9 de enero de 2012
El retorno de los señores trajeados
04 DE ENERO DE 2012
10:38 H.
Desde que tenemos nuevo Gobierno se ha disparado el índice de corbatas por página de periódico. Como bien decía Ramón Lobo cuanto más abundan las fotos de señores encorbatados más aburrimiento provoca la lectura de la prensa. Ayer mismo la foto de portada del diario El País muestra un nutrido grupo de señores en el Ministerio del Interior con trajes tan grises como los cargos que estrenan y abandonan.
Varias cosas propician que los editores gráficos tengan que esmerarse bastante para que sus periódicos no terminen monopolizados por fotos de señores grisáceos. La primera cosa que les pone las cosas difíciles es que el Gobierno de Rajoy está dominado por esa clase de políticos.
En él hay nueve hombres, sin contar al propio presidente, y sólo cuatro mujeres -que tampoco son precisamente la alegría de la huerta-. Algunos de los nuevos ministros de hecho son el estereotipo de señor trajeadísimo al que casi nadie se atrevería a tutear. Se llevan la palma Luis de Guindos y Jorge Fernández Díaz. Parece una misión imposible imaginar a cualquiera de los dos con vaqueros y una chupa entrando en sus respectivos ministerios.
La segunda cosa que provoca esta situación es que no hay nada como un buen puñado de ministros trajeados para que aparezcan a su alrededor muchos otros señores trajeados: subsecretarios, funcionarios de alto rango, presidentes de organizaciones empresariales, banqueros…
Por si todo eso fuera poco resulta que uno de los protagonistas del juicio del momento es precisamente un sastre especializado en confeccionar trajes a señores muy, muy poderosos. Vamos, que semejante panorama parece sacado de una hipotética película póstuma de Rafael Azcona y Luis García Berlanga que llevase por título ‘El Trajecito’.
La estética del traje gris
El uso de un duro e invernal blanco y negro por parte del fotógrafo Txema Rodríguez en las fotos disparadas a las puertas de los juzgados de Valencia define la estética de estos tiempos. El gris domina la política española como hace muchas décadas que no lo hacía. Habría que retrotraerse a la época en la que los despachos ministeriales apestaban a Ducados para encontrarnos con algo similar.
Esos trajes grises como la ceniza de ministros, altos cargos, ex presidentes autonómicos, testigos judiciales y demás fauna no parecen ser una casualidad. Más bien cumplen la función del mercurio que marca la gélida temperatura de un país algo asustado.
Decía Joseph Beauys que los aburridos y grises trajes de fieltro que solía usar –y que han sido rescatados por Tze Goh para su colección de otoño e invierno-representaban el aislamiento del hombre en nuestro tiempo”. No parecía faltarle la razón. Casi estamos tentados a pensar que esos trajes parecen cumplir la función de aislar a los que los llevan puestos de las desilusiones que provocan sus decisiones. De la misma forma que Pinochet parecía aislarse del mundo con aquellas gafas de sol que lucía en 1973 tras su golpe de estado.
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