5 de julio de 2011
ANDREU MANRESA Palma de Mallorca 5 JUL 2011 - 09:50 CET2
Las autoridades del nuevo poder del PP en Baleares han evidenciado ya que la Iglesia católica tendrá protagonismo institucional en la vida pública. El símbolo de la cruz presidió los juramentos de los cargos sobre la Biblia y retornó a los despachos. Además, las procesiones tradicionales de los cristianos y las misas patronales son celebradas como oficiales. Los servicios de prensa del Gobierno, Ayuntamiento de Palma y Consell de Mallorca divulgan fotografías en las que consta la presidencia política de oficios religiosos y desfiles procesionales.
El nuevo alcalde de Palma, Mateo Isern, del PP, el día de la procesión del Corpus arrió con sus manos, en la balconada del Ayuntamiento, una de las cuatro banderas oficiales de la ciudad para “rendir honores y respeto” al paso de la custodia y del obispo en desfile. Los católicos aplaudieron en la calle. En el Consell de Mallorca, la presidenta María Salom, del PP salió a la puerta de la sede y días después fue a la misa del Cristo de La Sangre, con cuatro cargos políticos para asistir al oficio en la bancada del presbiterio, junto a los sacerdotes, bajo la popular y venerada imagen.
El regidor de Palma, Mateo Isern, lo primero que hizo fue mostrar a los medios el único cambio en su gabinete de trabajo: un crucifijo de mesa, de medio metro de altura, que la anterior alcaldesa, Aina Calvo, del PSOE había retirado entre 2007 y 2011. En el equipo de Isern ocupan puestos políticos clave integrantes del Opus Dei y un dirigente catequista de los Cursillos de Cristiandad.
El PP de Baleares ha cumplido rápidamente lo que anunció en campaña. Arrasó con mayoría absoluta a la izquierda. Mateo Isern anticipó el respeto para todos los elementos religiosos "y no todos menos los católicos". La madre del alcalde de Palma controla las cofradías y procesiones de Semana Santa en el pueblo de Sineu y allí los candidatos del PP se exhibieron en precampaña.
Los nuevos políticos de la derecha hegemónica, salvo una decena que prometió sobre la Constitución, juraron sobre la Biblia siguiendo los pasos que marcó en su estreno su líder José Ramón Bauzá. En la constitución de las nuevas instituciones (Parlamento, Gobierno, Consells y Ayuntamientos) reapareció el crucifijo.
“Esta mañana he asistido a la Misa Solemne a Sant Marçal”, comunicó José Ramón Bauzá, presidente de Baleares en su cuenta de Twitter. Bauzá un conservador que se apela reformista y liberal, hijo de militar y que ha lucido una pulsera con la bandera española, fue hasta ahora fue alcalde en la zona, en Marratxí. La página del Ejecutivo incorporó imágenes del político en el primer banco de la iglesia y después cumplimentando la imagen del santo.
El pleno de fervor político se observó en la misa del Santo Cristo de la Sangre, la popular ‘la Sang’ en Palma, que presidió el obispo de Mallorca, Jesús Murgui. Acudieron la presidenta del Consell de Mallorca, María Salom, y el vicepresidente, Joan Rotger, del PP, más el consejero de Presidencia balear, Antonio Gómez, la consejera insular y ex alcaldesa de Palma, Catalina Cirer, una activista católica conocida. El sábado, el consejero de la Presidencia del Consell de Mallorca, Jaume Juan, y el portavoz del PP, Jaume Crespí, participaron a la procesión religiosa marinera de San Pedro con los pescadores en el puerto de Palma.
Los obispos de las tres diócesis de las Baleares han acudido a los primeros actos institucionales en cada capital insular, han sido recibidos por el poder con prioridad y compartieron sitial entre las autoridades, junto a los militares. El prelado de Mallorca, Jesús Murgui, antes del acto de toma de posesión accedió al despacho de José Ramón Bauzá en la sede del Gobierno. Después arribó Mariano Rajoy. El presidente del Consell de Menorca dio la primera audiencia de trabajo al prelado insular, Salvador Giménez. En Ibiza, el obispo Vicente Juan quedó en segunda fila en la constitución del Consell.
El PSOE, los nacionalistas y neocomunistas derrotados el 22-Mesquivaron la mayoría de procesiones y misas solemnes -que no fueran de celebraciones históricas oficiales como las de la conquista catalana de Mallorca del siglo XIII- y retiraron algunos crucifijos. Al mismo tiempo, la izquierda destinó a la Iglesia católica millonarias subvenciones para restaurar templos y monumentos y distinguió a numerosos religiosos e instituciones sociales, culturales y benéficas cristianas no integristas.
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