30 de marzo de 2013
Espejos que exprimen el desierto
EL PAIS - ÁNGELES ESPINOSA 24 MAR 2013 - 00:00 CET4
Es la imagen tópica del desierto. Interminables dunas rojizas se extienden hasta donde alcanza la vista. Frente a la primera impresión, no están quietas. A contraluz, se aprecian los granos de arena que el viento levanta hasta desplazarlas poco a poco, pero sin parar. Ese polvo, con una gran capacidad de erosión, constituye el peor enemigo de cualquier superficie pulida. Y sin embargo, al sur de Abu Dabi, en los confines orientales del Rub al Jali, el Cuarto Vacío del desierto de Arabia, acaba de inaugurarse la mayor planta termosolar del mundo, cuyos 258.048 espejos miran al astro rey para lograr energía verde.
La limpieza de ese impresionante campo de reflectores es tan solo uno de los muchos retos a los que ha tenido que hacer frente Abengoa, la empresa de ingeniería española que ha construido Shams-1 (Sol-1). Se trata de la primera solar cilindroparabólica en Oriente Próximo y la primera en operación de tamaño industrial. Tiene capacidad para producir 100 megavatios, suficiente para abastecer de electricidad a 20.000 hogares. El corazón del complejo, que se extiende sobre 2,5 kilómetros cuadrados, es un conjunto de hileras de espejos con forma parabólica que concentran la radiación solar en un tubo central por el que circula aceite sintético que se calienta hasta alcanzar los 393 grados.
“El vapor que produce mueve la turbina que genera la electricidad. A diferencia de las fotovoltaicas, funciona como una planta convencional, pero sin usar carbón o petróleo”, explica Santiago Seage, el presidente de Abengoa Solar, minutos después de la inauguración oficial el pasado domingo. El ejecutivo destaca la ventaja de este sistema, que resulta menos intermitente porque no se ve afectado por el paso de nubes. Además, para aumentar la eficiencia del ciclo y asegurar la producción de energía incluso durante la noche, incorpora el uso complementario de gas natural. “Hemos empleado nuestra propia tecnología”, añade Seage sin ocultar su satisfacción.
Una visita al complejo descubre que el muro de casi siete metros que rodea el conjunto no es un simple cierre, sino un método para frenar los vientos y proteger los espejos. Estos también han sido fabricados por una empresa española especializada, la riojana Rioglass, una de las 66 de diversos países que han colaborado en el proyecto. Tanto los cinco camiones para la limpieza de los reflectores como la turbina, un monstruo de 220 toneladas, fueron manufacturados ex profeso. Además, la planta incluye un sistema de refrigeración seca que reduce significativamente el consumo de agua, una ventaja crítica en medio del desierto.
Aliada con la empresa de energía francesa Total, Abengoa ganó en 2009 el concurso para el suministro de electricidad durante 25 años a la red eléctrica de Abu Dabi, el mayor de los siete integrantes de la federación de Emiratos Árabes Unidos (EAU). Ambas formaron entonces el consorcio Shams Power, junto con Masdar, la compañía de energías renovables de ese emirato, que se reservó una participación del 60%. El resto se distribuye a mitades entre las dos participantes europeas, que también van a encargarse de la gestión de la planta.
“Es un proyecto estratégico que va a contribuir a diversificar nuestra economía y a pasar de estar basada en los hidrocarburos a basarse en la tecnología”, declaró Sultan Ahmed al Jaber, el consejero delegado de Masdar, durante una conferencia de prensa posterior.
Prueba de la importancia que los gobernantes conceden al proyecto, la inauguración contó con la presencia del presidente de Emiratos y emir de Abu Dabi, el jeque Jalifa al Nahyan, del primer ministro y emir de Dubai, el jeque Mohamed al Maktum, y del heredero de Abu Dabi, el jeque Mohamed al Nahyan. La construcción de la planta, que se ha prolongado durante tres años, ha supuesto una inversión total de 2.200 millones de dirhams (unos 470 millones de euros).
A pesar de contar con un 9% de las reservas mundiales de petróleo, Abu Dabi ha sido pionero en la región en el desarrollo de energías alternativas. Con la incorporación de Shams-1, Masdar alcanza el 68% de capacidad de energía renovable en la península Arábiga, y casi un 10% de la termosolar instalada en el mundo.
“Oriente Medio posee, aproximadamente, la mitad del potencial mundial de energías renovables”, revela Seage. En su opinión, “la región necesita más proyectos como Shams-1”, en los que la empresa que preside espera participar.
Para Abengoa, Shams-1 supone un escaparate para que los países de la zona que, como Arabia Saudí, Omán o Qatar, se han mostrado interesados por las energías limpias, conozcan de cerca su trabajo. La empresa, con sede en Sevilla, tiene en la actualidad 15 plantas solares funcionando en cuatro continentes y otras seis en construcción. Cuando el próximo otoño entre en funcionamiento la que están terminando en Arizona (EE UU) con una capacidad de 280 megavatios destronará a la emiratí como la mayor termosolar del mundo.
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