26 de abril de 2010
José Tomás: «Tranquilos, todo está bien»
ABC 26-04-10
José Tomás: «Tranquilos, todo está bien»
El torero ya ha empezado a respirar por sí solo, a responder a los estímulos y entiende muy bien todo lo que se le dice, según ha confirmado uno de los médico que le atiende
«La sangre de José Tomás»; por Rosario Pérez
Perfil: José Tomás, el último revolucionario
Las imágenes de la cornada
¿Estaba bien equipado el quirófano?
Gráfico: Las cornadas de José Tomás
Firma el manifiesto en apoyo de los toros
Un subalterno taponó la hemorragia con su mano
El subalterno Diego Martínez, de la cuadrilla de «El Payo», jugó un papel muy destacado, y quizás decisivo, en los primeros momentos de la cogida que sufrió José Tomás, al introducir su mano en la herida para taponarla mientras el diestro era trasladado a la enfermería. En declaraciones a la agencia Efe, el subalterno contó cómo le impresionó la cantidad de sangre que iba perdiendo el torero, por lo que no se lo pensó y taponó la herida: «Cuando se la quitaba, la sangre salía a borbotones, por lo que se hicieron unos segundos eternos» hasta llegar a la enfermería de la plaza.
En cuanto a la decisión de operar sin anestesia al diestro, el doctor Alfredo Ruiz dijo que fue «una cuestión de segundos» y que, aunque el torero se dolió, «había que sacarlo vivo de la plaza».
GUILLERMO LEAL | AGUASCALIENTES (MÉXICO)
José Tomás rozó la tragedia en la Monumental de Aguascalientes. Una cornada brutal en el muslo izquierdo lo puso en la frontera de la vida y la muerte el sábado. El drama se adueñó del ruedo cuando el segundo toro de su lote, de nombre «Navegante», hirió de gravedad extrema al torero que tras las primeras 24 horas de la operación ya ha empezado a respirar por sí solo, a responder a los estímulos y entiende muy bien todo lo que se le dice, según ha confirmado uno de los médico que le atiende.
Su apoderado, Salvador Boix, ha asegurado hoy en declaraciones a RNE que el torero se encuentra en estado «muy estable» y que los doctores le han confirmado que está «totalmente fuera de peligro».
El durísimo percance sobrevino cuando toreaba al quinto de De Santiago, de encaste Saltillo, propiedad de Pepe Garfias y nieto de un toro indultado de su hermano Javier Garfias, número 113. Al hacer un cambio de mano, de la derecha a la izquierda, el toro se le revolvió en un palmo de terreno y le cogió de modo espeluznante. La carne de José Tomás, vestido de sangre de toro y oro, giraba sobre el pitón, que se hundió hasta provocar tres trayectorias. Según el parte médico, «un orificio de quince centímetros rompe la femoral y la iliaca y contunde la safena». El madrileño se encontraba ayer en terapia intensiva, «pues la cornada ha sido muy dura, aunque ser tan joven y fuerte ayuda a que todo salga bien», señalaban los cirujanos.
Tres horas de operación
Cuando José Tomás cayó en la arena, el reguero sangriento anunció la gravedad de la cogida. «Navegante», muy astifino y de 487 kilos, se ensañó con el matador. Más de tres horas y media duró la operación. Los primeros treinta minutos fueron terroríficos. Se temía por su vida: José Tomás se desangraba y tuvieron que ponerle más hasta ocho litros de sangre, según informó su apoderado, Salvador Boix. En medio del nerviosismo reinante, el torero de hierro ponía la calma: «Tranquilos, todo está bien». Sus palabras recordaron a aquellas del malogrado Paquirri que dieron la vuelta al mundo: «Doctor, la cornada tiene dos trayectorias...»
El diestro Fernando Ochoa, amigo del torero, relató para ABC el arduo momento de la enfermería:«José Tomás me tenía cogida la mano. Él sabía de la gravedad del percance. Tres médicos estaban encima de él intentando que la hemorragia disminuyera y, mientras tanto, él, que estaba muy pálido, nos daba tranquilidad». José Tomás mostró su hombría y su templanza de principio a fin. Estaba en manos del mismo cirujano, el doctor Hernández, que le salvó la vida hace ya una larga década en México. El temor era la fuerte hemorragia. Tanto que minutos después de suceder el percance, a las 20,00 horas (local), se solicitó por megafonía que aquellos portadores de sangre del tipo A negativo hiciesen una donación para salvar la vida del héroe caído. Las puertas de la enfermería se abarrotaron. Todos querían ayudar.
Después de la cogida de «Navegante», el maldito toro que hizo naufragar los sueños de José Tomás -que había cortado una oreja con fuerte petición de la segunda a su primer astado-, no importaba nada de lo que ocurría en el ruedo. «Navegante» fue pasaportado al mar de los toros infernales por Rafael Ortega, que nada pudo hacer con su lote, al igual que El Payo, quien reaparecía tras una gravísima cornada en Querétaro. Otra prueba más de que los toros hieren de verdad.
