal en los cuidados indecibles con que Vuestro Divino Cuerpo es tratado.
Sí, aquellas almas piadosas se compadecían, pero algo en ellas les hacía presentir en Vos al Triunfador glorioso.
Que yo pueda también, Señor, en las grandes desolaciones de la Iglesia, ser siempre fiel, estar presente en las horas más tristes, conservando inquebrantable la certeza de que vuestra Esposa triunfará por la fidelidad de los buenos, puesto que la asiste vuestra protección.
|
Pater Noster. Ave Maria. Gloria Patri.
|
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
|
V. Miserére nostri Dómine.
|
V. Ten piedad de nosotros, Señor
|
R. Miserére nostri.
|
R. Señor, ten piedad de nosotros
|
V. Fidélium ánimae per misericordiam Dei requiéscant in pace.
|
V. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz
|
R. Amen.
|
R. Amén
|
XIV Estación
Jesús es colocado en el sepulcro
V. Adorámus te Christe et benedícimus tibi.
|
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
|
R. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum.
|
R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
|
Pater Noster. Ave Maria. Gloria Patri.
|
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
|
V. Miserére nostri Dómine.
|
V. Ten piedad de nosotros, Señor
|
R. Miserére nostri.
|
R. Señor, ten piedad de nosotros
|
V. Fidélium ánimae per misericordiam Dei requiéscant in pace.
|
V. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz
|
R. Amen.
|
R. Amén
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario