Los indignados de la ruta Este marchan ayer hacia Vallecas.- SAMUEL SÁNCHEZ
En medio de esa especie de caos organizado que siempre acompaña a los indignados, la Puerta del Sol recuerda esta mañana a la imagen que hace ya dos meses recorrió el mundo. El campamento vuelve a tomar forma para recibir a las más de 500 personas que han recorrido durante el último mes toda la península para estar esta noche en Sol, y a los que se espera que mañana se unan muchos más, llegados desde todos los puntos de España en autobuses, para participar en la manifestación convocada para las seis y media.
La carpa de 'Alimentación' ha sido la primera en estar operativa. Daniel, desde detrás de la barra, explica que hace falta "todo lo que la gente quiera traer". Los paquetes de macarrones ya inundan un estante, pero dicen que siguen faltando cosas porque durante este fin de semana esperan tener muchas bocas que alimentar. También ha vuelto a instalarse la biblioteca y ya se anuncia en los carteles la próxima publicación de un nuevo periódico: el Diario de Sol. Un paseo por la plaza es suficiente para darse cuenta de que la ciudad de los indignados ha vuelto.
Un poco alejados del barullo, en el Pasaje de la Caja de Ahorros, cuatro miembros de la comisión de Artes preparan las pancartas que recibirán esta noche a las nueve a los caminantes. Las seis rutas que han cruzado España recogiendo a gente en cada pueblo entrarán en Sol por cada una de las calles que confluyen en la plaza. Les saludará en la meta un gran cartel colocado en cada acceso: "Bienvenida dignidad".
En el punto de información, que es el único que permanece desde que se desmanteló el primer campamento, los curiosos y simpatizantes del Movimiento 15-M se informan de la llegada de las rutas y de los actos del fin de semana. Esta noche, después del recibimiento, se celebrará una asamblea que se espera multitudinaria. En ella los caminantes pondrán en común sus experiencias a lo largo de todos los pueblos.
A las doce en punto el silencio volverá a recorrer la plaza durante un minuto en el "grito mudo" de los indignados. El horario que han marcado acaba ahí, pero la misma pregunta vuelve a la cabeza de todos. ¿Se quedarán más allá del domingo? En información nadie responde a la pregunta. "Lo único que sabemos es lo que ponen los carteles", dice un portavoz. En Alimentación Daniel se va un poco de la lengua: "Hace falta comida para una semana por lo menos". Son los indignados, y aunque esta vez han dicho cuándo llegan, uno nunca saben cuándo se marchan.
En mitad de la plaza hay un expositor en el que cuelga una chancla vieja y gastada. En un cartel escrito en primera persona una chica explica que este calzado ha sido testigo de 450 reuniones, ha pintado 160 pancartas, ha parado la detención de un inmigrante, ha provocado cinco discusiones familiares y hasta un fracaso amoroso. Por el camino, dice, "ha ganado una revolución".
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