A las puertas de la enfermería, en medio del olor a cloroformo, el padre de José Tomás lloraba desconsolado: «No puede ser, no puede ser», repetía. Público y profesionales se arremolinaban. El torero había dejado una estela de sangre imborrable por el callejón hasta el hule, donde los doctores tardaron en estabilizarlo más de 45 minutos. Una vez logrado, lo trasladaron a la clínica Hidalgo. La situación se tornó tan grave que el gobernador de Aguascalientes, Luis Armando Reinoso -que compartía localidad con Joaquín Sabina-, ordenó que un helicóptero de la Policía aterrizara en uno de los costados de la plaza de toros. Pero al final se optó por la ambulancia, que tardó ocho minutos en hacer el recorrido. En principio, pensaron en operarlo en la enfermería del coso que, según nos cuentan los médicos, «reúne los requisitos para operar, aunque en el hospital siempre tienen más medios». Y así se hizo.
Dos horas después de que la clínica Hidalgo se cerrase a cal y canto, sus puertas se abrieron. Tras ellas apareció Salvador Boix, quien trajo noticias serenas y alentadoras: «Está estabilizado y su vida no corre peligro en este momento». Una vez finalizada la complicada intervención quirúrgica, los cirujanos informaron de ello a los numerosos medios que se habían congregado para conocer el estado del maestro. En España el reloj rozaba las cuatro de la madrugada, pero la noticia corrió como la pólvora. Las redes sociales, como facebook, anunciaban el drama. En México se cortaron las retransmisiones de fútbol para ofrecer un flash informativo. Las terroríficas imágenes dieron ayer la vuelta al mundo.
¿Toreará en Madrid?
Una vez confirmado que José Tomás se encontraba estabilizado, alrededor de Las Ventas flotaba una pregunta: «¿Toreará en Madrid?» Trasladamos la duda del aficionado al cirujano jefe de la Monumental, Máximo García-Padrós: «Aún es pronto para decirlo, depende de si le hacen injerto o no y si se le tienen que poner anticoagulantes. Si ello fuera así, sería una locura ponerse delante de un toro, al menos durante este año. Aunque con estos toreros, que son de otra pasta, nunca se sabe...» De este modo, y pese al deseo del torero por hacer el paseíllo en Madrid, torear dentro de un mes sería casi un milagro.
José Tomás: «Tranquilos, todo está bien»
El torero ya ha empezado a respirar por sí solo, a responder a los estímulos y entiende muy bien todo lo que se le dice, según ha confirmado uno de los médico que le atiende
«La sangre de José Tomás»; por Rosario Pérez
Perfil: José Tomás, el último revolucionario
Las imágenes de la cornada
¿Estaba bien equipado el quirófano?
Gráfico: Las cornadas de José Tomás
Firma el manifiesto en apoyo de los toros
Un subalterno taponó la hemorragia con su mano
El subalterno Diego Martínez, de la cuadrilla de «El Payo», jugó un papel muy destacado, y quizás decisivo, en los primeros momentos de la cogida que sufrió José Tomás, al introducir su mano en la herida para taponarla mientras el diestro era trasladado a la enfermería. En declaraciones a la agencia Efe, el subalterno contó cómo le impresionó la cantidad de sangre que iba perdiendo el torero, por lo que no se lo pensó y taponó la herida: «Cuando se la quitaba, la sangre salía a borbotones, por lo que se hicieron unos segundos eternos» hasta llegar a la enfermería de la plaza.
En cuanto a la decisión de operar sin anestesia al diestro, el doctor Alfredo Ruiz dijo que fue «una cuestión de segundos» y que, aunque el torero se dolió, «había que sacarlo vivo de la plaza».
GUILLERMO LEAL | AGUASCALIENTES (MÉXICO)
José Tomás rozó la tragedia en la Monumental de Aguascalientes. Una cornada brutal en el muslo izquierdo lo puso en la frontera de la vida y la muerte el sábado. El drama se adueñó del ruedo cuando el segundo toro de su lote, de nombre «Navegante», hirió de gravedad extrema al torero que tras las primeras 24 horas de la operación ya ha empezado a respirar por sí solo, a responder a los estímulos y entiende muy bien todo lo que se le dice, según ha confirmado uno de los médico que le atiende.
Su apoderado, Salvador Boix, ha asegurado hoy en declaraciones a RNE que el torero se encuentra en estado «muy estable» y que los doctores le han confirmado que está «totalmente fuera de peligro».
