Un ministro italiano arremete contra los rezos islámicos ante catedrales
Ratzinger irritó a los judíos al recuperar un rito que llama a su conversión
Muchos católicos italianos las han vivido como una afrenta y una provocación. El ministro para Políticas Europeas, Andrea Ronchi, ha ido aún más lejos. Se trata de "una herejía" y "un salto de calidad de estirpe fundamentalista", dijo a Il Giornale. "Una parte de la Iglesia comete un gran error al no verlo con preocupación".
La jerarquía de la Iglesia católica se ha mostrado, en efecto, bastante comprensiva ante lo que ha preferido juzgar como un "espontáneo ejercicio de oración". Aunque ha deplorado la quema de banderas, las excusas pedidas por varios líderes de la comunidad musulmana de Milán al cardenal de la ciudad, Dionigi Tettamanzi, han contribuido a calmar a la Curia.
Desde Roma, el Papa ha expresado con claridad su oposición al uso de la violencia en Gaza. Ha dicho que las armas "no son el camino", ha solicitado el alto el fuego y ha instado a las partes a dialogar y respetar las resoluciones de la ONU. Benedicto XVI tiene anunciado un viaje a Tierra Santa en mayo, pero la visita está ahora en peligro por la extrema tensión en la zona. Fuentes vaticanas dicen que el viaje sigue en la agenda, pero en este momento nadie es capaz de garantizar que se celebrará.
Es el cardenal Raffaele Martino, que dirige el Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz, quien ha soliviantado los ánimos judíos al decir que "Gaza se parece cada vez más a un campo de concentración" y que Israel "pisotea la dignidad humana al atacar a víctimas inermes".
Y ahí ha entrado en escena la comunidad judía. El rabino jefe de Venecia, Elia Enrico Richetti, ha hecho saber que no asistirá a la tradicional jornada sobre diálogo judío prevista para el día 17. La razón es que, dice, el "papa Benedicto XVI ha borrado 50 años de diálogo con el judaísmo".
Sus palabras, publicadas por la revista jesuita Popoli, son una potente llamada de atención sobre "la actual crisis de las relaciones entre los judíos y católicos italianos". Richetti acusa al Papa de considerar que "el diálogo es inútil porque siempre debe quedar clara la superioridad de la fe cristiana". Y en esas condiciones, "interrumpir la colaboración entre el judaísmo italiano y la Iglesia es la lógica consecuencia del pensamiento eclesiástico que expresa su suma autoridad".
En el origen de la crisis, subraya el rabino, está el retorno impuesto por Ratzinger a la misa en latín según el ritual trentino y preconciliar de San Pío V, que invoca la conversión de los judíos a la verdad cristiana. La oración de Viernes Santo contenía una referencia a los "pérfidos judíos", que Benedicto XVI expurgó al recuperar el misal descartado por Juan XXIII.
No a las bodas mixtas
Entretanto, en Lisboa, el cardenal patriarca de Lisboa, José Policarpo, un referente de la jerarquía católica muy respetado en Portugal, ha sorprendido a propios y extraños dando este consejo a las jóvenes de su país: "Mucha cautela con los amores. Pensad dos veces antes de casaros con un musulmán. Hay que pensarlo muy seriamente, si no queréis meteros en un lío tremendo, que ni Alá sabe dónde puede terminar".
Hablaba el prelado el martes en el Casino de Figueira da Foz, en una tertulia conducida por la periodista Fátima Campos Ferreira. La presentadora inquirió sobre el presunto tono intolerante de dicha afirmación. En absoluto, respondió Policarpo. "Imagínese que una joven europea de formación cristiana va por primera vez al país de ellos y es sometida al régimen de las mujeres musulmanas". El cardenal aseguró tener conocimiento de "casos dramáticos", de los que no dio detalles.
El presidente de la Conferencia Episcopal Portuguesa, Jorge Ortiga, replicó al cardenal, sin citarlo, al afirmar que la Iglesia "no tiene nada en contra" de los matrimonios entre católicos y fieles de otras religiones, aunque pidió que tales uniones respeten "los valores católicos" de la familia. "Son cosas que suceden un poco por toda Europa y Portugal no es una excepción", comentó.
El cardenal Policarpo presentó un escenario portugués poco propicio para la convivencia interreligiosa. "Sólo es posible dialogar con quien quiere dialogar", dijo. "Por ejemplo, con nuestros hermanos musulmanes el diálogo es muy difícil... Y es muy difícil porque piensan que su verdad es única y absoluta".