14 de julio de 2011
Un exasesor de Sharón niega que Israel matara a Arafat
Día 14/07/2011 - 16.35h
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Israel no tuvo nada que ver en la misteriosa muerte en 2004 del líder palestino Yaser Arafat, asegura quien fuera mano derecha del primer ministro israelí Ariel Sharón, Dov Weissglas, en una entrevista que publica hoy el diario Haaretz.
«Yaser Arafat no fue envenenado», afirma el ex alto funcionario al aludir a una orden expresa de Sharón de que su acérrimo rival palestino no sufriera ningún daño por parte de Israel.
Es la primera vez que alguien del entorno más próximo al entonces primer ministro israelí habla con semejante claridad sobre la muerte del líder palestino el 11 de noviembre de 2004 en un hospital militar de París, al que había sido trasladado tras varias semanas de enfermedad en la Mukata de Ramala.
Según Weissglas, fue una petición del entonces alto representante de Política Exterior y Seguridad de la UE, Javier Solana, lo que propició la salida de Arafat de Ramala tras dos años de asedio, y el que Sharón «estuviera preocupado de que su muerte en la Mukata pudiera causar un daño diplomático serio a Israel porque habría impedido que recibiera tratamiento médico que salvara su vida».
Weissglass, que como mano derecha del primer ministro israelí tenía acceso a toda la información confidencial, asegura que Sharón veía en Arafat a un amargo enemigo de Israel y que «le despreciaba» pero asegura que «a pesar de todo ello, nunca consideró la posibilidad de causarle daño físico».
«La percepción y actitud de Sharón hacia Arafat era clara. Le declaró una guerra diplomática pero nunca estuvo de acuerdo con un ataque físico contra él», agrega. Y subraya que en el marco de la segunda Intifada le era «muy importante aislarlo físicamente y funcionalmente, pero bajo ninguna circunstancia aceptó que se le causara daño físico».
Durante dos años, tanto Israel como Estados Unidos boicotearon a Arafat, que permaneció asediado en un pequeño reducto de la sede de su gobierno -o lo que Israel había dejado de ella en pie- hasta su traslado al hospital de París.
El parco comunicado de ese centro médico a su muerte, la rivalidad personal entre los dos dirigentes y comentarios de algún que otro político y militar israelíes acerca de que había que «quitárselo de en medio» dieron alas a las teorías conspiratorias que aún circulan por las calles de todo Oriente Medio.
Una de esas teorías acusa a Israel de haberlo envenenado de alguna forma y se basa en que el hospital francés nunca le practicó a Arafat un examen químico de metales pesados.
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