18 de agosto de 2009
La confianza se desploma
ABC - Lunes, 17 de Agosto de 2009
Opinión
Editorial
La confianza se desploma
Domingo, 16-08-09
NI las medidas puestas en marcha durante los últimos meses para tratar de salir de la recesión económica ni las costosas campañas de propaganda gubernamental para tratar de salvaguardar una imagen de eficacia, que no es tal, están dando resultados al Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero. La encuesta que hoy publica ABC, realizada por WIN a nivel internacional y por DYM en nuestro país, demuestra que la confianza de los españoles en el Gobierno para atajar la crisis económica se ha desplomado en los últimos ocho meses de manera muy preocupante. En noviembre pasado, el nivel de confianza en Zapatero no alcanzaba el aprobado, con 4,7 puntos sobre diez. Hoy esa desconfianza se ha transformado claramente en una absoluta falta de credibilidad al alcanzar los 3,8 puntos. España es el cuarto país de los veintidós en los que se ha realizado este sondeo de opinión que peor valora a su Gobierno y, ante el futuro, se sitúa además en el grupo de países más pesimistas ya que casi cuatro de cada diez consultados, lejos de atisbar brotes verdes en nuestra economía, están convencidos de que la recesión empeorará aún más en los próximos meses. Tampoco el sistema financiero sale bien parado porque, en efecto, crece también de modo significativo la desconfianza en la estabilidad y solidez de los bancos y de la Bolsa.
No son buenas noticias para España permanecer durante quinto mes consecutivo con el IPC en negativo, al borde de la deflación, y con una caída del 1 por ciento en el Producto Interior Bruto en el segundo trimestre, mientras economías de nuestro entorno como la francesa o la alemana han empezado a crecer y vislumbran su salida de la recesión. En este caso, el clima de pesimismo generalizado que se deduce de la encuesta no es simplemente el reflejo de una percepción social coyuntural que pudiera estar más o menos distorsionada: es la crudeza de los datos que continúan castigando a nuestra economía la que certifica que nuestro país porta un lastre más pesado que el de otros países. No en vano, España continúa padeciendo la mayor tasa de paro de Europa, prácticamente doblando la media; el consumo no se reactiva en la medida necesaria; el impulso a la actividad empresarial no es más que un artificio; y los augurios de un otoño caliente, unidos a la terquedad del Gobierno y los sindicatos para no abordar en la dirección adecuada -con sus riesgos de impopularidad incluidos- una imprescindible y urgente reforma laboral que ya se ha retrasado peligrosamente, contaminan cualquier amago de solución.
A estas alturas, es evidente que el Gobierno carece de la audacia necesaria y, aún peor, deja transparentar un serio problema de convicción en sus propias soluciones y un temor desmedido a perder el favor de los sindicatos y a sufrir un enorme desgaste por ello. Tal falta de credibilidad se ha trasladado a una inmensa mayoría de la opinión pública en forma de desconfianza, porque si algo transmite el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero es impotencia, pasividad e incapacidad para corregir errores, defectos que sólo combate -y cada vez con menor incidencia en la ciudadanía- con las virtudes de la cosmética política. Y eso es insuficiente y engañoso.
Opinión
Editorial
La confianza se desploma
Domingo, 16-08-09
NI las medidas puestas en marcha durante los últimos meses para tratar de salir de la recesión económica ni las costosas campañas de propaganda gubernamental para tratar de salvaguardar una imagen de eficacia, que no es tal, están dando resultados al Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero. La encuesta que hoy publica ABC, realizada por WIN a nivel internacional y por DYM en nuestro país, demuestra que la confianza de los españoles en el Gobierno para atajar la crisis económica se ha desplomado en los últimos ocho meses de manera muy preocupante. En noviembre pasado, el nivel de confianza en Zapatero no alcanzaba el aprobado, con 4,7 puntos sobre diez. Hoy esa desconfianza se ha transformado claramente en una absoluta falta de credibilidad al alcanzar los 3,8 puntos. España es el cuarto país de los veintidós en los que se ha realizado este sondeo de opinión que peor valora a su Gobierno y, ante el futuro, se sitúa además en el grupo de países más pesimistas ya que casi cuatro de cada diez consultados, lejos de atisbar brotes verdes en nuestra economía, están convencidos de que la recesión empeorará aún más en los próximos meses. Tampoco el sistema financiero sale bien parado porque, en efecto, crece también de modo significativo la desconfianza en la estabilidad y solidez de los bancos y de la Bolsa.
No son buenas noticias para España permanecer durante quinto mes consecutivo con el IPC en negativo, al borde de la deflación, y con una caída del 1 por ciento en el Producto Interior Bruto en el segundo trimestre, mientras economías de nuestro entorno como la francesa o la alemana han empezado a crecer y vislumbran su salida de la recesión. En este caso, el clima de pesimismo generalizado que se deduce de la encuesta no es simplemente el reflejo de una percepción social coyuntural que pudiera estar más o menos distorsionada: es la crudeza de los datos que continúan castigando a nuestra economía la que certifica que nuestro país porta un lastre más pesado que el de otros países. No en vano, España continúa padeciendo la mayor tasa de paro de Europa, prácticamente doblando la media; el consumo no se reactiva en la medida necesaria; el impulso a la actividad empresarial no es más que un artificio; y los augurios de un otoño caliente, unidos a la terquedad del Gobierno y los sindicatos para no abordar en la dirección adecuada -con sus riesgos de impopularidad incluidos- una imprescindible y urgente reforma laboral que ya se ha retrasado peligrosamente, contaminan cualquier amago de solución.
A estas alturas, es evidente que el Gobierno carece de la audacia necesaria y, aún peor, deja transparentar un serio problema de convicción en sus propias soluciones y un temor desmedido a perder el favor de los sindicatos y a sufrir un enorme desgaste por ello. Tal falta de credibilidad se ha trasladado a una inmensa mayoría de la opinión pública en forma de desconfianza, porque si algo transmite el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero es impotencia, pasividad e incapacidad para corregir errores, defectos que sólo combate -y cada vez con menor incidencia en la ciudadanía- con las virtudes de la cosmética política. Y eso es insuficiente y engañoso.