El durísimo percance sobrevino cuando toreaba al quinto de De Santiago, de encaste Saltillo, propiedad de Pepe Garfias y nieto de un toro indultado de su hermano Javier Garfias, número 113. Al hacer un cambio de mano, de la derecha a la izquierda, el toro se le revolvió en un palmo de terreno y le cogió de modo espeluznante. La carne de José Tomás, vestido de sangre de toro y oro, giraba sobre el pitón, que se hundió hasta provocar tres trayectorias. Según el parte médico, «un orificio de quince centímetros rompe la femoral y la iliaca y contunde la safena». El madrileño se encontraba ayer en terapia intensiva, «pues la cornada ha sido muy dura, aunque ser tan joven y fuerte ayuda a que todo salga bien», señalaban los cirujanos.
Tres horas de operación
Cuando José Tomás cayó en la arena, el reguero sangriento anunció la gravedad de la cogida. «Navegante», muy astifino y de 487 kilos, se ensañó con el matador. Más de tres horas y media duró la operación. Los primeros treinta minutos fueron terroríficos. Se temía por su vida: José Tomás se desangraba y tuvieron que ponerle más hasta ocho litros de sangre, según informó su apoderado, Salvador Boix. En medio del nerviosismo reinante, el torero de hierro ponía la calma: «Tranquilos, todo está bien». Sus palabras recordaron a aquellas del malogrado Paquirri que dieron la vuelta al mundo: «Doctor, la cornada tiene dos trayectorias...»
El diestro Fernando Ochoa, amigo del torero, relató para ABC el arduo momento de la enfermería:«José Tomás me tenía cogida la mano. Él sabía de la gravedad del percance. Tres médicos estaban encima de él intentando que la hemorragia disminuyera y, mientras tanto, él, que estaba muy pálido, nos daba tranquilidad». José Tomás mostró su hombría y su templanza de principio a fin. Estaba en manos del mismo cirujano, el doctor Hernández, que le salvó la vida hace ya una larga década en México. El temor era la fuerte hemorragia. Tanto que minutos después de suceder el percance, a las 20,00 horas (local), se solicitó por megafonía que aquellos portadores de sangre del tipo A negativo hiciesen una donación para salvar la vida del héroe caído. Las puertas de la enfermería se abarrotaron. Todos querían ayudar.
Después de la cogida de «Navegante», el maldito toro que hizo naufragar los sueños de José Tomás -que había cortado una oreja con fuerte petición de la segunda a su primer astado-, no importaba nada de lo que ocurría en el ruedo. «Navegante» fue pasaportado al mar de los toros infernales por Rafael Ortega, que nada pudo hacer con su lote, al igual que El Payo, quien reaparecía tras una gravísima cornada en Querétaro. Otra prueba más de que los toros hieren de verdad.
A las puertas de la enfermería, en medio del olor a cloroformo, el padre de José Tomás lloraba desconsolado: «No puede ser, no puede ser», repetía. Público y profesionales se arremolinaban. El torero había dejado una estela de sangre imborrable por el callejón hasta el hule, donde los doctores tardaron en estabilizarlo más de 45 minutos. Una vez logrado, lo trasladaron a la clínica Hidalgo. La situación se tornó tan grave que el gobernador de Aguascalientes, Luis Armando Reinoso -que compartía localidad con Joaquín Sabina-, ordenó que un helicóptero de la Policía aterrizara en uno de los costados de la plaza de toros. Pero al final se optó por la ambulancia, que tardó ocho minutos en hacer el recorrido. En principio, pensaron en operarlo en la enfermería del coso que, según nos cuentan los médicos, «reúne los requisitos para operar, aunque en el hospital siempre tienen más medios». Y así se hizo.
Dos horas después de que la clínica Hidalgo se cerrase a cal y canto, sus puertas se abrieron. Tras ellas apareció Salvador Boix, quien trajo noticias serenas y alentadoras: «Está estabilizado y su vida no corre peligro en este momento». Una vez finalizada la complicada intervención quirúrgica, los cirujanos informaron de ello a los numerosos medios que se habían congregado para conocer el estado del maestro. En España el reloj rozaba las cuatro de la madrugada, pero la noticia corrió como la pólvora. Las redes sociales, como facebook, anunciaban el drama. En México se cortaron las retransmisiones de fútbol para ofrecer un flash informativo. Las terroríficas imágenes dieron ayer la vuelta al mundo.
¿Toreará en Madrid?
Una vez confirmado que José Tomás se encontraba estabilizado, alrededor de Las Ventas flotaba una pregunta: «¿Toreará en Madrid?» Trasladamos la duda del aficionado al cirujano jefe de la Monumental, Máximo García-Padrós: «Aún es pronto para decirlo, depende de si le hacen injerto o no y si se le tienen que poner anticoagulantes. Si ello fuera así, sería una locura ponerse delante de un toro, al menos durante este año. Aunque con estos toreros, que son de otra pasta, nunca se sabe...» De este modo, y pese al deseo del torero por hacer el paseíllo en Madrid, torear dentro de un mes sería casi un milagro.