30 de julio de 2011
Una broma de mal gusto
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Día 29/07/2011 - 13.41h
Lo que no podía ser no podía ser y además era imposible. Ni la embestida de los mercados –con Moody´s blandiendo la puntilla--, ni el estancamiento social y económico, ni la incertidumbre de la deuda, ni la falta de apoyo para los próximos presupuestos, ni los intereses de Rubalcaba aguantaban hasta marzo con un Gobierno en funciones y un pavoroso vacío de poder. Zapatero ha tenido que declinar su último empeño; definitivamente éste no era su año. Cada día que permaneciese en el poder era una pesa más que cargaba en el lastre de la candidatura de su partido.
Las elecciones no van a arreglar nada por sí mismas, pero alivian la presión política y financiera y permiten alumbrar la esperanza de que una nueva legitimidad política pueda tomar las decisiones que este Gabinete exánime ya no se sentía en condiciones de adoptar. Por eso no se entiende que la convocatoria a urnas se posponga hasta noviembre, con una campaña de cuatro meses que fácilmente podía haberse abreviado fijando la fecha en octubre.
El día lo ha elegido Rubalcaba, que necesita algo de tiempo para prepararse, y previamente ha cocinado a su medida la encuesta del CIS que le inyectase algo de optimismo a su causa. Y al señalar el 20-N se ha reservado el toque de simbolismo macabro marca de la casa, un estúpido tic fetichista que le servirá para tres o cuatro vacuidades retóricas con que aliñar un discurso empobrecido por el fracaso del mandato zapaterista. Ni siquiera para liquidar este calvario ha tenido grandeza el presidente; después de tantos fracasos no debería haberse concedido a sí mismo el estrambote de una broma de mal gusto.
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