28 de enero de 2013
Una generación marcada
No por esperada resulta menos dolorosa. La noticia del aumento del número de desempleados en nuestro país no ha pillado por sorpresa a la amplia mayoría de los españoles: un 82% de los ciudadanos pensaba a comienzos de este mes que el paro iba a seguir igual de alto o incluso aumentaría y que esta va a ser la tónica durante mucho tiempo todavía.
Este hundimiento laboral afecta en mayor medida a los más jóvenes —los menores de 25 años—, entre quienes la tasa de desempleo duplica la del conjunto de la población activa: 55%. Una situación que no tiene parangón en la historia reciente de nuestro país; y así lo percibe la abrumadora mayoría de los ciudadanos, una mayoría que ha ido aumentando con el paso del tiempo y con el agravamiento de la crisis económica. En concreto, un 86% piensa en estos momentos que el actual nivel de paro juvenil es una situación muy grave y que nunca antes se había dado con tanta fuerza. Esta opinión es compartida por el 87% de los mayores de 55 años, un porcentaje incluso superior al 82% que se da entre los menores de 35 años, es decir, que está más extendida entre aquellos ciudadanos que por edad han podido vivir —y, por tanto, comparar— otras situaciones similares. En solo dos años ha aumentado en casi 25 puntos el porcentaje de españoles que creen que la actual situación es única (en diciembre de 2010, lo pensaba el 62% de la ciudadanía) y se ha reducido, además, el porcentaje de quienes piensan que esta situación, aun siendo grave, ya se ha dado en otras ocasiones en España de forma parecida: ahora lo dice un 14% frente al 35 % de hace dos años.
Para la amplia mayoría de los españoles, que el mercado laboral español sea incapaz de crear empleo o de absorber a los jóvenes en edad de trabajar está lastrando a toda una generación. Por un lado, un 67% cree que el hecho de que los jóvenes tengan tantas dificultades para encontrar un trabajo que les permita independizarse y vivir por su cuenta es algo que les va a marcar para siempre y les va a impedir planear y organizar su vida de forma similar a como en su momento pudieron hacerlo las generaciones anteriores. Por otro lado, un 73% considera que la actual generación de jóvenes acabará teniendo probablemente, a lo largo de su vida, una situación económica peor que la de sus padres.
Como señalaba Fernando Vallespín en su columna del 4 de febrero de 2011 en EL PAÍS, quizá el mejor resumen de este alarmante estado de opinión —que coincide con la no menos espantosa tozudez de los datos— sea el cartel que alzaba una estudiante francesa durante una de las manifestaciones juveniles que se produjeron aquel año: ¡Queremos vivir como nuestros padres! Un logro que ahora parece difícil de alcanzar.
José Pablo Ferrándiz es sociólogo y vicepresidente de Metroscopia.
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